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Viñedos y olivares distinguen los sabores de la geografía riojana

La provincia de La Rioja se distingue por la calidad de sus viñedos y olivares fruto de un clima ideal y de la aptitud de sus suelos.

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Por Infocampo

Al norte de la provincia, la ciudad de Aimogasta es el principal centro de cultivo de una aceituna única en el mundo conocida como variedad Arauco.

Las plantaciones, con su hermosa simetría, se convirtieron en un atractivo turístico para quienes buscan innovar sumando actividades diferentes como conocer de cerca el cultivo de las sabrosas aceitunas.

Esta variedad conocida internacionalmente, bendecida por un clima favorable, se desarrolló en los alrededores de la cabecera departamental.

Fácilmente reconocible por su gran tamaño y un sabor peculiar, se las cosecha verdes o maduras -negras- para llevarlas a la mesa, o bien transformarlas en conserva, pasas, salmuera o aceite de oliva.

Con algo de más de 15.300 habitantes, además de tener a las plantaciones de olivos como su industria fundamental, Aimogasta poco a poco va atrayendo al turismo que llega para saciar la curiosidad despertada por conocer cómo es el cultivo de la aceituna.

Uno de los clásicos establecimientos es Hilal Hermanos, que con 58 años de existencia es el legado de un emprendimiento familiar que produce aceite de oliva extra virgen a través de un método de extracción artesanal. Un gran molino de piedra que realiza la molienda y la prensada en frío invitan a la curiosidad del turista, así como un galpón antiguo y rústico.

A 3 kilómetros de Aimogasta -en la localidad de Arauco- existe un olivo precedido por un cartel con la siguiente leyenda: “Olivo Fundador de la Olivicultura Argentina, plantado en el siglo XVII por el Capitán Diego de Alvarado”.

La historia relata que el rey Carlos III de España hizo talar todos los árboles de olivos de La Rioja porque temía que la calidad de las aceitunas plantadas allí pudiera superar alguna vez a la española, que era la primera en el mundo. Este olivo histórico fue el único sobreviviente de aquella tala.

Cuentan que la única plantita fue tapada por una batea que doña Expectación De Fuente De Ávila, utilizó como protección.

A partir de ese pequeño ejemplar volvió a esparcirse la olivicultura en la Argentina y también se llevaron estacas a Chile y Perú, justificando el atributo conferido por decreto nacional de 1946 como “Padre de la Olivicultura” y la posterior declaración de Monumento Histórico Nacional en 1980.

En cuanto al vino riojano, en la localidad de Aminga, cabecera del departamento de Castro Barros, el turista tiene la posibilidad de visitar una histórica bodega que estuvo 30 años abandonada y que desde 2012 está nuevamente en funcionamiento.

Se trata de la Bodega y Fincas Aminga, que fue en sus orígenes una cooperativa fundada por Juan Domingo Perón con el propósito de regular los vinos de la zona, y que fue reabierta a través del denominado SAPEN (Sociedad Anónima de Participación Estatal Mayoritaria), donde el estado posee el 99% del paquete accionario, y el restante 1% corresponde al empresario Raúl Chacón, socio gerente del establecimiento.

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