Las turbulencias siguen dominando al mercado cambiario. El Banco Central trata de intervenir, con el fin de que no se dispare el tipo de cambio y que el dólar paralelo no vuelva a superar la barrera de los $ 15, mientras la volatilidad se apodera de los inversores, según publicó La Gaceta de Tucumán.
“La inminencia de las elecciones (y de una alteración en las políticas monetarias y cambiarias después de los comicios con la asunción de un nuevo presidente) presiona sobre la salida de divisas por el pago anticipado de gastos asociados al turismo extranjero”, expresó la consultora Ecolatina en uno de sus últimos reportes. Sin embargo, a este cúmulo de situaciones se le agrega otro: al Banco Central le cuesta cada vez más transformar en reservas la liquidación de divisas por parte del sector agroexportador, en particular, por los ingresos provenientes de la soja. Con datos hasta mediados de mes, se espera que en julio aumente aún más el saldo negativo del indicador de compra/venta neta de dólares por parte del Central. Esto implica un deterioro aún mayor en la capacidad de la autoridad monetaria para robustecer sus reservas, explica el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea.
Tomando el acumulado anual al 17 de julio, se tiene que mientras que este sector de la economía liquido US$ 12.663,8 millones, el BCRA tuvo compras netas de dólares por apenas US$ 2.135,8 millones. “Esto implica que, en lo que va del año, el Central tan solo ha podido transformar en Reservas U$S 16,90 de cada U$S 100 liquidados; un guarismo 51% menor al registrado en idéntico periodo del año pasado”, puntualiza en su último informe de coyuntura.
A partir de los datos de liquidación de divisas por parte de exportaciones e industriales de aceites y granos y de la compra-venta de dólares por parte del Central, se ha construido un indicador que permite tener una idea de la acumulación o no de esas divisas liquidadas en forma de reservas internacionales en el Banco Central.
Tomando el acumulado mensual semana a semana, el indicador de compra/venta neta de divisas por parte del Central refleja que luego de tocar un mínimo de -U$S 858,3 millones a principios de 2015, el saldo se expandió hasta -U$S 1.638,8 millones a principios de marzo; luego comenzó a mejorar paulatinamente achicando el saldo (gracias a mayores volúmenes de compras de dólares por parte del BCRA) hasta -U$S 851,8 millones a mediados de mayo. Sin embargo, esa tendencia se revirtió completamente en los últimos dos meses para las que se tiene datos, observa el Ieral. Así las cosas, a mediados de este mes, el indicador refleja un deterioro significativo mostrando un saldo negativo por U$S 2.315,9 millones, un nivel récord para la serie desde febrero de 2014, puntualiza. Este comportamiento, estuvo motorizado principalmente por el deterioro en la capacidad del BCRA que captar las divisas liquidadas, pero también agravado por la contracción en los volúmenes de dólares liquidados que tienen que ver con la caída de precios internacionales.
Según la entidad de la Fundación Mediterránea, los datos reflejan que, las compras netas del Central mostraron un saldo negativo en enero, febrero y marzo. Durante el segundo trimestre del año esta tendencia se revirtió, aunque no lo suficiente como para recomponer en forma significativa las reservas. “Para el acumulado desde comienzos de año hasta mediados del corriente mes, se observa una disminución en el volumen de divisas liquidadas (-15,6% interanual), pasando de U$S 14.993,8 millones en 2014 a U$S 12.663,8 millones este año. Y, por el lado de las compras netas de dólares por parte del Central, en el acumulado del año alcanza apenas U$S 2.135,8 millones, 58,4% menos que los U$S 5.131,5 millones acumulados en idéntico período del año pasado.
En buen romance, este comportamiento implica que mientras que en 2012 y 2014 el Banco Central logro captar U$S 55 y U$S 34,20 por cada 100 liquidados por los chacareros respectivamente; este año apenas logro retener U$S 16,90. Posiblemente estén operando una serie de factores que incluyen, entre otros, la baja de los precios internacionales y la expectativa de unificación cambiaria que potencialmente podría implementar un nuevo gobierno.

