Si usted era de los que le echaban la culpa de su exceso de peso a esa indomable costumbre de “picar” entre comidas, o a que no era capaz de concentrarse para hacer dieta, o a que se ponía metas inalcanzables… bueno, tal vez tenga que revisar sus creencias.
Un provocativo trabajo científico que acaba de publicarse en el New England Journal of Medicine como “artículo especial” pone en tela de juicio algunas de las nociones más ampliamente aceptadas sobre cómo se baja de peso… no sólo entre el público, sino también entre los médicos y las agencias gubernamentales. “Incluso los investigadores y académicos aceptan ideas sin pruebas objetivas”, lanzan los autores, pertenecientes a las universidades de Alabama, Copenhaguen, Pensilvania, Carolina del Sur y Boston.
Los investigadores, liderados por el epidemiólogo David Allison, que alguna vez fue candidato a presidir la Sociedad Norteamericana de Obesidad, identificaron siete mitos (es decir, ideas consideradas verdaderas, aunque existe evidencia que las refuta); cinco nociones que se repiten incansablemente, aunque no se sabe a ciencia cierta si son verdaderas o falsas, y algunas verdades (respaldadas por suficiente evidencia como para considerarlas empíricamente probadas para propósitos prácticos). El trabajo fue realizado con un subsidio de los Institutos Nacionales de Salud de los EE.UU.
La conclusión es que mucho de lo que se difunde en obesidad responde a convicciones que no tienen datos que las respalden.
Son los identificados por el trabajo científico
* 1. Pequeños cambios pueden resultar en descenso de peso a largo plazo
Las guías nacionales de salud de los Estados Unidos y prestigiosos sitios de Internet afirman que cuando se hacen mínimas modificaciones en el estilo de vida los cambios en el peso se acumulan indefinidamente
* 2. Es importante ponerse metas sensatas y realistas, porque si no los pacientes se frustran
Aunque se trata de una hipótesis razonable, datos científicos indican que no habría una asociación negativa entre ponerse metas ambiciosas y bajar de peso. De hecho, varios estudios mostraron que éstas promueven un mayor descenso
* 3. Es mejor el descenso gradual que el rápido
Un metaanálisis de pruebas controladas que comparó el descenso rápido de peso con otro más gradual y analizó el resultado a largo plazo mostró que no había una diferencia significativa en los resultados. Aunque no está claro por qué algunas personas pierden peso al comienzo más rápidamente que otras, en algunos casos la recomendación de hacerlo gradualmente podría interferir con el éxito del programa
* 4. Es importante tener una buena actitud para comenzar una dieta
Una buena predisposición no predice cuánto peso se perderá ni la adhesión a la dieta. Así lo demostraron cinco estudios en 3900 personas
* 5. Las clases de educación física tienen un papel importante en la prevención de la obesidad
Al menos tal como se ofrecen en los EE.UU., no parecen prevenirla ni reducirla en los niños. Tres estudios muestran que aunque se aumentó el número de horas de clase, sus efectos fueron irrelevantes
* 6. La leche materna es un seguro contra la obesidad
La OMS afirma que los niños amamantados tienen menos probabilidades de ser obesos. Estudios realizados en 13.000 chicos no aportaron pruebas convincentes con respecto a la obesidad, aunque sí tiene otros importantes beneficios para el bebe y la madre
* 7. Tener sexo adelgaza
Al contrario de lo que se piensa, no es así. Se cree que cada vez que se realiza un acto sexual se consumen entre 100 y 300 calorías. Sin embargo, está demostrado que, en promedio, se gastan unas 20 calorías, algo así como tres veces más de lo que invertimos en estar sentados mirando la TV.
Fuente: La Nación

