La idea es sencilla. A diferencia de sus colegas de la región pampeana núcleo, los chacareros del sur y sudoeste de la provincia de Buenos Aires tienen serios problemas para hacer soja de segunda después del trigo. Se trata de una superficie muy grande de trigo que podría incorporar la producción de la oleaginosa de contar con el paquete tecnológico apropiado. Y ese paquete es lo que viene a lanzar Frontec, la alianza de Eduardo López Mondo y Los Grobo.
El primero tuvo un papel relevante en la difusión de la siembra directa y el lanzamiento de la soja RR, desde su gerencia en Monsanto. Ahora, ya alejado de la compañía, se propone repetir el modelo pero para desarrollar la intersiembra de trigo y soja en todo el centro y sur bonaerense.
El banco de pruebas fue el establecimiento El Volcán, de la familia Boglione, en Balcarce, donde la tecnología se fue ajustando.
El manejo consiste en implantar el trigo dejando surcos sin sembrar. Un mes antes de la cosecha, aproximadamente, en los surcos vacíos se siembra la soja. Cuando entra la cosechadora al lote y se lleva el cereal, queda la soja en desarrollo. Así, se le ganan hasta cuatro semanas respecto de una soja de segunda, que se sembraría después del trigo.
En diálogo con Infocampo, López Mondo dice que este es el momentum (juega con el título del último congreso de Aapresid) de la intersiembra trigo/soja.
âLa técnica está muy probada y cuando hay riego está fuera de discusiónâ, comenta el entrevistado y asegura que el grupo El Tejar, de Saladillo, ya tiene las sembradoras que se requieren para poder implantar la soja con el trigo en madurez fisiológica y que otro tanto han hecho los contratistas de Los Grobo.
Al respecto, Marcelo Rey, uno de los responsables de producción del grupo casarense, comenta que al tiempo que siguen manteniendo ensayos, han salido a hacer la intersiembra en 150 hectáreas en un lote próximo a Mar del Plata (sudeste bonaerense) y en otro lote de 140 ha en el partido de Guaminí.
âUna de las mayores limitantes para la soja de segunda son las heladas. Por eso, con la soja en intersiembra no solamente tenemos más ciclo para el cultivo sino que reducimos el riesgo de afección por heladas. Incluso en Mar del Plata, la influencia del mar no llega más allá de los 10 o 15 kilómetros de la costa. En la campaña pasada, sin ir más lejos, heló en diciembre y en mayo. Por eso, la soja de segunda no es un cultivo muy confiableâ, explicó Rey.
Cuestión de equilibrio. La sintonía fina del manejo pasa por la proporción de trigo y soja. La filosofía de la práctica consiste en sacrificar algo de potencial de rinde de un trigo solo o de una soja de primera, para ganar con la suma del doble cultivo anual. âPara un área que iría de Nueve de Julio a Daireaux y de ahí a Guaminí o Pigüé, estamos pensando que lo mejor es sembrar a 52 cm el trigo y luego intersembrar también a 52 la sojaâ, explica López Mondo.
El rinde del trigo sembrado a esta distancia caería en torno del 15% respecto de una siembra convencional, pero la soja tendría un potencial bastante parecido al de una soja de primera.
Por su parte, Rey apunta a la elección del cultivar de trigo -que tiene que ser de caña fuerte, macollador (para mantener un buen número de espigas por hectárea) y no muy alto- así como el de la soja.
âEn Mar del Plata y Guaminí vamos a utilizar variedades de grupo 3.5 a 4.6â, anticipa el técnico.
El gran desafio de esta práctica es el manejo en secano, es decir sin riego. âEl 80% del éxito va a estar explicado por la humedad del perfilâ, señala López Mondo.
Desde el Inta Balcarce, en tanto, el especialista en fisiología del trigo, Pablo Abbate, coincide en este aspecto. âLas experiencias con riego han funcionado bienâ, señala, en referencia sobre todo al trabajo de El Volcán (ver nota en página 13). âEl cuello de botella es tener agua para la implantación de la sojaâ, opina.