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El agro no necesita un dólar caro

Al contrario de lo que afirman desde el Palacio de Hacienda, la suerte del sector más dinámico de la economía nacional no está atada a la cotización de la moneda estadounidense.

Al contrario de lo que afirman desde el Palacio de Hacienda, la suerte del sector más dinámico de la economía nacional no está atada a la cotización de la moneda estadounidense.
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Por Infocampo

La competitividad del sector agrícola no depende de un tipo de cambio nominal elevado dado que la mayor parte de los costos de producción de granos se encuentran dolarizados (ver cuadros). En cambio, la sustentabilidad del negocio agrícola sí necesita precios internos acordes con los presentes en el mercado internacional, porque tal distorsión -ante el elevado costo de los fertilizantes- provocará un recorte del área de siembra de maíz y una supersiembra de soja en el ciclo 2005/06.

En la campaña 2005/06 se proyecta una caída del área de siembra de maíz del orden de 15-20% con relación al ciclo anterior (que fue de 3,43 M/ha en 2004/05 según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos).

En tanto, el área de soja crecería al menos un 7% con respecto a las 14,4 M/ha implantadas en el ciclo 2004/05. Lo ideal, en términos de rotación agrícola, sería que la superficie de maíz sea al menos la mitad de la de soja. Pero los derechos de exportación aplicados sobre los granos hacen que -para minimizar riesgos- los empresarios concentren el grueso de la inversión agrícola en el cultivo con el costo de producción más económico. Es decir: la soja.

Un tipo de cambio nominal elevado es conveniente para aquellas empresas que tienen costos en pesos e ingresos en dólares (Ej.: una firma de software que desarrolla programas para clientes en el exterior) o bien para industrias que producen bienes susceptibles de ser importados (Ej.: textiles e indumentaria). Pero un dólar caro es desventajoso para aquellos que reciben ingresos en pesos y deben acceder a bienes dolarizados (asalariados versus inmuebles urbanos).

En cualquier caso, el tipo de cambio actúa como un sistema de premios y castigos entre los diferentes actores de una economía. En el esquema actual, el dólar caro premia a todos aquellos que producen bienes y servicios exportables y protege, además, a las industrias que elaboran bienes que podrían importarse a precios competitivos.

El castigo para los que ganan -a juicio del Gobierno- demasiado con la exportación, son las retenciones. En cambio, la contrapartida de los que ganan mucho con la protección ofrecida por un tipo de cambio elevado, es un castigo que es pagado por todos los consumidores. El problema, entonces, no es el tipo de cambio. La cuestión está en otra parte.

Ezequiel Tambornini | Especial para Infocampo

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