Si bien es cierto que las medidas que alteran el normal desempeño del mercado produjeron efectos transitorios asimétricos entre los diferentes actores de la cadena de valor, las cuentas no son tan simples.
La evaluación de impacto omite, en el caso de la industria exportadora, la ponderación de las pérdidas ocasionadas por el cierre de plantas, el aumento de los costos fijos como consecuencia de la reducción de la faena, pérdidas por demora de embarques en el puerto, renegociación de precios por deterioro de mercaderías, cancelación de operaciones, impedimentos legales entre otros. La “ganancia” circunstancial por acceder a una materia prima más barata no debiera contabilizarse como tal sin ponderar todos los otros efectos que erosionan la rentabilidad.
Resultaría de poca utilidad afirmar que el consumidor se ha beneficiado, cuando en realidad se compromete su futuro al enfrentar una escasez producto del desestímulo a la producción.
Lo que se quiere señalar es que el círculo virtuoso para la creación de valor en el sector ha sido alterado por el cierre de las exportaciones produciendo una situación en la que todos pierden.
La restricción a las exportaciones limita los beneficios para el sector y para la economía nacional como consecuencia de:
a) la erosión de la rentabilidad, desestimulando las inversiones; b) los bajos precios domésticos de las carnes actúan como desincentivo para las producciones de carnes sustitutas;
c) el deterioro de la imagen de Argentina como proveedor confiable del mercado mundial y como destino de las inversiones;
d) sub aprovechamiento del mercado mundial como movilizador de las inversiones y el crecimiento de la actividad.
Para finalizar, el país necesita que el sector retome el camino de crecimiento iniciado hace más de dos años.
En consecuencia el desafío del presente es compatibilizar dos objetivos centrales de políticas públicas que apuntan a ese objetivo y que ya han sido acordados por el Gobierno y los actores de la cadena el 6 de abril: a) estabilizar el mercado interno y b) que la ganadería siga siendo una alternativa válida para las inversiones.
Héctor Salamanco
Especial para Infocampo