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Pasión por los “fierros”: rescató la primera cosechadora de su familia de un desarmadero y la restauró

Oriundo de Freyre (Córdoba), el productor y contratista Alberto Sachetto trabajó durante nueve años y logró restaurar, junto a su padre, una de las primeras cosechadoras utilizada por su familia, que estaba en un desarmadero.

Lucas Mich
Por Lucas
Mich

El único deber que tenemos con la historia es rescribirla, decía el dramaturgo y novelista irlandés, Oscar Wilde.

Esta frase, quizás sin conocerla, fue la que impulsó a un nieto e hijo de productor agropecuario a rescribir parte de la historia de su familia. Lo hizo con su padre como testigo, situación que le suma un valor extra a esta gran historia.

Alberto Sachetto (45) es productor agropecuario de Freyre, provincia de Córdoba y conoce como nadie la historia de las cosechadoras y en especial, la vivida por la antigua y reconocida fabrica nacional Daniele, que fabricó cosechadoras hasta principio de los 90 en la localidad de Porteña, situada en el noreste de Córdoba.

Su abuelo, Francisco Sachetto, en 1952, adquirió una Daniele D-105 y desde ese momento nunca más se separó de la marca. Ese mismo año, vaya paradoja del destino, nació su padre: Miguel Ángel Sachetto, con lo cual la emoción de Alberto siempre está a flor de piel al recordarlo.

LA COSECHADORA RESTAURADA

“Tanto mi abuelo, como mi padre, sentían amor por esa cosechadora. Tal es así que cuando mi padre la vendió en 1988, nunca se lo perdonó”, contó Sachetto a Infocampo.

Por ese motivo, su hijo, tuvo la necesidad de devolverle la felicidad en vida. Es así que en 2006 comenzó a reconstruir junto a su padre una Daniele D-105 a nueva y la felicidad volvió a la familia.

 “Tuvimos nueve años para restaurarla. El tiempo siempre nos jugaba en contra pero lo logramos. Mi padre pudo verla funcionando en el año 2015, antes de fallecer, y eso me llena de orgullo”, cuenta emocionado Sachetto.

Hoy, la joya de la familia descansa “entre algodones” en un galpón ubicado en su campo del noreste cordobés.

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No obstante, hace muy pocos días, la joyita salió a la luz, debido a que fue invitada a volver a sus raíces. “Recibimos la invitación para participar de un evento de Autos Clásicos en Porteña, tierra que la vio nacer. Fuimos sin dudarlo y se convirtió en la vedette de la fiesta”, reaccionó con notoria felicidad el entrevistado tras el evento.

VIDA DE SACRIFICIO

En diálogo con nuestro medio, contó que los Sachetto eran contratistas rurales y durante 40 años, de manera ininterrumpida, viajaban con las Daniele al sur de la provincia de Buenos Aires para cosechar trigo.

“El sacrificio que hicieron mi abuelo y mi padre hoy no se hace”, sostuvo convencido.

Cuenta que el viaje era eterno y el destino, Ayacucho, Buenos Aires, esperaba a la D-105 y a tres D-66, propiedad de su padre, para comenzar a recolectar el trigo en pleno verano. Vale aclarar que en ese momento, los viajes no se realizaban en carretones, sino que la máquina viajaba rodando.

Como contratistas rurales, los Sachetto siempre prefirieron Daniele. “Era una máquina noble, sencilla y rendidora”, remarcó. Con la voz entrecortada por la emoción, Alberto contó además que nunca miraban otra cosechadora que no fuera la “amarilla”.

“Tuvimos la D105, la D66, la D1050 y hasta la última que fabricó Daniele: la D1051 que utilizamos hasta el año 2005. Todas nos llenaron de satisfacción”, repasó con orgullo argentino, mencionando que era una marca nacional indiscutida.

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En ese sentido, Sachetto también rememoró el día que, tras de la restauración, la D105 salió al potrero en su campo.

“Era un gusto familiar pero nos sorprendimos. El 14 de noviembre de 2015 sacamos la Daniele para probarla y llegaron más de 300 personas al campo. Fue toda una fiesta que nunca hubiéramos imaginado. Desde el mediodía hasta la noche, muchos productores y contratistas de Freyre y la zona vinieron a ver la máquina. Esto demuestra lo importante que fue Daniele para el campo argentino”, expresó con nostalgia.

UNA MAQUINA QUE HIZO HISTORIA

La cosechadora Daniele D-105 fue una de las máquinas más representativas de la fábrica de Porteña. Fue rival de las Bernardin, GEMA, Senor, Aumec y Marani de la época, entre otras tantas autopropulsadas que se fabricaban en el país.

Este modelo de la firma “amarilla” ubicaba el motor a la izquierda de la máquina y el operario se sentaba a la derecha, posición que le otorgaba una visual inmejorable para cumplir con la cosecha diaria.

Era impulsada con motor Chrysler Continental, aunque luego, según datos del historiador Tadeo Buratovich, adoptó un motor fabricado por IKA, un Continental y algunos modelos traían Bedford 300H.

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Además, esta cosechadora de Daniele tenía diferencial Fordson, que la fábrica conseguía en los desarmaderos, ya que en este tiempo había inconvenientes con las importaciones y era complejo llegar a los materiales importados.

Contaba con plataforma frontal de 14 pies de corte, con su sinfín flotante, en una sola sección, colocado en forma tal, que no permite la envoltura del cereal, reuniéndose de ésta manera un mecanismo perfecto.

Según los libros de la época, esta máquina se fabricó desde la década del 40 hasta principios de los 70, y tuvo un gran interés por parte de los productores agropecuarios, quienes adquirían tecnología nacional para recolectar sus cosechas.

Como dato de color, se remarca que la máquina restaurada por los Sachetto no cuenta con tolva para almacenar los granos como las cosechadoras modernas, sino que como todas las de la época, tenían un cernidor que limpiaba la semilla a la perfección antes de ingresar a una bolsa que luego se cocía manualmente.

Estas, como tantas historias familiares de productores genuinos, trae al recuerdo que hubo una Argentína prospera, de trabajo y sudor que no será facil olvidar. Menos aún, si existe gente como los Sachetto, quienes traen esa historia a la actualidad y la comparte con las nuevas y valiosas generaciones.

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