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Piden a la Nación 500 M de pesos

Los productores piden un resarcimiento de $ 500 millones por los daños provocados por el fenómeno de las aguas claras que provocaron los diques construidos en los cauces del Diamante y el Atuel.

Los productores piden un resarcimiento de $ 500 millones por los daños provocados por el fenómeno de las aguas claras que provocaron los diques construidos en los cauces del Diamante y el Atuel.
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Por Infocampo

Noticias importantes para los productores agrícoles del sur mendocino surgieron de la Corte Suprema de Justicia de la Nación al notificarse a las partes, el Estado Nacional y la Municipalidad de San Rafael, la realización de la primera audiencia de conciliación en un conflicto abierto a partir del reclamo de la comuna mendocina de una reparación por más de 500 millones de pesos por el daño causado por el fenómeno conocido como “aguas claras” (proceso de desertificación provocado por aguas que facilitan la erosión de los cauces y la infiltración) que surge por la construcción de diques en los ríos más importantes del sur de Mendoza y que afecta las cuencas inferiores de los ríos Diamante -aguas abajo del dique Galileo Vitale- y Atuel -aguas abajo de la presa de Valle Grande.

Al construirse presas, por ejemplo en el cauce del río Diamante (diques Agua del Toro, que alimenta una potencia instalada de 130.000 kW, Los Reyunos, El Tigre y el nivelador Galileo Vitale) se buscó regular los derrames naturales de aguas de deshielo proveniente de los Andes, controlar las crecidas y aprovechar la enegería proveniente de los saltos de agua. Pero al embalsarse las aguas del río en su tramo medio-superior, los materiales arrastrados en su recorrido (limos, arcillas y arenas finas) quedaron sedimentos y retenidos en el dique, dejando aguas con un mínimo contenido de sólidos en suspensión y con la característica de tornarse aguas que ingresan en la red de distribución con fuerte energía cinética que arrastra un alto contenido de sedimentos que ocasionan erosión en los cauces de los canales y en los mismos terrenos, llevando los materiales finos a las zonas bajas, lo que facilita la infiltración del agua en la tierra.

Por otro lado, a mayor infiltración de las aguas sin sedimento se genera un aumento del nivel freático hasta llegar a niveles cercanos a la superficie. Esto afecta directamente a los cultivos al asfixiar sus raíces que se encuentran con suelos saturados. Y aun en los casos que las napas se mantuvieran a un metro de la superficie, igualmente provocan una depresión en los rendimientos de las plantas al concentrar las sales que afectan la evapotranspiración de los cultivos en suelos más húmedos de lo habitual.

Así, en sus más de 400 kilómetros de red primaria y secundaria, el río Diamante sufre un riego de aguas claras que va dejando canales de tierra con suelo muy permeable y pérdidas por infiltración que dan lugar a que los usuarios requieran más agua, porque no les llega la cantidad adecuada. Hay casos en canales donde la pérdida alcanza al 50% hasta llegar a las fincas.

Lo que resulta inadmisible son datos como el revelado en 1993 por el balance hídrico que verificó que en el caso del dique Vitale se dotó de agua en demasía a los cultivos: 20.000 metros cúbicos por hectárea en el año, toda una desproporción si se considera que el cultivo de mayor necesidad de agua en Mendoza, la alfalfa, requiere como máximo, 13.000 m3/ha/año. Otros de los cultivos que se producen en la región, como el ajo, apenas 5.000, los tomates no más de 6.000, en tanto que los frutales y las vides, 8.000.

El Departamento General de Irrigación calculó que el total de agua perdida por infiltración anual en los canales del Diamante era de más de 94 millones de metros cúbicos al año. Grandes extensiones con aptitud para cultivo no recibieron agua y, así, la provincia se perdió de percibir Ingresos Brutos sobre esa fallida producción por 320 millones de pesos.

Cristian Pérez Barceló

Especial para infocampo

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