Iniciada la nueva campaña triguera, con una superficie estimada en casi 6 Mha (un 15% más que la inmediata precedente, pero extensible a un 20% si el clima acompaña), y una cosecha 2006/07pronosticada por el Usda en 15,5 Mt, la estrategia de los agricultores locales nuevamente debe disociarse de las políticas gubernamentales y, haciendo oídos sordos al cierre potencial de las exportaciones, centrarse en obtener el mayor rédito económico.
De acuerdo con el especialista de Aacrea, Jorge González Montaner, el negocio del trigo en nuestro país debe considerarse según algunas variables, como la potencialidad de los distintos ambientes en función de la calidad, el rinde y las primas o multas, a partir de los nuevos estándares de calidad.
Como hacer un trigo de alta calidad o de alto rendimiento “no tiene grandes diferencias en sus costos -salvo la aplicación de fungicidas por ataque de fusarium-, la estrategia pasa por lo comercial, por si uno tiene un buen negocio de calidad atado y lo sabe manejar, además de guardar la mercadería, segregarla y estar atento a la demanda del mercado para obtener el mejor precio”, consideró.
Lamentablemente, este ejercicio comercial “es muy difícil que sea adoptado por los productores del norte, donde hay una gran rotación de cultivos y deciden no participar de esta receta”, reconoció.
Volviendo a la disyuntiva calidad o rendimiento (y a pesar de que la Federación de Acopiadores asegura que desde 2004 no debería existir esta antinomia en la cabeza de nuestros productores), en ambientes de alto potencial, con suelos de un metro de profundidad, la comparación entre la genética francesa y las variedades de Grupo I calidad pueden dar “diferencias de hasta 1.000 kilos en beneficio de los Baguette 10″(5 a 6 t/ha, contra 7 a 8,5 t/ha), ejemplificó González Montaner.
Sin embargo, si el ejercicio se realiza sobre suelos de 50 centímetros, las diferencias se achican a 500 kilos, y si hablamos de suelos de 30 centímetros de profundidad, el beneficio de uno sobre otro se ajusta aún más, a unos 300 kilos.
Pero, si esta ecuación se confronta con los nuevos estándares de calidad, con una penalización por proteína muy significativa (cuando se está por entre 11 y 10, un punto es 2%; de 10 a 9 es del 3%; y por debajo de 9%, 4% del valor), la cosa cambia.
“Cuando uno corrige por proteína -por ejemplo, los Grupo I tienen alrededor de 1,5 a 2 de proteína- esos 2 puntos pueden representar un 8%, y si a esto le agregamos la diferencia de peso hectolítrico, en rendimientos de 5 a 6.000 kilos, ese 10% es una diferencia muy importante: la mitad se nos va en el estándar”, explicó el especialista de Aacrea a Infocampo.
Entonces, los 1.000 kilos a favor de la genética francesa, en comparación con los de Grupo I, “se terminan traduciendo en la mitad” de la diferencia.
Incluso, en la medida que se evalúan suelos más someros, donde ganábamos 500 kilos pasamos a ganar 250 o nada, y donde ganábamos 300 kilos, termina siendo mejor trabajar con variedades por la bonificación”, sentenció González Montaner.
Un párrafo aparte ameritaría la siembra temprana del cereal, en función de obtener más quintales de soja de segunda, para lo cual sugiero adentrarse en las recomendaciones que realiza Joaquín Rabasa, coordinador de regionales de Aapresid, en la página 21.
Congreso en Mar del Plata
Más de 2.000 asistentes convocó el congreso A Todo Trigo, en la ciudad balnearia, organizado por la Federación de Acopiadores. En la imagen, el presidente de la misma, Raúl Tomás, se dirige al público durante el acto de apertura.
Durante dos días, prestigiosos técnicos y analistas del ámbito público y privado tomaron el desafío de trazar los lineamientos sobre el presente y el futuro de este cultivo, que sigue siendo uno de los más importantes del mundo.
Marianela Garbini
mgarbini@infocampo.com.ar
