Una de las herramientas clave en un sistema de producción ganadero es poder establecer la cantidad de pasturas para alimentación de ganado que se puede producir. Con el desplazamiento de la ganadería hacia zonas marginales, el éxito del modelo ganadero está vinculado a una planificación eficiente en materia de pasturas.
Mariano Tamburrino, ingeniero agrónomo y asesor de grupos Crea, señaló que los métodos de relevamiento empleados en la actualidad son insuficientes para un planteo forrajero adecuado. El profesional destacó que la forma habitual de medir esta variable es el corte de pasturas, que brinda información puntual de crecimiento en un sitio determinado.
A la hora de extrapolar esta información al resto del campo no es adecuada para confeccionar una evaluación global, y se toman decisiones en base a una superficie de corte muy pequeña: “El productor corta un metro cuadrado, lo pesa en húmedo y lo pesa en seco. Con esa diferencia obtiene el total de materia seca. La información obtenida es incompleta”, sostuvo Tamburrino.
Otras técnicas utilizadas son las estimaciones visuales y las simulaciones. En el primer caso, se obtienen datos de producción en base a características visuales del forraje. En las simulaciones se carga determinado tipo de información, como condiciones meteorológicas, y se desarrolla una simulación de crecimiento de pasturas.
El sistema de imágenes satelitales permite estimar la productividad forrajera en grandes extensiones en forma confiable y con alta frecuencia. La clave de esta metodología es el índice verde, relacionado con la proporción de luz captada por un forraje. El laboratorio de análisis regionales y teledetección de la Fauba transformó estos valores obteni- dos de la imagen satelital en valores de porcentajes de luz interceptados por el forraje: “De este modo, vemos cuántos kilos de materia seca se pueden producir por cada unidad de luz acumulada”, detalló el profesional.
Las imágenes satelitales se registran desde el 2000, y el sistema fue implementado en 2003. En forma diaria, el satélite toma fotografías y se elabora un compuesto de imágenes cada 16 días, que finalmente es transformado en un informe de carácter mensual.
De este modo, al conocer el porcentaje de luz captado por el cultivo, se puede conocer la cantidad de pasto producida. La superficie mínima para desarrollar debe ser de cinco héctareas. “En la actualidad, hay monitoreadas un total de 854.000 hectáreas, distribuidas entre la zona pampeana, el litoral y la región patagónica”, detalló Tamburrino.
La principal ventaja para el productor reside en conocer al detalle la capacidad productiva de su sistema de pasturas. De esta manera se genera información sobre la producción de pastos y la misma se convierte en una fuente de consulta que permite evaluar la producción en un campo, lote o pastura. Esta metodología permite intensificar el sistema; al conocer los sitios de producción se pueden plantear distintas estrategias.
Otro uso posible de esta herramienta es el análisis de ensayos: “Con este seguimiento satelital el productor puede fertilizar lotes en forma alternada y luego evaluar los resultados”, explicó Tamburrino.
En el informe recibido por el productor se detallan los datos mensuales de tasa de crecimiento, desde el 2000 hasta la actualidad. También incluye los lotes del campo, con sus superficies y su respectiva rotación.