La aparición del fenómeno climático conocido como el Niño adquirió un protagonismo como pocos este año. Mientras los meteorólogos discuten si este será el más fuerte de la historia, el agro toma nota y mira con temor los riesgos que pueda traer para sus actividades.
Mucho se viene hablando de las dificultades por las que atravesará el maíz, incluso comparándolo con el trigo. Mientras se acerca el ciclo de cultivos de verano, uno de los debates entre los productores es si sembrar en fecha o tardío, una vez concluidas las elecciones de octubre que consagrarán a un nuevo gobierno.
“Son decisiones de riesgo difíciles de aconsejar. Si el maíz está bien emergido, salido, enraizado y está en un campo alto, para cuando lleguen las lluvias de noviembre ya está bien. Pero si esperan a sembrarlo tarde, ahí sí que no puede trabajar en el campo encharcado”, opina Eduardo Sierra, especialista en agroclimatología.
En diálogo con Infocampo, Sierra contó que charlando con productores conocidos, “se están tirando a sembrar el maíz ahora para tenerlo establecido y bien arraigado para cuando vengan las lluvias fuertes. Por ahí después tienen que esperar a enero”.
Además, se mostró en desacuerdo con las versiones de algunos colegas que sostienen que sería el Niño más intenso de la historia: “Un indicador que diría que no es tan fuerte es que no hay impacto negativo en Asia. Normalmente tendría que sentirse que Australia esta con sequía, cuando ha tenido episodios de inundación en realidad. La situación es buena en todas partes, salvo manchones de sequía en la India”.
Sierra criticó que, por alguna causa, varios medios están repitiendo esta versión que define como “catastrófica”, lo cual “no es nada bueno porque podrían lograr que la gente no siembre. Hay que tener cuidado”.
Metiéndose en el terreno técnico, Sierra explica que el Niño es un fenómeno intenso porque frena la circulación ecuatorial, es decir, los vientos alisios. “Lo que ocurre es que hay una rama de los alisios que, al estar frenados, se dirigen al sur norteamericano. Entonces hay lluvias fuertes durante abril que les subió los precios en Chicago. Abril vendría a ser como nuestro octubre. Estamos en esa situación, un fenómeno que trae muchas lluvias. Después, muchas veces termina con tormentas muy fuertes para Semana Santa, lo que es el final del verano y comienzo del otoño”, explica Sierra, que desde hace más de 20 años elabora informes para la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Para los campos agrícolas, el climatólogo asegura que en años Niño se obtienen rindes récord por sus amplias cantidades de lluvia, aunque también puede resultar un arma de doble filo: “Incrementa la incidencia de plagas, enfermedades y malezas. Aumenta la incidencia de tormentas graniceras y también con aguaceros torrenciales, con vuelco”. El tema repercute también en los mercados, dado que suelen bajar los precios de los granos en Chicago porque se prevé una producción récord en Sudamérica. “Son años con una cantidad de riesgos, aunque el volumen productivo sea alto”, concluye.
Respecto de la ganadería, las mayores dificultades las tendrán, como era de prever, los campos bajos. Sierra cita la situación de la Cuenca del Salado, una de las áreas más afectadas por las inundaciones del mes de agosto: “En todos los Niños han habido anegamientos en la Cuenca del Salado, además de crecidas en el Paraná y el Uruguay con evacuaciones en las ciudades costeras de Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes”.
“La Cuenca del Salado está ahí con lo que ya llovió. Otro baldazo y se inunda mucho más. Hasta ahora hay 800.000 hectáreas inundadas, mientras que en 2012 fueron 11 millones, por lo que las napas están muy altas”, alerta.
Claves del Niño
En años Niño suelen haber rindes récord, aunque existen riesgos de incremento de plagas, enfermedades y malezas.
Para Sierra, no sería el más intenso de la historia, porque no hubo impacto negativo en Asia.
El fenómeno frena la circulación ecuatorial, es decir los alisios. Estos generan fuertes lluvias en el sur norteamericano en abril, que se traducen en octubre en Argentina.
Por Agustín Monguillot, Semanario Infocampo

