Durante mucho tiempo los empresarios agrícolas y sus comunidades fueron los únicos perjudicados por la (anti) política agropecuaria K. Pero eso cambió: ahora el propio gobierno está comenzando a registrar los efectos de su propias metodologías.
En noviembre pasado se recaudaron apenas 2201,2 millones de pesos, una cifra prácticamente similar a la registrada en el mismo mes de 2007 (2203,1 M/$) y 41% inferior a la de octubre de 2008, según datos de la Subsecretaría de Ingresos Públicos de la Nación.
Semejante caída puso en alerta a los funcionarios del gobierno nacional porque en los últimos años las retenciones fueron uno de los factores de mayor peso en la recaudación nacional.
Claro que nada de esto habría ocurrido si los mercados de futuros agrícolas no hubiesen sido dañados por el combo intervención K + retenciones móviles.
Con un mercado fluido de futuros y de forwards, la mayor parte de los productores agrícolas hubiesen vendido ‘varios meses antes de sembrarla’ buena parte de su cosecha de soja 2009/08 a precios espectaculares. Pero esa oportunidad histórica se perdió en una pulseada de poder que, en la actual coyuntura, luce por demás absurda.
Entre marzo y julio de este año los precios FOB oficiales (Sagpya) de la soja oscilaron entre 428 y 588 u$s/tonelada, mientras que hoy se ubican en 310 u$s/tonelada y no presentan perspectivas de mejora en el mediano plazo.
Aún quedarían sin comercializar unas 10 millones de toneladas de soja (el doble que en la misma fecha del año pasado), de las cuales 5 M/t se encontrarían entregadas y a fijar, según estimaciones de la consultora Nóvitas
