Mediante el Programa Federal de Apoyo al Desarrollo Rural Sustentable (Profeder), el INTA responde a las necesidades y demandas de las organizaciones de productores, comunidades rurales, instituciones y gobiernos locales de todo el país con una pluralidad de instrumentos, bajo un enfoque de desarrollo local y territorial. Estas cinco experiencias reflejan distintas herramientas para promover la equidad y la inclusión social, con la participación como requisito fundamental.
Agua para el desarrollo
En la Hiedra, un paraje santafesino, 18 familias compartían un problema crítico: no poseían un eficiente sistema de captación, recolección y acopio de agua de lluvia, lo cual les impedía disponer del recurso para consumo personal y hacer huertas para autoprovisión.
Financiados por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y apoyados por la comuna de Villa Minetti, el INTA Tostado, la Asociación para el Desarrollo Rural (ADeR) y el aporte de los vecinos, se construyeron siete depósitos de 15 mil litros de agua cada uno.
Así se promovió un modelo de autoproducción de alimentos en calidad y cantidad, que garantizó la seguridad alimentaria de los pobladores y revirtió el desarraigo de muchos jóvenes.
“Que trabajen instituciones en forma articulada es beneficioso para la propia comunidad porque se potencian las capacidades y se hace posible la concreción real de los proyectos”, consideró Melba Gulli, representante de la ADeR.
La comunidad de La Hiedra logró un modelo de autoproducción de alimentos, que garantizó la seguridad alimentaria de los pobladores y revirtió el desarraigo.
Mejoras en la comercialización
En Bernardo de Irigoyen –Misiones–, emprendedores familiares de bajos recursos producían pollo, cerdo y verduras con muchas dificultades en la comercialización. Para mejorar su calidad de vida, luego de la crisis de 2001 se plantearon la necesidad de articular los esfuerzos del INTA, la Subsecretaría de Agricultura Familiar, el municipio, el Senasa y el Instituto de Fomento Agroindustrial (IFAI) para abordar la problemática de manera integral.
Así, se formó la Unión de Trabajadores Rurales del Nordeste Misionero (UTR), que involucra a muchas familias de pequeños productores de la zona y la Cooperativa Unión de la Frontera, integrada por más de 25 grupos de base que, con un esquema de ventas colectivo, expande el mercado en la provincia.
La comercialización comenzó en Bernardo de Irigoyen y con la Feria Franca y otros comercios se extendió a Puerto Iguazú. Hoy se venden 2.000 kilos de carne de cerdo por mes, un considerable volumen de pollo campero y otros productos.
La apertura del Mercado Concentrador de Posadas fue un paso importante. Gracias al crecimiento en la producción y al apoyo estatal, la cooperativa vende allí 400 kilos semanales de carne de cerdo y pollo, lo que genera mejoras en las economías familiares y en la calidad de vida.

