Sólo once de las 31 cadenas de agroalimentos –carne vacuna, aviar huevo y carne, cerdo, lácteos, trigo, maíz y sus derivados, legumbres, soja y maquinaria agrícola– podrían generar 317.000 empleos directos y 512.000 indirectos sumando 932.000 nuevos puestos de trabajo e incrementando las exportaciones en 12.600 millones de dólares para 2020.
Estos datos, pertenecientes a estudios de la Fundación Mediterránea –que coinciden con el objetivo institucional– y el INTA de que en la próxima década la Argentina exporte productos con valor agregado en forma estratégica.
“Si a esta proyección le sumamos las cadenas forestoindustrial, vitivinícola, minera, biocombustibles, software y turismo, la demanda de mano de obra asciende a 2,8 millones de nuevos puestos de trabajo”, detalló Mario Bragrachini, coordinador del proyecto cosecha y poscosecha del INTA.
“Insistimos en agregar valor a los granos y convertirlos en producto balanceado con posibilidades de que se transformen en carne bovina, porcina, caprina, aviar, leche y también pescado”, dijo el especialista, quien aseguró que “así llegaremos al año 2020 con 932 mil nuevos puestos de trabajo, con un ritmo de crecimiento de 92 mil por año”.
Un modelo, una propuesta
El modelo productivo argentino, donde el productor primario se encuentra aislado del resto de la cadena de agregado de valor, no se repite en países desarrollados. La propuesta del INTA es que los productores de cereales y oleaginosas, de carne y leche, de cerdo y pollo se integren verticalmente a la cadena agroindustrial: desde la siembra, cosecha, almacenaje, industrialización primaria, transformación, industrialización de segundo orden, transporte y comercialización en el mercado interno e internacional.
“Esto significa recuperar la competitividad del sector primario de la producción –chico y mediano, lo que derivará en la generación de empleo de calidad mediante el agregado valor a la producción agropecuaria en origen”, señaló el coordinador, quién además subrayó el rol importante de las herramientas asociativas aplicadas bajo estructuras cooperativas modernas.
Un modelo asociativo evolucionado permite que el productor –de pequeña y mediana escala– pueda integrarse verticalmente a la cadena de valor, lo que le permitirá percibir beneficios concretos de todas las etapas de la cadena lograda con tecnología y mediante una escala competitiva.
Ejemplos no abundan, pero existen. Y lo que es aún más importante para destacar es que cada vez son más visibles las experiencias donde el productor junto a su cooperativa forma parte de un proceso de integración para agregar valor a la producción primaria.
Carlos Trevisi, presidente de AFA –Agricultores Federados Argentinos–, puntualizó que 78 años después de su fundación comprendieron que el camino es la industrialización de los granos: molienda, harina, expeller y aceite crudo.