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Un cambio justo a tiempo

El establecimiento familiar Don Cristóbal-Rosilmar desarrollaba un manejo agronómico y económico no sustentable. Pero sus responsables se dieron cuenta a tiempo.

El establecimiento familiar Don Cristóbal-Rosilmar desarrollaba un manejo agronómico y económico no sustentable. Pero sus responsables se dieron cuenta a tiempo.
infocampo
Por Infocampo

“Hoy administro un campo familiar que fue comprado por mi abuelo hace muchos años”, contó Martín Ficco, al presentar la evolución del establecimiento Don Cristóbal-Rosilmar, perteneciente al CREA Alejandro-Chaján, en el Congreso de los CREA de la zona Centro.

“En 1993 el planteo del campo incluía ganadería extensiva de ciclo completo y agricultura desarrollada por terceros con labranza convencional y escaso capital circulante. Constituía un sistema no sustentable desde los puntos de vista agronómico y económico”, agregó.

“En 1998 ingresamos al CREA Alejandro-Chaján, hicimos un diagnóstico de la situación y reconvertimos el planteo hacia invernada intensiva de novillos y agricultura por administración en siembra directa”, amplió.

Este paso requirió endeudamiento y la asunción de riesgos. Hubo incrementos de productividad, pero no eran rentables por el alto costo financiero. “Gran parte del capital hacienda no era nuestro sino de la entidad bancaria. Entonces, llegamos a la conclusión de que este sistema tampoco era sustentable desde el punto de vista económico-financiero y resolvimos excluir la ganadería”, observó Ficco.

La agricultura en el 100% de la superficie permitió salir del endeudamiento, sanear la empresa y aumentar la liquidez, acercándose a un sistema sustentable económico y agronómico.

Ficco consideró que lo ocurrido en Don Cristóbal-Rosilmar se emparenta con el ciclo de vida típico de una empresa familiar. Generalmente, el ingreso a la producción de la primera generación es acompañado por ausencia de experiencia, con lo cual la eficiencia en ese período no es máxima. Luego ésta va mejorando, se alcanzan mayores niveles de rentabilidad -es la etapa de expansión y crecimiento-, tras la cual el titular envejece, comienza a planificar su retiro y acepta menos riesgos disminuyendo nuevamente la eficiencia.

Luego sigue la segunda generación, que repite el ciclo.

El establecimiento familiar Don Cristóbal-Rosilmar desarrollaba un manejo agronómico y económico no sustentable. Pero sus responsables se dieron cuenta a tiempo.
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Por Infocampo

“Hoy administro un campo familiar que fue comprado por mi abuelo hace muchos años”, contó Martín Ficco, al presentar la evolución del establecimiento Don Cristóbal-Rosilmar, perteneciente al CREA Alejandro-Chaján, en el Congreso de los CREA de la zona Centro.

“En 1993 el planteo del campo incluía ganadería extensiva de ciclo completo y agricultura desarrollada por terceros con labranza convencional y escaso capital circulante. Constituía un sistema no sustentable desde los puntos de vista agronómico y económico”, agregó.

“En 1998 ingresamos al CREA Alejandro-Chaján, hicimos un diagnóstico de la situación y reconvertimos el planteo hacia invernada intensiva de novillos y agricultura por administración en siembra directa”, amplió.

Este paso requirió endeudamiento y la asunción de riesgos. Hubo incrementos de productividad, pero no eran rentables por el alto costo financiero. “Gran parte del capital hacienda no era nuestro sino de la entidad bancaria. Entonces, llegamos a la conclusión de que este sistema tampoco era sustentable desde el punto de vista económico-financiero y resolvimos excluir la ganadería”, observó Ficco.

La agricultura en el 100% de la superficie permitió salir del endeudamiento, sanear la empresa y aumentar la liquidez, acercándose a un sistema sustentable económico y agronómico.

Ficco consideró que lo ocurrido en Don Cristóbal-Rosilmar se emparenta con el ciclo de vida típico de una empresa familiar. Generalmente, el ingreso a la producción de la primera generación es acompañado por ausencia de experiencia, con lo cual la eficiencia en ese período no es máxima. Luego ésta va mejorando, se alcanzan mayores niveles de rentabilidad -es la etapa de expansión y crecimiento-, tras la cual el titular envejece, comienza a planificar su retiro y acepta menos riesgos disminuyendo nuevamente la eficiencia.

Luego sigue la segunda generación, que repite el ciclo.

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