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Atanor busca crecer en semillas de maíz

"Vamos a ser referentes", promete su presidente, Miguel González, quien apunta a manejar maíces transgénicos resistentes a insectos y herbicidas.

"Vamos a ser referentes", promete su presidente, Miguel González, quien apunta a manejar maíces transgénicos resistentes a insectos y herbicidas.
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Por Infocampo

Con los maíces resistentes a glifosato ya autorizados por la Secretaría de Agricultura, Atanor inauguró el viernes 9 de junio el primer tramo de inversiones en la planta de su empresa controlada, Atar Semillas, en Pergamino.

Este primer tramo está relacionado con la producción de las líneas parentales de híbridos de maíz. Pero el segundo tramo, que arranca próximamente, prevé montar la línea de producción final de semilla, es decir la destinada a los productores, que tendrá una capacidad de entre 700.000 y 800.000 bolsas por año.

No se trata de un número menor, sino de aproximadamente un tercio de la superficie argentina de maíz, que se ubica en unas 2,2 millones de hectáreas.

“Atanor quiere ser importante”, promete el presidente de la compañía, Miguel González, quien da como ejemplo su reciente ingreso en el negocio del azúcar y la performance que la empresa tiene en el negocio de los agroquímicos.

El empresario afirma que cuando Atanor empezó a fabricar el glifosato, este herbicida que es hoy el más importante de la Argentina, en promedio valía tres, cuatro y hasta cinco veces más. Algo así imagina que va a suceder en el tema de las semillas.

Atar consiguió en mayo que la Secretaría de Agricultura le aprobara los polémicos maíces resistentes a glifosato con el gen GA21, que motivó airadas protestas del resto de la industria semillera.

Ahora, con los materiales listos para salir a la cancha, González da su visión de lo que está ocurriendo en este negocio. “Atanor ve que hay una enorme concentración de oferta de semillas con ingeniería genética en manos de pocas compañías multinacionales. Por otro lado, el área de maíz se viene contrayendo porque existe un divorcio entre el productor y quien le vende los insumos. Parecería que el proveedor de semillas, de agroquímicos y de fertilizantes no tiene nada que ver con el dueño de la tierra, cuando en realidad son socios. Vimos una dificultad para nuestro negocio, pero una oportunidad para crecer”, sostiene González.

Sin nombrar a una de las líderes en el mercado de híbridos de maíz, Monsanto, el empresario le envió un tiro por elevación, cuando dijo: “Queremos ser un referente que produce semillas con tecnología, sin hablar de embargos, sin hablar de regalías, sin hablar de quedarme con lo que no me corresponde”.

Por su parte, Julio César Osella, el socio original de Atar Semillas, dijo que piensa que en un futuro próximo el ciento por ciento de los híbridos de maíz contendrá eventos transgénicos, algo similar a lo que ocurre con la soja. Por medio de una estrategia comercial muy agresiva, donde se juntan la venta de agroquímicos con la de semillas, apuntan a capturar una porción significativa del mercado (también planean exportar a Brasil, Uruguay y Chile) e influir sobre los precios.

Concretamente, Osella habla que un híbrido de punta transgénico podría pasar a ubicarse en una franja de los 40 a 45 dólares la bolsa, contra los 70 a 80, o más, que vale en la actualidad. González, en cambio, prefiere hablar de “precios que estén en línea con nuestros clientes”. En materia de transgénicos no sólo salen al mercado con el maíz RR (GA21), sino también con versiones resistentes a insectos (Bt).

“En este momento estamos trabajando con el Mon 810 y estamos viendo algunas opciones ‘primas hermanas’ del Mon 810, es decir con terminadores del evento diferentes del que tiene el Mon 810 como para tener alguna opción mejorada”, comentó Osella, respecto del evento que otorga resistencia a los insectos a sus híbridos.

En lo que hace a la resistencia a glifosato, si bien están trabajando con el GA21, Osella manifestó que “están viendo alguna opción parecida”, pero que no lo tienen definido aún.

Pero con el antecedente del maíz RR, lo del maíz Bt podría derivar en un conflicto entre empresas, ya que el Mon 810 lo tiene patentado Monsanto y según fuentes de la empresa no se lo han licenciado a Atar.

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Los derechos de propiedad intelectual se han convertido en uno de los ejes en el mercado de la genética, particularmente a partir del desarrollo de los cultivos transgénicos.

En la Argentina, conviven el sistema de protección de los derechos del obtentor, vía la Ley de Semillas 20.247, aplicado al germoplasma, con la Ley de Patentes, para los desarrolladores de construcciones genéticas.

La intención de la Sagpya es que las discusiones en materia de propiedad intelectual sobre patentes se resuelvan en el ámbito judicial y no utilizando como filtro al Instituto Nacional de Semillas.

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