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Se necesitan más precipitaciones en febrero

De acuerdo con un informe elaborado por la Fundación Climagro, la evolución hídrica de la primera parte del verano resultó muy particular. Lo normal hubiera sido que se produjeran lluvias abundantes en diciembre, con lo cual el área agrícola hubiera entrado en enero con reservas suficientes para soportar la ola de calor y sequía, que se esperaba para ese mes, sin mayores sobresaltos.

De acuerdo con un informe elaborado por la Fundación Climagro, la evolución hídrica de la primera parte del verano resultó muy particular. Lo normal hubiera sido que se produjeran lluvias abundantes en diciembre, con lo cual el área agrícola hubiera entrado en enero con reservas suficientes para soportar la ola de calor y sequía, que se esperaba para ese mes, sin mayores sobresaltos.
infocampo
Por Infocampo

Pero éste no fue el cuadro de situación, que además se vio agravado por las temperaturas que se elevaron por encima de lo normal a causa de la fuerte sequía que viene afectando al sur del Brasil. La extensa superficie con suelos secos que se extiende sobre esa enorme región se ha convertido en una fuente generadora de masas de aire caliente y seco, que los vientos del norte empujaron hacia el territorio argentino.

La combinación de escasas lluvias y altas temperaturas provocó un gran consumo de la humedad del suelo, por lo que, hacia principios de enero, la situación estaba al borde de un desastre generalizado.

En el oeste del área agrícola sufrió un fuerte impacto que produjo daños que difícilmente se puedan recuperar. El centro del área agrícola, incluyendo la importante zona núcleo sojera-maicera llegó a estar al borde de un fuerte impacto. El este del área agrícola comenzó a entrar en un estado de sequía avanzado, y se produjo un fuerte riesgo de incendios. Sólo la zona agrícola del este de Salta, Jujuy y el norte de Tucumán pudo mantenerse en buenas condiciones gracias a las lluvias que la beneficiaron durante diciembre.

La más que oportuna llegada de las lluvias sobre el final de la primera semana del año evitó una verdadera catástrofe. Cuando parecía haberse llegado al borde de un fuerte impacto generalizado, la racha de lluvias iniciada a final de la primera semana de enero se prolongó, aunque con interrupciones, a lo largo de casi tres semanas, mejorando la situación hídrica de la mayor parte del área agrícola. Sin embargo, para que la situación se estabilice completamente será necesario que, durante febrero, se regularice su aporte. De lo contrario, se corre el riesgo de poner en peligro nuevamente la producción agropecuaria.

De acuerdo con un informe elaborado por la Fundación Climagro, la evolución hídrica de la primera parte del verano resultó muy particular. Lo normal hubiera sido que se produjeran lluvias abundantes en diciembre, con lo cual el área agrícola hubiera entrado en enero con reservas suficientes para soportar la ola de calor y sequía, que se esperaba para ese mes, sin mayores sobresaltos.
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Por Infocampo

Pero éste no fue el cuadro de situación, que además se vio agravado por las temperaturas que se elevaron por encima de lo normal a causa de la fuerte sequía que viene afectando al sur del Brasil. La extensa superficie con suelos secos que se extiende sobre esa enorme región se ha convertido en una fuente generadora de masas de aire caliente y seco, que los vientos del norte empujaron hacia el territorio argentino.

La combinación de escasas lluvias y altas temperaturas provocó un gran consumo de la humedad del suelo, por lo que, hacia principios de enero, la situación estaba al borde de un desastre generalizado.

En el oeste del área agrícola sufrió un fuerte impacto que produjo daños que difícilmente se puedan recuperar. El centro del área agrícola, incluyendo la importante zona núcleo sojera-maicera llegó a estar al borde de un fuerte impacto. El este del área agrícola comenzó a entrar en un estado de sequía avanzado, y se produjo un fuerte riesgo de incendios. Sólo la zona agrícola del este de Salta, Jujuy y el norte de Tucumán pudo mantenerse en buenas condiciones gracias a las lluvias que la beneficiaron durante diciembre.

La más que oportuna llegada de las lluvias sobre el final de la primera semana del año evitó una verdadera catástrofe. Cuando parecía haberse llegado al borde de un fuerte impacto generalizado, la racha de lluvias iniciada a final de la primera semana de enero se prolongó, aunque con interrupciones, a lo largo de casi tres semanas, mejorando la situación hídrica de la mayor parte del área agrícola. Sin embargo, para que la situación se estabilice completamente será necesario que, durante febrero, se regularice su aporte. De lo contrario, se corre el riesgo de poner en peligro nuevamente la producción agropecuaria.

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