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Afirman que Santa Fe pierde casi 20.000 hectáreas de bosque cada año

El último estudio realizado por la UNR marca que la tasa anual de superficie de bosque que se pierde en Santa Fe equivale a 19.574 hectáreas.

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Por Infocampo

Con las inundaciones azotando a gran parte de la provincia, la deforestación y sus devastadores efectos vuelven a ser materia de análisis. El último estudio realizado por la UNR marca que la tasa anual de superficie de bosque que se pierde en Santa Fe equivale a 19.574 hectáreas, un área más grande que toda la ciudad de Rosario.

El río Paraná sigue creciendo. El agua avanza y no da tregua en muchas localidades santafesinas. La imprevisibilidad de la naturaleza no ayuda. Tampoco la mano del hombre. Y menos aún un modelo productivo que desde hace años atenta contra las propiedades de la tierra. “El río es inocente. Hay que poner el énfasis en la sojización y la deforestación”, explican académicos y especialistas. La Universidad Nacional de Rosario (UNR) logró cuantificar la superficie de bosque que se destruyó en Santa Fe en un período 32 años. La cifra estremece: se perdieron 385.857 hectáreas.

La investigación fue realizada por docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias. Es el único estudio riguroso que existe en materia de deforestación en la provincia de Santa Fe. Del relevamiento se desprende que la superficie de bosque de Cuña Boscosa santafesina se redujo de 790.529 a 404.672 hectáreas entre 1976 y 2008, alcanzando entre 2005 y 2008 una tasa de deforestación anual de 19.574 hectáreas; es decir, una superficie mayor a la ciudad de Rosario, de 17.800 hectáreas.

La zona de análisis abarca los departamentos San Javier, San Justo, San Cristóbal, Vera y General Obligado. José Vesprini, Claudia Alzugaray e Ignacio Barberis, autores del trabajo, explican que la deforestación no consiste solamente en eliminar árboles. El proceso incluye además “la eliminación de todos los organismos que crecen dentro del bosque y así muchas de las interacciones que existen entre ellos”.

“Los bosques son ecosistemas complejos donde gran parte del alto número de los seres vivos que en ellos habitan interactúan. La eliminación de cualquiera de ellos afecta el modo en el que circula la materia o fluye la energía dentro de los ecosistemas”, detallan.

El informe da cuenta de que en la provincia de Santa Fe los ecosistemas de bosque -que son muy distintos a los ecosistemas agrícolas- albergan una gran diversidad de especies vegetales, animales, hongos, bacterias y otros organismos pequeños.

La transformación de estos bosques en pastizales o cultivos genera que el agua no sea retenida por los ecosistemas. “El agua no retenida escurre cuenca abajo encontrando en muchos casos a las ciudades donde la población humana se halla muy concentrada”, sostienen los investigadores.

La conclusión a la que llegaron es que estas “modificaciones” tienen efectos irreversibles. “Los Estados imponemos en los ecosistemas las actividades necesarias para mantener vigente nuestro modelo económico. Los ecosistemas responden frecuentemente con una plasticidad que resulta sorprendente. Pero hay situaciones en la historia donde los ecosistemas no pueden responder a las modificaciones impuestas del modo en que lo deseamos. Es que algunas de las `leyes que rigen la naturaleza` son inexorables”.

La denuncia de Greenpeace

El 28 de noviembre de 2007, el Congreso sancionó la Ley de Bosque, normativa que pone un coto a las áreas que se pueden desmontar en Argentina al obligar a las provincias a realizar un estudio de impacto ambiental y una audiencia pública antes de autorizar un desmonte. Sin embargo, según la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, desde la sanción de la Ley hasta fines de 2014 se deforestaron en el país más de 2 millones de hectáreas, de las cuales 620 mil eran bosques protegidos.

“Los bosques y selvas, además de concentrar biodiversidad considerable, juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos. Son nuestra esponja natural y paraguas protector. Cuando perdemos bosques nos volvemos más vulnerables ante las intensas lluvias y corremos serios riesgos de inundaciones”, advirtió días atrás Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace Argentina.

Desde la ONG ambientalista aseguran que la situación de la Selva Misionera, atravesada por los ríos Uruguay, Paraná e Iguazú, es realmente crítica: sólo queda un 7% de la superficie original de bosques.

Según Giardini, Argentina está entre los diez países que más deforestaron en el mundo en los últimos 25 años. Así lo indica el último informe realizado por Naciones Unidas, en el que se detalla que se perdieron 7.600.000 hectáreas de selvas y bosques (300 mil por año), lo que equivale a la superficie de un país como Escocia.

La lucha de Greenpeace es avanzar en una ley de Delitos Forestales. “En otros países destruir un bosque es considerado un delito penal. En Argentina es un delito civil y sólo implica una multa. Los productores toman esa multa como parte de los costos de producción y quebrantan la ley sin problema”, remarcó indignado el representante de la ONG.

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