Hoy es innegable que la siembra directa es una realidad en todo el país, donde más del 90% está bajo este sistema. No obstante, los productores volverán en este campaña a utilizar la labranza convencional, precisamente en la provincia de La Pampa.
La baja de los precios internacionales de los granos, dos años de malas cosechas que hacen que el productor trate de invertir lo menos posible, buena provisión de humedad que hace relativamente menos importante cuidar los milímetros en el suelo a través de la siembra directa, y el crecimiento de las maleza resistentes son parte de este razonamiento.
Por este motivo, Infocampo consultó a Haydée Steinbach, directora del posgrado en Manejo y Cultivos en Siembra Directa perteneciente a la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) y profesora adjunta de la cátedra de Fertilidad y Fertilizantes también de la Fauba., para conocer su opinión al respecto.
“Entre las múltiples causas que llevaron a la adopción de la siembra directa se puede citar los problemas que se venían evidenciando en relación a la degradación del suelo: pérdida de materia orgánica asociado a una disminución de espesor del horizonte por erosión hídrica y eólica, y un balance negativo de carbono del suelo por menores aportes de la rotación de cultivos”.
En esta línea, agregó que la labranza convencional (arados de reja y disco) desestructuraba el suelo, lo dejaba descubierto exponiéndolo a los procesos de erosión hídrica y eólica.
Sin embargo, Steinbach aseguró que una labranza esporádica con cincel (ella lo llama labranzas conservacionistas) no debería perjudicar la estructuración ni el balance de materia orgánica del suelo, siempre y cuando el suelo conserve una proporción importante de residuos (por lo menos un 30% cubierto).
“Esta práctica realizada con el objetivo de disminuir la compactación puede mejorar la infiltración y la disponibilidad de nutrientes (se incorpora oxígeno al suelo y produce mayor tasa de mineralización) observándose en muchos casos incrementos del rendimiento del cultivo que se implanta posterior a la labranza.”
De todas maneras, afirmó que este efecto sobre el suelo y los rendimientos son de corto plazo, y en algunos casos no es redituable económicamente.
Continuando en La Pampa, la gran virtud de la siembra directa fue conrarrestar los problemas de la erosión eólica,. “Los suelos son de texturas más gruesas, lo que determina que la estructuración de los mismos está más asociada a los procesos bióticos (raíces de cultivos, micro y mesofauna) y por ende al contenido de materia orgánica.”
En este sentido, la rotación con pasturas contribuye a la estructuración natural, ya que el aporte de biomasa de residuos, especialmente de las raíces, es muy importante.
“Colegas del Inta Anguil me comentaron que se comienza a hablar de volver a la rotación agrícola-ganadera por los problemas de compactación y de malezas asociados a la siembra directa.”
En relación al control de malezas, la profesora de la Fauba destacó que cualquier tecnología aplicada aisladamente sin un sustento científico conlleva a un beneficio de corto plazo.
“Acá me inclino a las recomendaciones que surgen del manejo integrado, tanto de malezas como plagas y enfermedades, donde probablemente la labranza pueda ser una de las prácticas de todo un conjunto.”
A su vez, Infocampo dialogó con tres productores pampeanos para conocer sus puntos de vista y cuál será la estrategia ante la próxima siembra de granos gruesos.
Carlos Portu, productor de General Pico y ex presidente del Colegio de Ingenieros de La Pampa, indicó que se está dando la discusión de hacer siembra directa o no. “Desde mi punto de vista esta técnica cambió la forma de producir, pero no es una religión.”
En este línea, señaló que se justifica en ciertos casos pasar una rastra en el lote, ya que no cambia la ecuación. “Hay que priorizar la erosión eólica, que era uno de los problemas que teníamos sobre todo en esta zona, y que gracias a la SD pudimos resolver.”
Asimismo, destacó que el principal motivo para pasar la rastra son las malezas resistentes. Por ejemplo, en un rastrojo de maíz que se cosechó tardíamente, las male- zas (sobre todo rama negra) están muy desarrolladas y es imposible matarlas con herbicidas.
“Así se pueden acortar los costos si la maleza está muy grande, ya que ahorrás varias pasadas de herbicidas.” De todas formas, indicó que no hay un ahorro importante, porque pasar una rastra de doble acción cuesta entre 40 y 50 dólares.
“Hacemos bajo labranza convencional verdeos de cobertura, cebada, y ahora para algunos lotes de granos gruesos”, aseveró.
Por otro lado, Roberto Gagiolli, productor y contratista de la zona de La Pampa, indicó que no es bueno esta extensión de la labranza convencional. Para el contratista, el principal factor es el aumento de los costos productivos y la caída de los precios de los granos.
“Los productores se volcarán sobre todo para eliminar las malezas duras, especialmente los que no realizan un barbecho largo, ya que arreglan tarde los arrendamientos de los campos”, resaltó.
En este sentido, remarcó que los productores que vayan hacia labranza convencional serán los que viene alternando ambas prácticas, “ya que los que están netamente metidos en la siembra directa, no creo que cambien”.
En cuanto a los números, señaló que hacer siembra directa o labranza convencional no tiene mucha diferencia, como dijo anteriormente Portu. Los productores se ahorran una pasada de herbicida en algunos casos (glifosato o 2,4-D) y una de fertilizante que rondará los 30 a 40 dólares.
En su caso particular va a labranza convencional en los suelos dedicados a la ganadería, donde implanta verdeos de invierno, maíz y sorgo, que son para el consumo de sus animales, ya que son suelos sin cobertura, por lo que se endurecen. Para el área agrícola, indicó que utiliza la siembra directa. Sin embargo, esta año para el girasol sembrará con un cincel reformado para ablandar el suelo.
“Hoy muchos productores se volcarán a esta técnica porque los perfiles de humedad y el año Niño que se pronostica, ayudan.”
Por último, Carlos Dalavia, quien realiza agricultura con doble propósito (produce sus propios granos para forraje), señaló que por el momento no ha tenido que volver a la labranza convencional. Pero destacó que si tuviera que volver a pasar el disco, lo haría.
“En esta zona hay una problemática de malezas complicadas, sobre todo la de rama negra. Hubo muchos tratamientos en barbecho que anduvieron mal por lo que muchos productores dejarán la siembra directa en lotes puntuales”, finalizó.