En un contexto de mayor resistencia de las malezas, las plagas y las enfermedades a los productos fitosanitarios, hay que buscar soluciones alternativas al uso de agroquímicos.
Por eso, en A Todo Trigo, también hubo espacio para las recomendaciones de manejo sustentable en cultivos y se presentaron los programas para medir el riesgo de uso y la ley de buenas prácticas agrícolas.
En un panel compuesto por profesionales de organismos técnicos y de universidades, Patricia Gómez -del INTA Bordenave- propuso que el control integrado de plagas en cultivos invernales debe apuntar a “maximizar rindes minimizando la incidencia de los insectos”.
De este modo, enumeró 46 especies que son plagas para el cultivo de trigo, más cuatro especies de ácaros, tres de bacterias y tres de moluscos.
“El manejo integrado implica conocer las plagas, su ciclo biológico, tomar acciones de control natural y finalmente el manejo químico”, remarcó.
En el caso del trigo, entre los más relevantes citó a:
- Gusanos del suelo (el gusano blanco principalmente) que afecta el inicio del cultivo
- El complejo de pulgones en distintos estadios fenológicos, pero con incidencia desde los 15 días
- Desfoliadoras, como las isocas, que atacan a la espiga y las chinches en encañazón
- Gorgojo, que aparece de forma ocasional con las sequías y que ataca en macollaje.
Para favorecer el control, destacó la importancia de los muestreos y el monitoreo a través de la herramienta del paño vertical. De este modo, además de anticiparse a las isocas, también se le puede ganar de mano a las orugas y puede dar información sobre pulgones.
Gómez recomendó usar las redes de información de alertas tanto nacionales como regionales y locales “porque cada región agroecológica de trigo puede presentar una plaga protagonista”.
EL IMPACTO DE LA ROYA
Cristina Palacio, de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (unnoba) analizó las enfermedades que están afectando a los cultivos de invierno en las últimas campañas.
Entre ellas, destacó a las royas amarilla, anaranjada y del tallo, que aparecen cuando se deja al lote sin tratar. En un segundo plano, menciónó al carbón volador y la fusariosis de la espiga. En el caso de la cebada, las enfermedades más comunes son mancha en red y escaldadura, y mancha borrosa en Santa Fe.
¡En #ATodoTrigo el manejo se aborda desde todas las aristas! 👌🌾 En el salón principal del congreso, Cristina Palacio (UNNOBA) planteó un panorama de enfermedades en trigo y cebada y las principales estrategias de control. ¿Qué rol cumplen los biológicos? Escuchala 👇 pic.twitter.com/10AIPA5Rit
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En estos casos, el control pasa sobre todo por la sanidad de la semilla. Otra recomendación importante para la prevención de la roya es diversificar las variedades de semillas, para evitar que las enfermedades muten y generen resistencia.
Por último, propuso hacer planteos de siembras tempranas, porque consideró que los tardíos tienen más problemas.
MALEZAS RESISTENTES
Marcos Yanniccari, investigador del Conicet, abordó el problema de las malezas que se volvieron resistentes al glifosato y otros herbicidas.
“Si bien los herbicidas siguen siendo el principal método de control químico de malezas, tenemos que ir combinándolo con otras estrategias”, propuso.
En este camino, aconsejó estrategias de manejo como la modificación de la densidad de siembra, emplear cultivos más vigorosos, realizar una fertilización temprana y la orientación de la siembra.
Sobre este último punto, señaló que “se recomienda la siembra este-oeste, así el sol del mediodía ilumina el cultivo, sombrea al entre surco e inhibe la emergencia de la maleza”.
También aseguró que los herbicidas preemergentes serán más eficientes si se incorporan al suelo, para frenar la germinación de la maleza. “Cuando la maleza ya está establecida, se necesitan los posemergentes”, remarcó.
¿Y las malezas? 🧐 Marcos Yanniccari (ASACIM – INTA) fue parte del primer panel del viernes en #ATodoTrigo y responde sobre los principales desfíos del manejo de malezas 🌾 ¿Qué pasa con las resistencias? 👇 pic.twitter.com/8xircCirgv
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Diego Ferraro de Fauba y Conicet, habló de “Modelos de riesgo de uso de agroquímicos”. Sobre este tema, reflexionó que productores y asesores están acostumbrados a usar la información del marbete. “Es un parámetro del producto que no dice nada del contexto en que se usa”, enfatizó.
Ante esta situaciuón, propuso el uso del programa Proripest, que mide el riesgo global, contempla la cuestión ambiental y hace una evaluación de las alternativas de manejo agrícola. Esta información permite elaborar una prescripción de aplicación, de dosis y tamaño de gota.
Esos datos están online en la web y permiten al productor comparar una serie de productos por su eficiencia y riesgo ambiental.
“Antes tenían la eficiencia económica y al precio como medidores de importancia, ahora tienen uno más y pueden evaluar si pagar o no 20% más por un producto más inocuo pero que controla igual”, sostuvo.
El cierre del panel estuvo a cargo de la economista Nieves Pascuzzi, integrante de la Red de Buenas Prácticas Agrícolas.
En ese espacio confluyen unas 80 instituciones y logró consensuar un proyecto de ley “con presupuestos mínimos” sobre el uso de agroquímicos y fertilizantes. Esta iniciativa logró estado parlamentario y podrá ser debatida en el Congreso.