“La crisis financiera mundial es la mayor registrada en épocas del capitalismo.”Así comenzó su exposición el analista político Rosendo Fraga. A partir de este disparador, el especialista emprendió el análisis de la situación global y si los efectos colaterales llegarán a la Argentina como una recesión o una depresión.
De esta manera posicionó en tres vértices cada una de las cuestiones que versan alrededor de este contexto mundial.En primero de los extremos encontramos la crisis, que aparentemente nunca llegaría a dimensiones mundiales, y sin embargo hoy se ha globalizado. Como prueba de ello encontramos el cierre de los mercados brasileño y ruso en la anterior semana.
En otra punta tenemos la crisis estratégica más grande registrada desde 1989, definida por la ruptura de las relaciones internacionales entre países del hemisferio norte, lo cual brinda un mejor marco de maniobra para el ingreso de nuevas economías.
En el último ángulo, pero el de mayor importancia, está el débil liderazgo político existente en las siete economías que conforman el 60% de PBI mundial, llámese EE.UU., Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Japón.
Esto último da la pauta, de acuerdo al especialista, cómo las cuestiones políticas son decisivas durante las crisis económicas ya que, si estas últimas economías se hubieran encontrado fortalecidas, esta crisis no hubiera escalado a los niveles que alcanzó.
En las antípodas se encuentran las políticas emergentes conformadas por Brasil, Rusia, India y China (BRIC, por su siglas). Estos países, con el 20% del PBI mundial, se encuentran, por el contrario al G7, fortificadas políticamente, pero no poseen la capacidad para contener la crisis. Como exportadores de commodities sufren el descenso de los precios internacionales de los productos primarios.
Por su parte, la Argentina, sumergida en un proceso recesivo, recibe este coletazo económico internacional con un detenimiento de su economía.
El especialista se apoyó en aquellas estrategias nacionales implementadas durante la depresión de los años 30, para mostrar los posibles caminos a seguir de aquí en adelante y que la crisis sea recesiva y no depresiva. Aclarando el panorama, distinguió que los procesos recesivos involucran caídas abruptas de corto período de tiempo pero de rápida recuperación, mientras que los depresivos implican perjuicios económicos de mayor prolongación.
De esta manera ejemplificó: de las 13 crisis (incluyendo la actual) de los últimos 60 años, la hiperinflación (1989) y el estallido de la convertibilidad (2001) fueron depresivas, mientras que la de 1995 (efecto Tequila) fue recesiva.
Entonces, puertas adentro, el especialista destacó que, basándomos en la experiencia histórica, habría que priorizar y asegurar el mercado exportador de commodities mediante acuerdo bilaterales, que coloque en puerto seguro nuestros productos. Es decir, actualmente, lo importante no pasa por medidas por defendernos de Brasil.
Al mismo tiempo, según el especialista, nuestro Gobierno deberá librar una fuerte batalla para reanimar la economía real.
Políticamente, el sector agropecuario peleó entre marzo y junio por su rentabilidad, mientras que a partir de ahora deberá hacerlo por su subsistencia. De esta manera, en tren de su subsistencia, el sector debatirá no sólo la forma de distribución de los subsidios sino, también, cómo se variará el valor de los impuestos.