En un período de siete años, según explicó Rodolfo Peralta, asesor técnico del Centro de Inseminación Artificial La Elisa (Ciale), de 100.000 bovinos inseminados bajo la técnica de Inseminación Artificial a Tiempo Fijo (Iatf ), en la actualidad se pueden contar aproximadamente 800.000 ejemplares tratados bajo esta modalidad.
Peralta señaló que esta técnica, al eliminar la detección de celos, maniobra sumamente compleja en la vaca con cría, permite la inseminación de los animales en un tiempo fijo. De este modo, se sincroniza el proceso de ovulación y se regula la actividad ovárica: “Al poder trabajar con la categoría más difícil para inseminar, la vaca con cría, esta técnica tuvo mucha difusión y cada vez más productores la incorporaron a sus rodeos”.
La inseminación artificial a tiempo fijo consiste en una rutina de aplicación de fármacos y hormonas por vía inyectable, tras lo cual se coloca un dispositivo intravaginal en el animal durante un lapso de siete días. Este dispositivo es retirado y se procede a la rutina de inseminación.
El costo por vientre inseminado, sumando sincronización, tratamiento, semen y mano de obra, asciende a $50-55 por animal. El promedio de preñez estimado, según señaló Peralta, es del 50%, con lo que el costo por vientre preñado se sitúa entre los $100-110. Peralta destacó las ventajas de esta técnica con respecto al servicio natural: “Con un toro de $8.000, cada vaca preñada cuesta $80, pero el ternero obtenido no se puede comparar, en el aspecto genético, con el logrado mediante la inseminación artificial”.
Para implementar esta práctica, en el rodeo debe existir en primer lugar un servicio estacionado y que todos los vientres hayan parido en un período de tiempo corto. Complementariamente, al momento del servicio deben presentar un buen estado corporal y hallarse en un balance energético positivo y con una ganancia diaria de peso de al menos 100 gramos.
Esta práctica presenta dos grandes beneficios. Al permitir el mejoramiento genético a través de toros evaluados, el productor puede acercarse a los parámetros requeridos por el mercado. Y en segundo término, la posibilidad de incorporar genética de bajo peso de nacimiento, y facilitar la supervivencia de los terneros: “Hoy, en la cría, el número de terneros logrado es un factor determinante en la rentabilidad del rodeo”, señaló Peralta.