El técnico indicó que los rendimientos actuales son entre 11.500 y 12.000 kg/ha y que el techo productivo de la región estaría en los 16.000 kg/ha.
En el trigo los rindes promedio van de 3.500 a 4.000 kg/ha, en la soja de primera cercanos a los 4.000kg/ha y en la de segunda entre 2.500 y 3.500 kg/ha.
Bizet señaló que el mejor manejo y la mayor fertilización son las claves del crecimiento productivo en la zona y que más del 95% de los campos se trabajan en siembra directa. En la primera quincena de septiembre se sembrarán la mayoría de los campos. El 80% de los productores prefiere una distancia de 52 cm entre surcos ya que con una sola máquina se pueden sembrar maíz y soja. El stand de plantas a lograr es entre 75 y 78.000 por hectárea.
Previo a la siembra se curan las semillas contra insectos del suelo como gusano blanco y gusano alambre; la residualidad de los productos utilizados dan una cobertura de 2 meses.
Las semillas más usadas son las de ciclo completo y se prefieren los maíces Bt que protegen a los cultivos de insectos como el barrenador o diatraea. “Los maíces RR no tienen actualmente mucha difusión, ya que en la zona no hay problemas para controlar las malezas”, señaló Bizet.
Las sembradoras más utilizadas son las mecánicas, ya que su costo es menor al de las neumáticas, pero estas son las que mejor plantean los calibres de los nuevos materiales.
Respecto de la fertilización, Bizet destacó que en maíz se trata de reponer el 70% del nitrógeno, lo mismo en el caso del trigo, cultivo en el que también se fertiliza con fósforo al 70%. La reposición del azufre es al 100% en los tres granos.
El método de diagnóstico del nitrógeno se hace hasta los 60 cm de profundidad y el promedio de aporte es 90 a 130 kg/ha. Debido a los altos volúmenes de fertlizantes utilizados, es necesario dividir la aplicación en presiembra con fósforo y azufre, a la siembra con fósforo y nitrógeno y en el estado de 4 hojas con con nitrógeno.
Bizet comentó que “la decisión de inversión en fertilización se ve afectada por las señales negativas como la regulación de precios en el trigo y los temores de que pase algo similar con el maíz”.
El costo de producción por hectárea de maíz es entre u$s 250 y 290 por hectárea, en el doble cultivo trigo-soja es entre u$s 250 y 270 y en soja de primera entre u$s 120 y 140. La incidencia de los fertilizantes es entre u$s 100 y 140 por hectárea. Los altos costos en el maíz desalientan la rotación de cultivos y no dejan ver los beneficios de la misma.
Bizet indicó que se espera que el valor de los fertilizantes siga subiendo porque su precio está atado al del petróleo: “Por eso se está pensando en hacer cultivos que aporten nitrógeno al barbecho y que no toda la reposición sea por aplicación de fertilizantes”, finalizó.
