Hace tiempo que se insiste en que no se está fertilizando en las cantidades necesarias para reponer al suelo las dosis de nutrientes extraídos. Con la intensificación de las actividades agrícolas y ganaderas, y pensando en la producción de 100 millones de toneladas de granos, es necesario que el uso de estos productos vaya de la mano de la planificación, cuidando la sustentabilidad de los recursos. Un panorama de cuánto fertilizante usamos y cómo.
Existe tecnología disponible para ampliar el uso de fertilizantes en el país, pero son muchas las variables en juego para que esto finalmente se produzca, en primer lugar los costos. Para el bolsillo del productor y con los márgenes de rentabilidad ajustados por la presión fiscal y por la baja reiterada en el precio de las cotizaciones de los cereales, es indudable que lo primero que se recorta son los costos de implantación de los cultivos. Asimismo, los economistas y analistas del sector aseguran que la actividad productiva continúa siendo rentable. Tal vez no con los márgenes de tiempo atrás, pero todavía cierran.
Está bien claro que la agricultura continuará en expansión y para crecer en rendimientos, el uso de fertilización es un elemento clave.
Según un estudio realizado por Inpofos, regional Cono Sur, actualmente se utilizan 2 millones 500 mil toneladas de estos productos. De esta manera, el consumo de fertilizantes en el país pasó de unas 300 mil toneladas en 1991 a más de 2,3 millones de toneladas en el 2003, cifra que representa un incremento del 608%.
Para la producción de 100 millones de toneladas de granos en el país, estiman que la cantidad subirá a 4 millones de toneladas. El incremento tendrá que rondar el millón 700 mil toneladas. Así lo ratifica un estudio de la Fundación Producir Conservando.
Aseguran además, que si a estos números se suman los fertilizantes utilizados en frutales y hortalizas, pasturas, verdeos y otros cultivos, se elevará a algo más de 5 millones de toneladas.
Pero como no todo es aplicar productos, la sustentabilidad de los recursos y especialmente el suelo es un aspecto a tener en cuenta. La Fundación señala que es primordial intensificar las rotaciones, incorporando gramíneas, maíz y trigo fundamentalmente. Así como la ampliación de la utilización de la siembra directa como sistema productivo.
En este camino, los productores deberán utilizar con mayor frecuencia los sistemas de diagnóstico, mediante análisis de suelo. “Para ello será necesario contar con una red de laboratorios confiables que realicen las recomendaciones de acuerdo a los métodos de diagnóstico para cada cultivo”, tal cual consignó Gustavo Oliverio, coordinador de la Fundación Producir Conservando en diálogo con Infocampo.
Enfatizó también en la necesidad de contar con la maquinaria necesaria para el correcto posicionamiento del fertilizante aplicado. Un desafío más para el sector.
Verónica Puig vpuig@infobae.com
