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La impresionante historia de Emilia, la maestra rural de Salta que da cátedra sobre el esfuerzo del campo

Para llegar a ser maestra rural, todos los días viajaba en bici varios kilómetros por caminos de tierra. Hoy, para dar clases, a veces tiene que hacer dedo. Emilia Romero, la mujer que "cumplió su sueño" y es la nueva protagonista de ELLAS.

Juan Martínez Dodda
Por Juan
Martínez Dodda

“Quería ser nutricionista, pero hoy te puedo decir que amo ser maestra, que los niños son mis hijos adoptivos, que he dejado incluso de estar con mi familia y mis hijas muchas veces por la escuela. No hay nada más lindo que la sonrisa y el cariño de los niños”.

Así se expresa Emilia Romero, maestra rural, directora de la Escuela Ernesto Rodríguez Pérez en Paraje San Martín, del Departamento de Chicoana, al sur de la capital de Salta, al ser consultada sobre su labor diaria y la importancia que tiene. 

Emilia, la mayor de varios hermanos, hija de padre peón rural y madre ordenanza de escuela, es la protagonista de otro capítulo de ELLAS, el podcast en que las mujeres rurales comparten sus historias de vida, sus caminos y desafíos

Recuerda con orgullo que, para estudiar magisterio, su papá hizo un esfuerzo y le compró una bici. Con ese vehículo desandaba kilómetros de calles de tierra hasta llegar a la casa de unos vecinosm cerca de donde pasaba el colectivo que la llevaba a la ciudad donde estudiaba. La vuelta era de noche, ya cuando sus hijas dormían, pero la esperaba su madre, con algo de comer y la charla

EMILIA VESTIDA DE MAESTRA

Mamá de tres mujeres, Gisela, Teresa y Cintia; abuela de 5: Mailén, Ailín, José, Ariadna y Trinidad, está orgullosa del camino recorrido y sabe que, cuando le toque irse del colegio, va a sentir un vacío muy grande. No obstante, tamaña capacidad de entrega, seguro encontrará un lugar para seguir ayudando. 

– ¿Cómo es tu historia vinculada a la ruralidad? ¿Cómo es la historia de tu vida?
– Soy hija de peones rurales, mi papá trabajó toda la vida en el campo. Mi mamá fue ordenanza de una escuela. Vivo en un paraje, que se llama El Mollar, unos 50 minutos al sur de Salta capital. Nací y me crié aquí. Cursé mi primaria en la escuela de acá. El secundario en Chicoana, con mucho esfuerzo y sacrificio. Un sacrificio enorme porque ya tenía a mis tres hijas, porque ya tenía a mi familia constituida, tres hijas, que son el amor de mi vida. Y comencé a estudiar, en mi mente no estaba ser maestra. Mi sueño era, cuando estaba por salir del secundario, estudiar nutrición en la Universidad Nacional de Salta. Pero como vengo de una familia numerosa, y con mis papás que tenían un sueldo que nos alcanzaba apenas para vivir. Un día mi mami me sienta y me dice: “Hija, lamentablemente, vamos a tener que ver qué posibilidad hay de que estudies tu carrera en algún lugar más cercano, porque si yo te doy la posibilidad de que vos estudies en la ciudad de Salta, tus hermanos quedan sin terminar sus estudios”. Unos iban a primaria y otros habían iniciado la secundaria. 

– ¿Y cómo siguió la cosa?
– Para mi suerte abrieron en la localidad El Carril, a 20 kilómetros de donde yo vivo, un terciario y ahí daban la carrera de Magisterio. Y bueno, sin pensarlo, sin haber puesto peros a mi madre, aceptaba eso y que iba a estudiar para maestra. 

– ¿Cómo fue ese camino, esa carrera?
– Donde yo vivo no hay un transporte constante. Hay uno a la mañana, otro al mediodía y otro a la tarde. Entonces mi papá, con mucho sacrificio, trabajaba en una finca, pidió un adelanto al patrón y me compró una bicicleta. Así que salía de acá, dejando a mis hijas chiquitas todavía, con mi mochilita al hombro y salía a la rotonda de Chicoana 30-40 minutos. Dejaba la bicicleta en lo de una familia amiga y de ahí tomaba un colectivo que me dejaba en El Carril. Entraba a cursar a las 18.45, salía a las 23.45, pero yo pedía permiso para salir antes, 23.30 porque el colectivo pasaba a esa hora. Ahí agarraba la bicicleta, me ponía un buzo con capucha que me había comprado mi papá en ese tiempo, él me decía: “Ponete la capucha para que todos piensen que sos un varón y no una mujer”. Me acomodaba mi mochila, mis útiles y me venía. No hay iluminación, es un camino de tierra, tenía 8-10 kilómetros para hacerlo. Cruzaba un río y llegaba a mi casa alrededor de la una de la mañana. Mis hijas Gisela, Teresita y Cintia, ya dormían. Mi madre, como toda madre me esperaba que llegue a casa con algo para comer. 

– ¿Qué dirías de tu madre?
– Mi mamá es un pilar fundamental de mi casa. Mi padre también, claro. Ella me daba de cenar, nos acostábamos y al otro día me tenía que levantar temprano, porque tenía que ocuparme de mis hijas, preparar todo, estudiar, y así lo hice durante tres años. Yo valoro mucho mi trabajo. Valoro la constancia, la perseverancia, el apoyo de mis padres, que siempre les agradezco donde voy y siempre me gusta contar mi historia, porque hoy los chicos tienen posibilidad de estudiar. Tienen pases libres, boletos libres, una computadora o una beca. Yo no contaba con eso. Pero sí con el sacrificio de mi papá y mi mamá. Y desde ahí, me recibí con mucho esfuerzo, algo que me emociona mucho porque son cosas que uno valora mirando retrospectivamente. Es algo que me ha marcado en mi vida. Siempre le agradezco a Dios y a mis padres. Me siento orgullosa de lo que soy y de los padres que tuve. Hoy mi madre está conmigo, con 75 años. Mi padre ya no está hace 20. Pero con mis tres hijas, mis cinco nietos. 

Emilia hablando en acto del colegio

– ¿Cómo arrancaste a trabajar y cómo se fue dando ese camino profesional?
– Desde que me recibí trabajé como maestra rural. Seis años en mi escuela primaria, después me titularizaron. Me fui a una escuela también rural a unos kilómetros de donde vivo. Y después, por razones de la vida, Dios me llevó a donde hoy estoy y amo mi lugar, mi escuela, mis niños, mi carrera y amo ser maestra rural. Hace 12 años que estoy en mi querida escuela de San Martín. No es mi paraje, pero tengo ese sentido de pertenencia, porque creo que Dios me puso por algo en ese pedacito de tierra en el mundo que tiene una belleza impresionante. Y le dedico mi vida a mi escuela, a mis niños, incluso a veces dejando a mi familia atrás. Cuántas cosas me perdí de compartir con mis hijas, pero esta profesión es así. Soy maestra rural con todo orgullo, vivo por y para mis niños. Todos carentes de recursos. Es una escuela albergue, asique llegamos los días lunes y nos vamos los viernes. Son mi otra familia. Son mis hijos adoptivos mis alumnos y trato de darlos lo mejor. 

– ¿Qué te gusta de ser maestra rural?
– Hace 23 años que soy maestra, me quedan seis para jubilarme, vivo mi día a día rodeada del amor de mis niños. No hay nada mejor que la sonrisa y el cariño de los niños y escucharlos decir “La quiero”, “La extraño”, “No se vaya”, cuando me voy unos días a hacer un trámite o voy a una jornada. Yo de por sí soy sentimental, tengo que poner el corazón duro para no andar moqueando. Contar mi historia a mí me emociona y enorgullece. Donde puedo contarla lo hago porque no fue fácil. 

– ¿Qué hacés ahora en la escuela? ¿Cuál es tu cargo y función?
– Hace tres años que soy directora. Soy maestra de grado también de 5°, 6° y 7°. Además de lo administrativo. Me hace muy bien soñar con un futuro mejor para mis niños. Estoy en una escuela donde hay bellas personas y hermosos paisajes. Tengo gran sentido de pertenencia aquí, todo lo que hago es de corazón. Muchas veces llego a dedo y me vuelvo a dedo, bajo sol y lluvia, acá tenemos una zona de clima bastante frío, incluso con nevadas. Te tiene que gustar estar acá. 

– ¿Qué es ser maestra rural?
– Trabajar en las escuelas rurales es algo hermoso. Porque nosotros todavía encontramos valores en los niños, existe el muchas gracias, el por favor, valores que se inculcan en la casa y se refuerzan en la escuela. Además, tengo una comunidad hermosa que siempre está para lo que se necesite. También tengo un acompañamiento de supervisión, una supervisora que nos contiene y acompaña. 

– ¿Cómo están hoy las escuelas rurales?
– Tenemos un problema que es la matrícula, que va descendiendo de a poquito. Porque los chicos de la zona, que son varias escuelas, porque los niños emigran en busca de fuentes laborales y un mejor futuro para ellos en la educación. Son pocos los que continúan los estudios. Tal vez los secundarios sí. Y cuando lo terminan buscan trabajar en las grandes ciudades. Algunos sí terminaron sus estudios primeros y secundarios y hoy son profesionales. Es un orgullo saber que tengo ex alumnos que terminaron hoy son profesionales. El tema de la matrícula es bastante preocupante porque al no haber cierto número de niños las escuelas pueden cerrarse. Es un problema preocupante. 

Emilia en acto escolar02

FUERA DEL SURCO

– Llegamos a una parte de esta charla que es un pin-pong sobre temas no vinculados con tu profesión, ni la escuela ni la docencia, y sí con tus gustos personales y hobbies. ¿Qué música te gusta escuchar?
– La música me llena el alma, alegra mi vida y la escucho siempre que puedo haciendo actividades. A veces me identifico con algunos temas, ya sea por lo familiar, lo sentimental. Escuchar música es uno de mis hobbies. ¿Qué escucho? Más que nada música folclórica, porque mis raíces están allí. Mi familia materna, mi abuelo materno era un compositor y folclorista enorme. 

– ¿Tenés algo que te resetee, algo fuera del trabajo que hagas y te despeje la cabeza?
– Siempre me gustó el deporte. Cuando era más joven me encantaba el fútbol, verlo y jugarlo. Con el paso de los años ya dejé de jugar. Actualmente practico el ciclismo en mis momentos libres y salgo a caminar. Son dos cosas que me encantan y que me ayudan a despabilar mi mente, cargar nuevas energías y poder levantar la cabeza y seguir. Porque con tantas cosas y responsabilidades nos hace falta hacer otra actividad para renovar energías y continuar. 

Emilia y su bicicleta01

– ¿Hay alguna mujer que sea tu modelo, pilar, ejemplo para vos?
– La mujer que es mi modelo es mi mamá. Es un ser bello. Lleno de muchas cualidades muy buenas. Siempre le agradezco a Dios tenerla a mi lado, ya es grande pero es fuerte como un roble. A la edad que tengo ella siempre está para escucharme, para darme esos tirones de oreja para guiarme y dándome fuerzas para seguir cuando decaigo cuando se presentan muchas cosas. Siempre aparece ella con sus palabras de aliento y apoyo. Mi madre es un ejemplo de vida. Siempre le dije a ella que toda mi vida, hasta mi último día, voy a agradecerle a mi mamá y mi papá por lo que soy. Si no hubiera sido por el apoyo incondicional de ellos hoy no tendría esta bella profesión que amo con mi alma. No hay nada más hermoso que ser maestra. Como siempre digo soy maestra rural, maestra de los cerros, y lo digo con orgullo. Hoy siento que mi escuelita es mi lugar, mi tierra. La quiero más que nada. Mi madre es la mujer de mi vida, la que me inculcó valores y me enseñó que si uno no se sacrifica no consigue nada. 

– ¿Una frase que digas, o repitas o guíe tu vida?
– Una frase que siempre digo es “el querer es poder”, si quiero todo lo puedo. A veces vamos a encontrar obstáculos, alegrías, tristezas, pero cuando uno tiene un objetivo en la vida, todo se puede. Nada es imposible en esta vida. Y lo digo por mi propia historia de vida, yo dije, yo puedo, y pude. Soy una mujer que ha cumplido su sueño. 

MUJERES EN CAMPAÑA

“ELLAS” es una serie de podcasts realizados por Infocampo con mujeres de campo que inspiran por su historia emprendedora, y que cuenta con el acompañamiento de “Mujeres en Campaña”, una iniciativa de New Holland Agriculture que ya tiene un camino recorrido y embajadoras de distintos lugares del país.

La Iniciativa Mujeres en Campaña (MEC) surgió cuando comenzamos a notar que existen muchas mujeres involucradas en el campo con grandes capacidades y que todas teníamos algo en común: la necesidad de compartir experiencias vinculadas al campo y al trabajo rural, nuestro principal objetivo es visibilizar el rol de la mujer rural en cualquiera de sus tareas sea como cliente o como una referente para el sector”, señaló Natalia Álvarez, referente de Marketing New Holland Argentina.

Desde “Mujeres en Campaña” desarrollaron el concepto de “embajadoras” que permite conocer un poco más de cada una en su rubro y, a su vez, difundir cómo trabajan y cómo se sienten.

El objetivo de este maridaje entre ELLAS y Mujeres en Campaña es llegar a mujeres de distintas edades y distintas zonas geográficas. “Nos enorgullece cuando un padre nos comenta que le recomendó a su hija inscribirse en nuestra plataforma para capacitarse y realizar algún curso de los que ofrecemos”, agregó Álvarez.

Desde la plataforma de MEC, se puede acceder a capacitaciones, foros, talleres, entrevistas y contenido de interés, además, cuenta con una Feria de Emprendedoras para dar a conocer los proyectos que lideran las seguidoras.

 

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