La lechería argentina vuelve a encender señales de alerta. Según el último informe de costos regionales elaborado por la OCLA en base a datos del INTA, correspondiente a noviembre de 2025 pero publicado este mes, el sistema productivo ingresó nuevamente en una zona crítica.
Según estimaron, el precio de la leche fue alcanzado —y en algunos casos superado— por los costos de producción, lo que derivó en una tasa de rentabilidad promedio negativa.
El relevamiento contempla diez regiones productivas del país y analiza distintos modelos de tambo —chico, mediano y grande— a partir del denominado “Caso Modal”, es decir, un esquema promedio representativo de cada zona. En total, se consideran 30 estructuras de costos que permiten trazar una radiografía precisa del negocio lechero y su evolución reciente.
DEL DESACOPLE A LA CONVERGENCIA FORZADA
Tal como venía señalando la OCLA en informes anteriores, a fines de 2023 se produjo un fuerte desacople entre precios y costos, impulsado por la devaluación y la aceleración inflacionaria. En ese contexto, el precio de la leche logró crecer por encima de la inflación durante varios meses, lo que permitió recomponer márgenes y devolverle rentabilidad a la actividad.
Esa convergencia positiva se consolidó a partir de febrero de 2024, cuando la tasa de rentabilidad volvió a terreno positivo y se mantuvo relativamente estable —en torno al 4%— entre marzo de 2024 y abril de 2025. Incluso, el sistema alcanzó un pico de 5,8% en agosto del año pasado, un valor que se acercaba al rendimiento exigido por el capital invertido.
Sin embargo, el escenario comenzó a deteriorarse en la segunda mitad de 2025. En noviembre, la rentabilidad promedio cayó al -0,3%, mientras que el promedio de los últimos doce meses descendió al 2,3%, marcando un claro cambio de tendencia.
LA ESCALA VUELVE A MARCAR LA DIFERENCIA
El informe vuelve a confirmar una constante estructural del sector: el tamaño importa. Al desagregar la rentabilidad por estratos productivos, se observa que los tambos grandes mantienen resultados sistemáticamente superiores a los medianos y chicos, aun en contextos adversos.
Los establecimientos de mayor escala —con producciones diarias promedio cercanas a los 8.830 litros— lograron en noviembre una rentabilidad del 2,1%. Si bien el número es positivo, resulta insuficiente frente a la tasa exigida del 5% sobre el capital promedio operado y representa menos de la mitad de ese umbral.
En el otro extremo, los tambos chicos, con una producción promedio de 1.761 litros diarios según los modelos del INTA, registraron en noviembre una rentabilidad negativa del 1,7%. En estos casos, el costo de producir un litro de leche ya supera claramente el precio percibido, dejando al productor en una situación de pérdida operativa.
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Los tambos medianos tampoco lograron sostener el equilibrio: perforaron el nivel de rentabilidad cero en octubre y profundizaron la caída en noviembre, con un resultado negativo del 0,9%. En todos los estratos, salvo excepciones puntuales, la tendencia de los últimos 18 meses es claramente descendente.
PRECIO, COSTOS Y EQUILIBRIO
Uno de los gráficos centrales del informe muestra la evolución del precio de la leche frente a las áreas de costo y al denominado “precio de equilibrio”, que contempla el costo de oportunidad del capital invertido. Allí se observa con claridad cómo, en los últimos meses, el precio fue perdiendo terreno.
Tras alejarse durante buena parte de 2024 de la zona de costos, el valor percibido por el productor comenzó a acercarse peligrosamente a ese umbral. En octubre lo tocó y en noviembre lo perforó, al tiempo que se distanció del precio de equilibrio de largo plazo, marcando un deterioro evidente de la relación precio-costo.
Este proceso responde a dos factores combinados: por un lado, un ajuste del precio de la leche por debajo de la inflación; por el otro, el incremento de insumos clave que desmejoraron las relaciones insumo-producto, afectando la eficiencia económica del sistema.
FACTURACIÓN EN BAJA Y SEÑALES MIXTAS EN DÓLARES
El informe también analiza el desempeño del tambo promedio SIGLeA-LUME, que en noviembre de 2025 produjo unos 3.872 litros diarios. En términos interanuales, la facturación de ese establecimiento se ubicó un 8,6% por debajo del mismo mes del año anterior.
En el acumulado de enero a noviembre, medido en moneda constante, la facturación cayó un 4,0% interanual. Este resultado se explica por una baja del precio del 13,8%, parcialmente compensada por una mejora productiva del 11,4%. En dólares, en cambio, la facturación mostró una leve mejora del 1,1%, reflejando el efecto del tipo de cambio sobre los ingresos.
RELACIÓN PRECIO-COSTO VOLVIÓ A SER NEGATIVA
Otro indicador clave es la relación entre el precio percibido y el costo de producción. Cuando ese ratio supera el valor 1, el sistema genera margen; cuando cae por debajo, entra en pérdida. Según la OCLA, esta relación fue positiva entre febrero de 2024 y octubre de 2025, alcanzando un máximo de 1,12 en mayo de 2024.
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Desde entonces, la tendencia fue descendente. En los últimos meses se mantenía en torno a 1,08, cayó a 1,03 entre junio y agosto y finalmente alcanzó el punto de equilibrio en octubre. En noviembre, el ratio descendió a 0,99, confirmando que el precio ya no alcanza para cubrir los costos.
COSTOS PROMEDIO Y FUERTE DISPERSIÓN REGIONAL
El costo promedio de producción relevado en noviembre fue de $481,65 por litro, mientras que la rentabilidad promedio se ubicó en -0,3%. Estos valores surgen de los promedios ponderados de las diez regiones analizadas y de los tres estratos productivos considerados.
No obstante, el informe remarca la fuerte dispersión existente entre regiones, estrechamente vinculada a las diferencias de escala, productividad y eficiencia. Mientras algunas zonas logran sostener mejores resultados, otras enfrentan escenarios mucho más ajustados, lo que profundiza las asimetrías dentro del sistema.
En síntesis, los datos de noviembre confirman que la lechería volvió a quedar al borde —y en muchos casos por debajo— del equilibrio. Con precios que no logran seguirle el ritmo a los costos y márgenes cada vez más ajustados, el desafío vuelve a ser cómo sostener la producción sin comprometer la viabilidad económica de los tambos, especialmente de los más chicos.

