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Modelo para armar: agregar valor, una misión posible

El Inta lanza un proyecto para integrar producción e industria en origen. "Hay que abandonar la idea de exportar sin agregar valor", dice Mario Bragachini, alma máter de la iniciativa.

El Inta lanza un proyecto para integrar producción e industria en origen. "Hay que abandonar la idea de exportar sin agregar valor", dice Mario Bragachini, alma máter de la iniciativa.
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Por Infocampo

Con el objetivo de triplicar en los próximos diez años el valor promedio de la tonelada exportada de agroalimentos, de u$s400 a más de u$s1.200, el Inta Manfredi, desde su proyecto de Agricultura de Precisión (Precop) presentó un plan que apunta hacia una integración vertical de los sistemas productivos argentinos.

Para resumir la idea central de este proyecto, el Ing. Agr. Mario Bragachini, coordinador del Precop, explicó que ‘cuando se exporta grano de una zona a otra, se pierde la potencialidad de agregar valor y generar mano de obra en origen’.

En el mapa productivo argentino, si bien existen ejemplos de grandes complejos agroindustriales exitosos, la realidad es que el grueso de la exportación agropecuaria argentina está compuesta por commodities.

En este contexto, Bragachini estimó que la cadena agroindustrial tiene que orientarse a crecer en productividad, valor agregado y sustentabilidad.

Para avanzar en esta dirección, el secreto radica en mejorar aquellos procesos relacionados con la industrialización en origen.Y el primer paso en este crecimiento es la transformación de ese alimento de origen vegetal en proteína animal, ya sea en carne bovina, leche, cerdo o producción avícola.

El avance en este camino, y siempre enfocado en los diversos procesos de agregado de valor, permitiría un mayor desarrollo en la industrialización secundaria: frigoríficos, usinas lácteas o chacinados, por mencionar algunas.

‘En una tercera fase, el desarrollo apuntaría a crecer en la cadena de frío y abastecimiento trazable hasta las góndolas, pero bajo estructuras manejadas desde origen’, explicó Bragachini.

Esta dinámica permitiría que el productor agropecuario se apropie de un mayor porcentaje de la renta en la industrialización secundaria, transporte, cadena de frío y comercialización en los mercados internos y externos. ‘De cada $100 generado en la cadena, sólo se apropia entre un 15-20%’, detalló.

En un viaje efectuado a Brasil durante 2008, los profesionales del Inta visitaron la Cooperativa Castro Landa, ubicada en el estado de Paraná. Cuenta con un total de 2.600 productores, cifra que se alcanza con el trabajo en conjunto con las cooperativas Capal y Batavo.

Entre los tres grupos manejan una superficie total de 233.800 ha, con un movimiento económico (en 2007) de 650 M de reales (u$s365 M). La producción agrícola representa un 34% del total, la pecuaria un 27%, insumos agrícolas 20% y la fabricación de raciones, un 9%.

En 2007, la producción de soja del grupo se ubicó en 148.870 t, 221.680 t de maíz y 44.300 t de trigo.

Uno de sus eslabones es la Fundación ABC, que realiza trabajos de investigación relacionados con semillas, agroquímicos y maquinaria agrícola, entre otros puntos.

‘Esta fundación socializa el acceso al conocimiento, de esta manera acceden a tecnología de punta y los mejores cuadros técnicos, que individualmente no podrían obtener’, explicó Bragachini.

El otro eslabón lo componen los productores, que comercializan sus productos en el interior de esta gran unidad productiva. ‘Venden a la fábrica de alimentos balanceados, a la plantas de biodiésel, o secado de alfalfa. Y el proceso sube escalones: la carne de pollo y cerdo, o los huevos se venden a un frigorífico que pertenece a los productores, y el transporte corre por cuenta de una cadena de camiones de la cooperativa’, destacó.

De esta forma, cuando el producto llega a la góndola, los productores imprimen su huella en todos los pasos de la cadena.

Además de abastecer el mercado interno, esta cooperativa exporta sus productos de manera directa. También organizan una muestra anual, en donde exhiben sus logros y productos.

Para reflejar este ejemplo exitoso de integración vertical, entre el 4 y 6 de agosto próximos estarán presentes en Córdoba, durante la jornada ‘Soja más Maíz’, el gerente de la Cooperativa Castrolanda, Willem Bouwman, y el responsable técnico de la Fundación ABC, Fabricio Pinheiro Povh. ‘En este encuentro expondrán su dinámica de trabajo, y se reunirán con intendentes de la región’, señaló Bragachini.

Experiencia argentina. Desde ese primer viaje, y con el agregado de valor como guía, los esfuerzos del Inta se concentran, desde el trabajo conjunto de diez estaciones experimentales, a un proyecto de integración vertical de los sistemas productivos argentinos.

Este modelo busca generar un nuevo concepto de agroindustrialización en el campo, en donde el valor agregado sea producida en origen. Bragachini explicó que, en este esquema, el proceso de comercialización se lleva a cabo entre los mismos productores.

El titular del Precop, a modo de ejemplo, citó el caso de seis provincias del NOA, que son exportadoras de granos y pagan entre 160-170 $/t para llegar a Rosario. Si bien exportan granos, explicó que desde otras provincias importan casi el 100% de la carne y leche que consumen. ‘Es poco conveniente importar toneladas de fertilizante, agroquímicos y maquinaria agrícola, convertirlas en cereales y exportar, en promedio, a 400 u$s/t’, estimó.

La idea central de este proyecto de integración es que, en los próximos diez años, el productor primario supere los límites de su establecimiento, y mediante una participación activa se adueñe de un mayor porcentaje de renta. ‘Hay que abandonar la idea de exportación sin valor agregado en origen’, sostuvo Bragachini.

El Ing. Agr. Alejandro Saavedra, del Inta Justiniano Posse, es otro de los coordinadores de este proyecto. Para graficar los beneficios de integrar todos los niveles de producción, explicó que la diferencia entre la venta directa de soja y su procesamiento (extracción de aceite y obtención de expeller por prensado) permite obtener una ganancia de 135 $/t.

Saavedra explicó los alcances económicos de agregar valor a esta oleaginosa. “A valores corrientes, por cada camión que se muele – unas 30 t-, obteniendo expeller y aceite, se alcanza un excedente de $4.050, en comparación con la venta directa. Esta ganancia se incrementa a medida que nos alejamos de Rosario”, afirmó.

En este punto, también se debe mencionar el componente social, que contribuye de manera directa a generar desarrollo. Una planta que procese 30 t/día brinda oportunidad de trabajo a cinco personas.

(Artículo publicado en la edición de hoy de Infocampo Semanario)

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