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China: aseguran que el menor crecimiento impactará en la demanda mundial de commodities

Después de tres décadas de crecimiento, la expansión de China está perdiendo impulso. En los primeros dos trimestres de 2013, la economía aumentó 7,6% en promedio, en clara continuación  de la tendencia decreciente que se viene manifestando en los últimos años.

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Por Infocampo

Después de tres décadas de vigoroso crecimiento –un promedio de 9,9% anual entre 1980 y 2012–, la expansión de China está perdiendo impulso. En los primeros dos trimestres de 2013, la economía aumentó 7,6% en promedio, en clara continuación  de la tendencia decreciente que se viene manifestando en los últimos años. 

El proceso de desaceleración comenzó a causa de la menor expansión de las exportaciones, las importaciones y de la producción industrial. 

Durante la crisis financiera mundial de 2008/2009, la caída de mercados clave como Estados Unidos y Europa produjo una contracción en la demanda de exportaciones chinas. Sin embargo, el paquete de estímulos implementado por el Estado (impulso fiscal, monetario y crediticio) evitó una brusca desaceleración del ritmo de expansión de la actividad.

De esta manera, la inversión pública en infraestructura y el gasto de capital de las principales empresas del país se convirtieron en el nuevo motor de la economía. 

El boom de inversiones –financiado por préstamos blandos- no sólo llevo a una expansión crediticia promedio del 20% anual entre 2008 y 2013 (el doble que la del PBI), sino a la creación de gran cantidad de infraestructura que en algunos casos quedó ociosa. Por ejemplo, edificios vacíos, fábricas cerradas, vías de tren y rutas apenas transitadas.

Según un informe de Eco Latina, esto generó serios problemas de deuda. La obligación de invertir en empresas estatales (conocidas como SOEs) y la imposición de una tasa de retorno mínima sobre los créditos condujeron a la emisión excesiva de préstamos sin análisis de riesgo crediticio.

Además, como las pequeñas y medianas empresas privadas encontraron dificultades a la hora de acceder al crédito a través de canales convencionales, debieron endeudarse en el mercado financiero informal. 

Asimismo, el Banco Central mantuvo un estricto límite sobre el rendimiento de los depósitos. Estas restricciones aseguraron ganancias para las entidades financieras, pero han causado pérdidas a los ahorristas, quienes canalizaron sus ahorros principalmente al sector inmobiliario.

Este tipo de inversiones, combinadas con políticas que exigían ciertas tasas de crecimiento a los gobiernos locales, son responsables por la burbuja inmobiliaria generada entre 2005 y 2013. Como los precios de las propiedades se dispararon, la clase media perdió acceso a viviendas en zonas urbanas. A pesar de ello, las inversiones continuaron, dejando un alto número de unidades residenciales y comerciales desocupadas.

En este contexto, la economía china está adoptando un nuevo enfoque en su estrategia de crecimiento: los incentivos a las exportaciones y a la inversión están siendo trasladados a apuntalar el consumo. Pero a diferencia de los agresivos estímulos fiscales y monetarios adoptados durante la crisis de 2008/2009, el gobierno está procediendo con mucha cautela a la hora de incentivar la economía, lo que causa cierto desequilibrio en el corto plazo y mayor estabilidad en el largo.

Por ejemplo, en un esfuerzo por mitigar el exceso de crédito y desalentar los préstamos otorgados por los grandes bancos, el gobierno intentó reducir el efectivo disponible del mercado crediticio, pero la falta de liquidez causó un pico en las tasas de interés de junio. A pesar de que se esperaba que el Banco Central limitara su intervención para evitar desestabilizar aún más el mercado, la entidad decidió eliminar en julio el límite inferior a las tasas sobre préstamos.

Hacia adelante los posibles cambios del sistema financiero dependerán de los resultados de una auditoría nacional para conocer la verdadera situación de la deuda pública de los gobiernos locales. El hecho de que la Oficina de Deuda Nacional suspendiera cualquier otro proyecto para llevar a cabo dicha auditoría, muestra la desconfianza de las autoridades nacionales respecto de la situación crediticia de los estados provinciales.

En resumen, el país enfrenta hoy en día dos desafíos: solucionar sus problemas crediticios y enfrentar la transición hacia una nueva estrategia de crecimiento basada en el consumo interno.

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