Con 800 milímetros de agua acumulados en varias localidades, caminos rurales anegados, rutas cortadas por el agua y pérdidas del orden del 80% en los lotes, el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, aseguró que la provincia atraviesa “una situación compleja desde el punto de vista del impacto económico en el corto y mediano plazo”. Es que las precipitaciones parecen no detenerse, y los cultivos están muy deteriorados. En los últimos días, las labores se suspendieron por completo al no poder ingresar las máquinas al interior de los campos. En total, se podrían dejar de percibir u$s 1.000 millones por el clima.
El atraso representa un golpe duro para la provincia, que se apoya en gran parte en los ingresos de la actividad agropecuaria. “Lo que era la expectativa más positiva que teníamos, que era la zona núcleo, el centrosur, la zona sojera por excelencia, donde se había levantado el 20% de la cosecha y todavía el 80% está en los campos, las lluvias de esta semana la terminarán convirtiendo en un gran fracaso.
Va a ser muy difícil levantarla y el exceso de humedad también produce pérdida de calidad en el grano”, se lamentó Lifschitz. Para el mandatario, la problemática más importante está vinculada al sector productivo. “Calculamos que unas siete millones de hectáreas están bajo agua, lo que representa casi la mitad de la superficie productiva de la provincia”, explicó.
