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¿Cuál es la influencia del biodiesel en el ambiente?

Los países desarrollados están incrementando el uso de biocombustibles, principalmente ante un escenario de escasez y de subas de precios de combustibles fósiles.

Los países desarrollados están incrementando el uso de biocombustibles, principalmente ante un escenario de escasez y de subas de precios de combustibles fósiles.
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Por Infocampo

La Argentina juega un papel clave en 4 cultivos importantes, fundamentales para la producción de biodiesel: soja, girasol, maíz y trigo. Como ejemplo, es el tercer productor de soja del mundo y el primer exportador de aceite y derivados de soja. Hoy produce el 18 % del total de soja producida en el mundo, exportando el 94 % de su producción, el 20 % como grano y el resto en forma de aceites, harinas y biodiesel.

Los países desarrollados están incrementando el uso de biocombustibles, principalmente ante un escenario de escasez y de subas de precios de combustibles fósiles. Por lo tanto la búsqueda de combustibles alternativos, resulta imperativo para las políticas públicas.

Teniendo en cuenta que los consumidores internacionales no pueden autoabastecerse y las exigencias legales locales, la Argentina podría potencialmente cubrir la demanda de biocombustibles, ya que se encuentra en condiciones de producir a un costo notablemente más bajo que el resto del mundo (datos obtenidos del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Agronomía de la UBA).

Ahora bien, ¿esta estrategia de negocios, está enmarcada bajo el concepto de desarrollo sustentable, en el cual se tienen en cuenta las variables económicas, sociales y ambientales?; ¿es ambientalmente conveniente seguir manteniendo (e incrementar) este esquema de cultivos intensivos para abastecer la demanda de biocombustibles? Para tratar de contestar estas preguntas, debemos entender que la incorporación de biocombustibles a los combustibles fósiles, se fundamenta desde dos puntos: las estimaciones del (¿poco?) petróleo que realmente queda accesible y del cuidado del medio ambiente. El punto que voy a considerar es el segundo, dejando el primero para otro momento.

Está en estudio la metodología a utilizar para poder determinar si la utilización de biocombustibles es realmente amigable con el ambiente. En la Unión Europea y en los EEUU, las últimas medidas legislativas incorporan el cumplimiento de requisitos de sustentabilidad, principalmente por medio del cálculo e incorporación del balance de emisiones de gases del efecto invernadero (GEI), generado por la producción y uso de los biocombustibles en relación a los combustibles fósiles que sustituyen. Traduciendo, se trata de estimar que cantidad de contaminante emiten los biocombustibles a la atmósfera, en comparación con los que emiten los combustibles fósiles.

En este momento existe un gran debate en la comunidad científica del mundo, respecto a la metodología para medir los aportes de los biocombustibles en materia de reducción de los gases del efecto invernadero. En el caso del biodiesel, los factores más determinantes para evaluar su incidencia en el ambiente se encuentran en la fase agrícola, en la producción industrial y en el transporte. La fase agrícola es la que mayor incidencia tiene en los valores globales de emisiones de contaminantes. Por su parte, la producción industrial tiene una serie de variables que incluyen en los valores estudiados; los de mayor importancia son el uso de energía (electricidad, gas natural, vapor), el uso de hexano y de metanol y el tratamiento de efluentes. A nivel transporte, los factores determinantes son el tipo de transporte y la distancia recorrida.

Teniendo en cuenta estas fases, se podría concluir que es ‘ambientalmente amigable’ la utilización de biocombustibles. Pero no se cierra el análisis ahí, ya que en los últimos tiempos, nuevas reglamentaciones de la Unión Europea y en EEUU incorporaron un nuevo concepto que haría que la  conclusión enunciada de un giro de 180°. Este concepto, se basa en la denominada ‘Teoría del Efecto Indirecto por el Cambio del Uso del Suelo’, que nos marca la importancia de considerar el cultivo de soja, girasol, maíz, etc. en zonas donde no se desarrollaban hace pocos años, y solo se pueden llevar a cabo gracias al avance de la tecnología. Tener en cuenta el ‘cambio del uso del suelo’, nos marcaría en un extremo, que no es lo mismo si en lugar de tener un bosque, ahora tenemos un cultivo de soja.

Según los defensores estrictos de los biocombustibles, esta teoría sería un castigo para los mismos ya que al incorporarla al balance de emisiones de gases del efecto invernadero no sería tan marcado el beneficio de su utilización. En el caso del biodiesel de soja dicho castigo amenaza con convertirse en una potencial barrera comercial. Además de lo planteado, también habría que considerar la posible contaminación de suelos y agua que pueden llegar a causar distintos fertilizantes, insecticidas, herbicidas, etc.

Por lo tanto, aunque la palabra ‘biocombustible’ nos haga pensar en que es algo ‘natural’ y que no causará un impacto ambiental negativo, esto es algo incorrecto. Los biocombustibles producen un impacto negativo al ambiente, al igual que los combustibles fósiles. La cuestión, es considerar cuál es peor. Cómo lo menciona uno de los estudios del ‘Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Agronomía de la UBA’, ‘poder contar con modelos y datos propios que caractericen a los sistemas agrícolas argentinos será la base de discusión de todo el Sistema de Biocombustibles Argentino.’

Por Nicolás Bardella. Licenciado en Biología (UNLP). Director de EsaAmbiental.

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