“Ya no alquilo más campo”, arranca diciendo Roberto Coronel, un emprendedor agropecuario que en 1982, y con 24 años, llegó a los pagos de Carmen de Areco para dedicarse al negocio de la venta de insumos.
Lo dice en esta nueva etapa de su vida empresarial, tras poner en marcha una planta de molienda de soja en Tres Sargentos, a pocos minutos de su base de Areco Semillas, sobre la Ruta Nacional 7.
Es que en poco menos de tres años, el perfil del negocio de Coronel dio un giro significativo.
Hasta 2008 venía creciendo con el negocio de las siembras, el acopio y la producción de soja no transgénica, una especialidad de muy buena colocación en los Estados Unidos y otros mercados de primera línea.
En total sembraba unas 15.000 hectáreas en campos alquilados, en un área que pasó de ser 70% ganadera y 30% agrícola en los 80, a 80% agrícola y 20% ganadera en la actualidad. El precio de los alquileres acompañaba esa tendencia.
Entonces se asoció con el semillero Don Mario, que finalmente tomó el negocio de la soja no transgénica (que opera bajo la marca Kumen), mientras que Coronel se quedó con su original unidad de insumos, Areco Semillas.
Y en 2009, se dedicó a potenciar la otra pata de su negocio. En Tres Sargentos, donde tenía un feedlot, le apuntó a una planta de crushing por extrusión.
Le encargó el trabajo “llave en mano” a IMDB (Industrias Metalúrgicas Dino Bártoli), la empresa entrerriana de María Grande, que está sembrando la geografía pampeana de plantas de extrusión de granos.
Con una inversión en máquinas de unos 600.000 dólares, Coronel puso dos líneas de extrusión de soja que le permiten moler 48 toneladas diarias (una tonelada hora de capacidad).
El equipo incluye el desgomado del aceite, que se reinyecta en el expeller de soja aumentando su valor como alimento forrajero (y el precio mismo del expeller), más todo el sistema de automatización para la operación continua de la planta.
Otro negocio. En casi todos los pueblos del interior están floreciendo estas plantas de procesamiento. Y esto es posible gracias al dinamismo que están teniendo las producciones animales (aves, tambos y cerdos) y el negocio aceitero.
“Nuestros principales clientes son las granjas avícolas que se han ido instalando en la zona, pero también estamos teniendo una creciente demanda por parte de los criadores de cerdo”, explica Coronel.
El secreto del negocio pasa por el procesamiento y consumo local del producto, en función del arbitraje que tiene la soja respecto de los puertos con destino a la exportación (ver recuadro aparte).
O sea, el ahorro del flete a puerto del poroto resulta un mejor negocio para todos, tanto para el productor, como para el procesador y para el cliente. Y allí radica la cuestión.
“Hoy el acopio tradicional tiene un margen muy acotado y sufre la competencia de la comercialización directa con el exportador. Entonces, sobre todo para los acopios chicos, la salida es el agregado de valor a las materias primas”, explica Coronel.
“Esto se puede integrar en tres pasos. El primero, moliendo la soja y obteniendo un expeller de alta calidad por un lado y aceite por el otro. El segundo,
procesando el expeller para la fabricación de alimentos balanceados para rumiantes, y el tercero, fabricando alimentos para mascotas”, opina el empresario.
De hecho, el galpón donde se aloja la planta de molienda tiene un espacio donde el empresario planea montar una línea de balanceado. Así no sólo le da plasticidad al destino del expeller, sino que incorpora la posibilidad de agregarle valor a los cereales.
A diferencia de otros momentos, donde la escala era todo, ahora Coronel apunta al margen y la estabilidad de la inversión.
“En agricultura por arrendamiento, el costo de la tierra terminó siendo muy alto y con mucho riesgo. Por eso ahora la consigna es tener un margen razonable para una empresa de carácter familiar, y con un volumen acotado”, precisa.
En este giro hacia el valor agregado, el empresario de Carmen de Areco apunta a integrar eficientemente la agricultura en campo propio con el negocio de los insumos, el procesamiento de soja y el engorde a corral.
Pero a futuro, y no muy lejano, la producción porcina ya asoma en el radar del proceso de agregación de valor.
Artículo publicado en la edición de hoy de Infocampo Semanario