Sean Cameron, titular de Aaprotrigo, analizó la apertura del Registro de Exportaciones de Trigo en una entrevista publicada hoy en la revista El Federal.
¿Cómo ve la apertura del registro de exportaciones?
– Es una medida no perfecta, porque lo ideal sería tener un mercado libre. Pero en el sector privado debemos ser pragmáticos para encarar las cosas con este Gobierno, y ajustarnos para llegar a cierto consenso entre nosotros y presentarlo ante el Estado para que lo avale. También reconocemos que en este preciso momento, con los precios que se manejan en el mercado mundial con estos alimentos, la Argentina no es el único país en el mundo en el que el Estado está interviniendo los mercados internos para resguardar el abastecimiento y los precios. Pero en este marco, nos parece un arreglo aceptable, porque tiene en cuenta también al productor, y no sólo a los exportadores o molineros, como parecía estar ocurriendo hasta ahora.
– ¿Qué significa, operativamente, la reapertura del registro?
– Significa que se permitirá exportar los dos millones de toneladas excedentes de trigo que habrá en esta campaña. Obviamente, la molinería quedará bien provista con el grano que quedará en el país. En números, el saldo inicial de trigo en stock este año fue de alrededor de un millón de toneladas. La cosecha fue algo mayor a los 15 millones de toneladas. La molinería, incluyendo la harina que se exporta, necesitó siete millones de toneladas, como máximo. Y hasta que el Gobierno cerró el registro en noviembre, se exportaron siete millones de toneladas más. Eso nos deja un sobrante de dos millones de toneladas, que son las que ahora podremos exportar.
– ¿Esto elevará los precios de los panificados en las góndolas?
– Es importante aclarar que esta apertura de ninguna manera implica la necesidad de un aumento en el precio de la harina y del pan en el mercado interno, ya que existe un esquema de compensaciones a la molinería por el cual ellos pueden pagar el precio equivalente al mercado internacional para el trigo que compran en el país, manteniendo el precio de la harina en el mercado interno, tras el compromiso que asumieron con la Secretaría de Comercio Interior.
– El tema es que los molineros hagan como usted dice.
– Yo creo que sí, porque nos costó mucho alcanzar un consenso y por suerte la molinería entendió que tiene que cuidar al productor. Además, los molineros están haciendo un buen negocio en este momento, porque tienen la libertad de exportar harina con una retención de apenas el 10 por ciento, cuando el grano tributa un 28 por ciento. Antes, ellos llamaban a un cierre del registro para asegurarse el aprovisionamiento de la materia prima, pero ahora se dan cuenta que no hace falta.
– ¿Cómo se alcanzó el acuerdo?
– La Secretaría de Agricultura en estos últimos días presionó para que los sectores acuerden esta apertura, para que se normalice la actividad de la cadena de valor. Si esto no se arreglaba, íbamos en camino de reducir el área sembrada, así que era imperioso llegar a una solución.
– ¿La medida influirá sobre las retenciones?
– Mucha gente creía que los reclamos del sector triguero tenían que ver con las retenciones, y no es así. Estábamos bregando por la transparencia del mercado y por recibir el precio que correspondía, neto de retenciones, que hoy es de 725 pesos la tonelada, cuando hace diez días sufríamos retenciones encubiertas de aproximadamente 170 pesos adicionales, que nos daban un precio de 550 pesos. Al permitirse la exportación de esos dos millones excedentes, el Estado se asegura cobrar las retenciones que corresponden a esa cantidad de granos.
