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Cosechadoras inteligentes

A partir de la medición de la cantidad de grano ordenan el cambio de velocidad. El operador tiene más tiempo para decidir los cambios de regulación.

A partir de la medición de la cantidad de grano ordenan el cambio de velocidad. El operador tiene más tiempo para decidir los cambios de regulación.
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Por Infocampo

La combinación entre sensores y comandos informáticos está provocando una revolución en la maquinaria agrícola, que ya comienza a llegar a los campos argentinos.

Una de las últimas incorporaciones en precisión de cosecha es el sensor de flujo constante de alimentación. El mismo está incorporado a la cosechadora Claas Lexion 600 y a la John Deere 9860 STS.

Este sistema permite regular en forma automática la velocidad de avance de la cosechadora en función del rendimiento que va teniendo el cultivo a lo largo del lote.

Esto, que hasta ahora regula el operador de la máquina en forma manual en base a lo que va viendo en el monitor de rendimiento, ahora se automatiza y se mejora en sensibilidad de reacción.

La máquina tiene una alimentación óptima (de acuerdo a la condición del cultivo y el tiempo) que debe ser programada y se da a partir del aprovechamiento de la potencia del motor. Dos sensores, uno que mide el ingreso de material en la cadena del embocador (que da la cantidad de material que está ingresando) y otro sobre las vueltas del motor, se puede mantener un funcionamiento pleno. Cuando el motor empieza a caer en vueltas, es decir, está sobredemandado, y el sensor de la cadena del embocador le indica que también está ingresando más del material promedio, automáticamente una central electrónica que procesa esta información indica a una electroválvula para que reduzca la velocidad de avance de la cosechadora.

Por el contario, si se reduce el material que ingresa al sistema de trilla, lo cual es detectado por el sensor en la cadena del embocador y el motor âse alivianaâ, automáticamente la cosechadora aumenta la velocidad de avance.

Consultado sobre la capacidad de corrección ante la demanda externa, un punto clave de este tipo de sistemas, el coordinador del Proyecto Agricultura de Precisión del Inta, Mario Bragachini, indicó que âla capacidad de reacción es casi instantánea, de unos 3 o 4 segundos, que a 8 km/h de avance son 10 a 12 metrosâ. âDe todos modos -aclara Bragachini- no necesariamente el sensor está pensado para que el cambio sea instantáneo porque no hace falta; si, por ejemplo, encuentra un bocado grande porque se atoró, no hace falta que baje la velocidad la máquinaâ. Sirve, por ejemplo, para cuando se viene cosechando un maíz que rinde 80 qq/ha, y se ingresa a un bajo donde rinde 120 qq/ha o a una loma que rinde 60 qq/ha.

Lo importante es que el flujo constante de ingreso de material aumenta la eficiencia de trilla, separación y limpieza en la cosechadora. Con el zarandón sobrecargado el flujo de aire no alcanza a liberar los agujeros para que cuele el grano; asimismo, cuando está subutilizado hay menos granos y sobra aire, entonces, se vuela el cereal.

El sistema sirve para cosechar cualquier cereal u oleaginosa pero Bragachini cree que resulta más importante en trigo y maíz, porque las gramíneas responden mucho más a la variabilidad y porque son dos cultivos que permiten acelerar o disminuir la velocidad sin problemas. En cambio en la soja, el límite de velocidad está dado por la plataforma.

Experiencia. Sergio Marinelli es consultor privado y contratista de maquinaria en la zona de Venado Tuerto. Según su experiencia y su visión, trabajar con este sistema de sensor de flujo constante va a ser muy positivo porque permite que la cosechadora opere con su capacidad de trilla y procesamiento a full.

Si bien Marinelli considera que será muy útil para maíz, también la vislumbra que esta tecnología podrá utilizarse para cosechar soja porque a âlas fábricas están trabajando en las plataformas para que éstas ya no sean un limitanteâ.

Para tener una idea de lo importante que resultará este sistema, el contratista ejemplifica de la siguiente manera: suponiendo que la máquina tiene una capacidad de trilla de 70 t/hora, si se hacen 71 t hay una que se pierde por la cola. Se puede lograr un trabajo óptimo, reduciendo pérdidas, maximizando tiempos y reduciendo gastos innecesarios.

El consultor cree que la aplicación de esta tecnología será muy rápido dado que se trata de incorporar electrónica.

En utilización y adquisición de herramientas de agricultura de precisión, la Argentina ocupa un lugar privilegiado, a la par de Australia y EE.UU.

Medición de calidad a campo

Otra de las novedades en cosecha de precisión aún en etapa de estudio es el sensor NIRS que se coloca en la noria de la máquina y analiza y posociona en un mapa de calidad proteína y aceite del cultivo cosechado. El proceso se repite cada doce segundos y hasta ahora se ha detectado buena precisión en trigo, cebada (proteína) y en maíz y soja (proteína y aceite).

El equipo, colocado en una Vassalli 1550, es de origen americano marca Zeltex. En mayo de 2006, en Manfredi (Córdoba) se han hecho mapas de soja y maíz, pero son pruebas preliminares y aún tienen algunos errores.

En el caso del trigo o la cebada sirve para segregar, para no mezclar buenos, malos y regulares productividades. También para empezar conocer en el campo los factores de manejo que regulan la calidad. ¿Cómo responden los porcentajes de proteínas si se fertiliza, riega, se pone fósforo o azufre, si cambia la densidad de siembra o la fecha, si se pulveriza con control de enfermedades, etc? De esta manera, se pueden estudiar todos los factores que condicionan la calidad y mejoran el manejo.

En el Inta Manfredi consideran que este trabajo puede marcar un hito en el desarrollo tecnológico de la producción de cultivos extensivos orientados a la búsqueda de la mejora de la calidad de los commodities. Conociendo previamente la calidad (mediante muestreos con la cosechadora que crucen la variabilidad del lote), se pueden diseñar mapas de cosecha y segregar por calidad como dado que para la industria es importante identificar calidad con un mínimo rango de variabilidad.

Juan Ignacio Martínez Dodda

jdodda@infocampo.com.ar

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