Foto: Gentileza ACMA
La imagen era de por sí impactante: una yegua tordilla yacía visiblemente herida, moribunda, con sus patas destruidas, en un predio privado de unas cinco hectáreas, situado en la Autopista Ricchieri, a la altura de la avenida San Martín, en Villa Madero. Se había viralizado por las redes sociales y voluntarios de la ONG ACMA (Ayuda a Caballos Maltratados) se acercaron a constatar la denuncia, según publica La Nación.
Previamente debieron acudir a la Unidad Fiscal 11 de La Matanza a solicitar autorización judicial para poder actuar. Junto al fiscal Adrián Arribas y la policía rural del conurbano norte lograron ingresar al predio y lo que encontraron fue mucho peor de lo que imaginaron. Cinco eran los caballos con sus patas heridas, corroídas por gusanos. La situación ameritaba actuar con urgencia.
Bruna, la yegua blanca, fue la primera que debieron transportar: su estado era sumamente delicado; no podía ni mantenerse en pie. Sin embargo, la tarea demandó mucho esfuerzo por parte del personal policial y los voluntarios que trabajaron a destajo. Es que los equinos se encontraban en un estado semisalvaje y, a pesar de su estado lamentable, escapaban de los lazos con ahínco.
Finalmente lograron subir a los cinco al tráiler que los llevaría a Guernica para su urgente atención. Llegaron en la madrugada del miércoles fueron aislados en boxes especiales ya que se desconocía su estado y qué chances tenían de contagiar a los demás animales.
Atacados por una jauría
Según la policía, se logró ubicar a la dueña del predio. La mujer, había quedado viuda y no se ocupaba de los 12 caballos que vivían allí. Alegó que eran de su marido fallecido y que una jauría de perros los atacaban y dejaban malheridos. Sin embargo, cuando las fuerzas públicas quisieron ingresar, la mujer se mostró molesta y quiso negarles la entrada, y sólo accedió a que se llevaran a los lastimados.
“Cuando llegamos junto con la policía eran casi las 16, estaba nublado y lluvioso, logramos ver en el monte varios caballos que huían despavoridos al vernos. Sin dudas eran salvajes y, muchos de ellos, potrillos nacidos allí, que se notaba que no tenían contacto con las personas”, declaró Ariel Corse, médico veterinario jefe de ACMA. “La yegua tordilla estaba parada, pero apartada, sola, con su cabeza gacha, al lado del alambrado que daba a la calle, casi que estaba ahí para que la vieran, podíamos ver en su cara la resignación y las pocas fuerzas para luchar…estaba entregada. Todos los que estábamos corrimos hacia ella para abrazarla, casi como implorando que haga un esfuerzo más”, contó una voluntaria.
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Ayer por la tarde finalmente Bruma falleció. Su cuerpo no soportó tanto dolor, abandono y sufrimiento. “Esta vez se echó y no quiso levantarse más. Mientras estuvo acá se descompensaba todo el tiempo, y cada vez que lográbamos compensarla nuevamente se levantaba. Una fuerza envidiable”, contaron desde ACMA a LA NACIÓN.
Los otros cuatro caballos se encuentran internados en estado delicado. “Aún resta esperar los resultados por anemia infecciosa equina, una enfermedad que, si se detecta, significa sacrificar al animal de inmediato. Es sumamente contagiosa”, explicó el doctor Corse.
Desde la ONG denuncian la falta de respuesta ante las reiteradas denuncias que había en el lugar, especialmente cuando traspasaban el alambrado y se largaban a plena autopista Ricchieri, con el consecuente riesgo para los automovilistas que circulaban. “Es increíble que haya sucedido un hecho así en plena ciudad”, dijeron.
“Esos caballos estaban en un estado de cuasi abandono, en un ambiente inhóspito, sin control de zoonosis. Y este lugar está así hace 15 o 20 años y nunca se hizo nada”, se quejó Corse.