Los bajo salinos y/o sódicos ocupan un 15% de la superficie de la Cuenca del Salado, y son los suelos que muestran las mayores limitantes para el crecimiento de las plantas. Sin embargo, estos suelos dominados por “pelo de chancho”, incrementan considerablemente la producción de forraje al sembrar una pastura de agropiro.
Por este motivo, Infocampo dialogó con Celina Borrajo, técnica del Inta Cuenca del Salado, quien aseguró que “el agropiro es una pastura muy conocida por los productores de la región por las ventajas productivas, pero no por ello dejamos de encontrar inconvenientes en el manejo asociados a la floración, la producción de cañas
duras, y posteriormente, la formación de matas difíciles de pastorear”.
A la hora de contar sobre el proceso de siembra, la especialista del Inta indicó que “el lote debe estar libre de malezas, especialmente pelo de chancho y gramilla, porque si están van a crecer más rápido que la semilla de agropiro que tiene que germinar y establecerse antes de competir por espacio, luz y nutrientes”.
La siembra temprana es sobre los fines de febrero principios de marzo, con humedad en el suelo. Además, Borrajo subrayó que “para la siembra en directa es importante para tener piso en estos suelos complicados. Si el suelo estuviese desparejo, hacer una labranza mínima para emparejar y después directa”.
Y continuó: “Es aconsejable usar una sembradora de fina, con las líneas lo más junto
posible, y a una profundidad no mayor a 2 cm”.
A la hora de comentar sobre el manejo del lote y el agropiro, Borrajo aseveró que “para el primer pastoreo temprano hay que tener en cuenta que teniendo las plantas enraizadas (“ancladas”) y mientras haya piso, se realizará a inicios de macollaje con altas cargas y en poco tiempo. Esto favorecerá el macollaje temprano y evitará la formación de matas”.
La fertilización es otro elemento fundamental, y ante esto, la técnica del Inta resaltó que “el aporte de fósforo es fundamental en estos suelos con eficiencias; se recomienda fertilizar a la siembra con 80 kg/ha de fosfato diamónico o superfosfato”.
Y continuó: “La fertilización con nitrógeno se realizará una vez implantada la pastura en forma estratégica para acelerar el crecimiento. Se recomienda aplicarla en una fracción del lote que se quiere pastorear anticipadamente y/o en forma escalonada en el tiempo o con dosis graduales”.
Otro factor importante señalado por la técnica es evitar la muerte de hojas. Por caso, Borrajo subrayó que “al lograr el pastoreo de hojas verdes creciendo activamente estamos maximizando la calidad de nutritiva del alimento ingerido por el animal, y en consecuencia las ganancias de peso y/o su condición corporal”.
Además, la técnica del Inta de la Cuenca del Salado, añadió que “es ideal pastorear cuando el macollo de agropiro en rebrote alcance 3 hojas nuevas. En términos prácticos estamos hablando de pastorear el agropiro de manera que no supere los 12-15 cm de altura”.
A su vez, también es importante dejar hojas remanentes. “El pastoreo debe mantener la pastura de agropiro con un tapiz bajo, pero es conveniente dejar un remanente de hojas verdes para lograr un rápido rebrote y dar cobertura vegetal al suelo”, indicó la especialista del Inta.
Otro punto importante es evitar la floración. “Es fundamental mantener una pastura en estado vegetativo formando hojas y macollos, que son las fracciones más digestibles y con mayores nutrientes. El inicio de la etapa reproductiva comienza cuando los ápices dejan de formar hojas y macollos transformándose en espiga. A partir de allí se produce la elongación del tallo verdadero que forma la caña floral, lo que se puede observar a través de un incremento notable en altura de la pastura”, subrayó Borrajo.
Por último, la técnica del Inta explicó que es una pastura que genera buenos rindes en la zona.
Alejandro Besana, Semanario Infocampo
