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El norte, cada vez más cerca

Alberto Ponce no le escatima a la tecnología en sus campos de Gancedo (Chaco) y obtiene rindes promedio de 2.800 kg/ha en soja y 2.200 en girasol. En algodón pasó de un rinde de 1.800 kg/ha con surcos a un metro a 3.000 kg/ha con biotecnología, siembra directa y surcos estrechos (a 35 cm).

Alberto Ponce no le escatima a la tecnología en sus campos de Gancedo (Chaco) y obtiene rindes promedio de 2.800 kg/ha en soja y 2.200 en girasol. En algodón pasó de un rinde de 1.800 kg/ha con surcos a un metro a 3.000 kg/ha con biotecnología, siembra directa y surcos estrechos (a 35 cm).
infocampo
Por Infocampo

Bien sabe el productor del norte argentino que la irregularidad climática no se puede domar. No obstante,
desde hace unos años está encontrando el camino para lograr un mejor aprovechamiento hídrico, menor erosión y más rentabilidad.

Una década atrás las lluvias (o, mejor, la escasez de las mismas) hacían imposible que un productor pueda cosechar una soja de más de 4.000 kilos por hectárea. Hoy, con el aporte de la biotecnología y la adopción de la siembra directa el horizonte ha cambiado.

Junto con la soja RR también el girasol, el maíz y un algodón de mayor productividad brindan márgenes
interesantes a largo plazo. Hace 15 años que Mario Alberto Ponce es productor en la zona de Gancedo, al suroeste de Chaco, a unos 300 km de Resistencia.

Actualmente, entre propias y alquiladas, produce en alrededor de 1.000 hectáreas. Además, es asesor para
una superficie cultivable de 6.000 ha y contratista de servicios de siembra para todos los cultivos de la zona en alrededor de 10.000 ha.

La campaña pasada, con lluvias más regulares que lo habitual, logró márgenes de 500 dólares por hectárea
(u$s/ha) en algodón (con un rinde de 2.800 kg/ha), 200 u$s/ha con la soja (2.800 kg/ha) y 140 u$s/ ha con un girasol que rindió 2.200 kg/ha (que por entonces cotizaba 200 u$s/t y no los 370 actuales).

“Con siembra convencional no teníamos margen, y si no llovía había una enorme mortandad de plantas, y podían llegar a perderse lotes enteros; esto hoy, con la siembra directa, no nos pasa, porque la cobertura nos da una cintura para que el cultivo aguante cuando hay déficit hídrico”, destaca Ponce.

Cuando empezó a principios de la década del 90, todo se hacía con convencional. Los primeros ensayos que Ponce recuerda con siembra directa fueron en 1995. El trabajo que tenían que hacer en convencional, además de menos sustentable, era más costoso: se pasaba cincel, luego un disco pesado y finalmente otro disco para emparejar. Cuando llovía, además, había que pasar un cultivador de campo para sellar el suelo y que no se vaya la humedad.

“Necesitábamos por lo menos un equipo de seis personas más las máquinas; hoy, con una sembradora y un mosquito autopropulsado se pueden implantar 2.000 ha, con 8 litros de combustible por hectárea, mientras que antes llegábamos a gastar hasta 50”, destaca Ponce.

Las lluvias invernales de la campaña pasada le permitieron sembrar las hectáreas previstas en tiempo y forma, y por eso los rindes fueron muy buenos. Obtuvieron un promedio de 2.200 kg/ha, un muy buen rinde para la zona, sobre una superficie de 340 ha de girasol sembrado el 15 de julio.

En lo que respecta al algodón, como asesor hace 4 o 5 años que está trabajando con la técnica de surcos estrechos, pero como productor se animó recién la campaña pasada con rindes de 2.800 kg/ha cosechados con stripper y pre limpieza. “Para nosotros, esta forma de manejo fue fundamental, junto con la rotación, la siembra directa y la biotecnología”, destaca Ponce. Los productores chaqueños de hasta 100 ha reciben 100 $/haentre los subsidios que brindan la provincia y la Nación.

Para los servicios de siembra, Ponce tiene cinco tractores articulados y dos comunes; 3 sembradoras
Apache 9000 (25 surcos a 35 cm), una Cele (12 surcos) y una Super Walter (20 surcos a 52 cm). La rotación es maíz o sorgo (el primero generalmente lo cosecha y lo vende como grano, el sorgo es mayormente para consumo forrajero) buscando cobertura y mejor estructura de suelo, luego soja, algodón y vuelven a sorgo o maíz.

En la zona llueven unos 800 mm al año. Las precipitaciones comienzan en octubre y van hasta diciembre; entre el 15 de enero y el 15 de febrero hay un bache hídrico y luego retoman hasta mayo. Esta campaña el bache fue hasta los primeros días de octubre, lo que le impidió sembrar el girasol.

Ponce intenta sembrar el maíz los primeros días de septiembre, pero como generalmente no llueve, la implantación se hace los primeros días de enero para que el bache hídrico no caiga en un momento complicado para el desarrollo del cultivo.

Luego de la cosecha se mantiene limpio el lote con 2,4-D en la época invernal (período permitido) y luego con glifosato. La soja la siembra a 52 o 35 centímetros.

La primera opción es cuando los lotes están más limpios; la segunda, para los que tienen más presión de malezas porque la planta cubre más rápido el entresurco y se defiende mejor. No hay mucha diferencia de rinde entre una distancia y otra. En lo que respecta a la densidad, tratan que haya unas 16 plantas por metro a cosecha cuando es a 52 cm y 13 plantas por metro a 35 cm. Durante el crecimiento siempre se mantiene el lote limpio con glifosato y se controlan plagas como pulgón, chinches, trips; también desfoliadoras.

Antes un rinde de soja de 2.000 kg/ha era bueno, hoy un rinde normal es de entre 2.600 y 3.000 kg/ha, con
picos que han superado los 4.000 kg/ha, en un campo de la zona.El algodón pasó de un rinde de 1.800 kg/ha con surcos a un metro a 3.000 kg/ha con biotecnología, SD y surcos estrechos (a 35 cm).

“Los productores que hace años están haciendo un buen manejo, con rotaciones, cobertura y biotecnolgía han mejorado su productividad, sobre todo los años más secos, en la comparativa con los que no han
adoptado un cambio de conductas”, asegura el presidente de la regional Charata de Aapresid, Jorge Pinto.

Juan Martínez Dodda

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