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Alegre: “Si no aprobamos la Ley de Semillas, el único beneficiado será Monsanto”

El legislador massista explicó que si no "pagamos regalías, desaparecerán las empresas nacionales" que realizaron "una fuerte apuesta a la investigación y el desarrollo".

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Por Infocampo

El presidente de la comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, el massista Gilberto Alegre, aseguró que si “no se aprueba una nueva ley de semilla el único beneficiado será Monsanto”. En una entrevista con Télam, el ex intendente de General Villegas y una de las espadas del Frente Renovador en materia agropecuaria también cuestionó al gobierno kirchnerista al afirmar que “con la excusa de decir que cuidaban la mesa de los argentinos, lo único que hicieron fue destruir la producción”.

Alegre habló en su despacho del edificio Anexo de la Cámara baja, y también cuestionó que el macrismo haya eliminado todas las retenciones agrícolas en lugar -dijo- de “hacer un programa gradual de acuerdo a cada actividad”.

Télam: ¿Desde su comisión y mirando a futuro, cuál es la ley clave que necesita la Argentina para reimpulsar la producción?

A:-Sin ninguna duda es la ley de semilla para poder apostar al desarrollo tecnológico de nuestra producción. Aquí se agita un fantasma que es para beneficiar a Monsanto porque acá sino hay ley de semilla el único beneficiado es Monsanto, que como es una multinacional puede desarrollarse aquí o en otro país. En Argentina hay 106 empresas públicas y privadas y universidades que están efectuando investigaciones, pero si no les damos la posibilidad de que cobren regalías las que van a desaparecer son las empresas nacionales y no Monsanto, y va a seguir investigando porque no lo hace sólo en la Argentina. Nosotros debemos ser capaces de defender la soberanía nacional en el desarrollo tecnológico y estar en el club de los países de generar investigaciones y desarrollo.

T- ¿Cómo evalúa la política agropecuaria del Gobierno?

A- La política instrumentada por el gobierno de Macri ha sido buena para algunos sectores del campo, como los productores de granos, que se vieron beneficiados con la quita de retenciones y la eliminación de los Roes. Pero en cambio fue perjudicial para muchas economías regionales. La quita de retenciones a las economías regionales no se tradujo de la misma manera que en la producción de granos y, al contrario, la presión inflacionaria hizo que tuvieron un grave desajustes en la cadena de valor. Esto sucedió en especial en las actividades lechera, de pollo y de cerdo, que vieron aumentar sensiblemente los costos por ejemplo del maíz, que es el alimento esencial para estas producciones. Y el Gobierno no actuó para prevenir esta situación.

T- Pero no sólo la quita de retenciones es el problema de la economía. ¿No cree que hay un problema estructural?

A- La Argentina tiene un problema estructural que afecta a todos los sectores económicos por la fuerte presión que ejerce el Estado sobre la economía, hace que la producción en general no sea competitiva.T- El kirchnerismo dijo que en su gobierno se apostó al desarrollo y a cuidar la mesa de los argentinos.

T- ¿Cuáles fueron los motivos de que esto suceda?

A- En la Argentina la famosa frase cuidemos la mesa de los argentinos destruyó la producción primaria de carnes, de leche y de trigo, y eso no se va recuperar en poco tiempo. Nosotros teníamos 53 millones de cabezas de ganado hace diez años, y perdimos diez millones de cabezas. Por eso digo que la política del kirchnerismo no favoreció la producción sino todo lo contrario, porque se cerraron las exportaciones, hubo atraso cambiario y no teníamos dónde vender los excedentes. Nosotros queremos cuidar la mesa los argentinos pero para eso hay que aumentar la producción y exportar.

T- ¿Cuál es su posición sobre el conflicto con la industria de la lechería?

A- No existe un buen diagnóstico de gobierno y no está haciendo lo que se necesita, que es sentar a todos los sectores que conforman la cadena de producción y comercialización para que todos transparenten sus costos, porque los productores no quieren subsidios sino que les reconozca su participación como actores centrales de la cadena. No es cuestión de que se transforme en un guerra de unos contra otros sino de tener un Estado que ejerza como árbitro para que haya una distribución más equitativa de la rentabilidad.

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