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¿Qué hay que hacer para seguir?

Hay una ventana de oportunidad y hoy existe la posibilidad de tener un desarrollo económico sustentable. Lo que sí es claro es que no es cuestión de que pase el tiempo sino aprovechar ahora que hay condiciones macroeconómicas mucho más consistentes de las que teníamos en el pasado”, le dijo a Infocampo, desde una visión... Read more »

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Por Infocampo

Hay una ventana de oportunidad y hoy existe la posibilidad de tener un desarrollo económico sustentable. Lo que sí es claro es que no es cuestión de que pase el tiempo sino aprovechar ahora que hay condiciones macroeconómicas mucho más consistentes de las que teníamos en el pasado”, le dijo a Infocampo, desde una visión económica, Bernardo Kosacoff, de la CEPAL, en el marco del desarrollo de la jornada “Sustentabilidad de la agroindustria en la Argentina”, realizada esta semana en la Facultad de Agronomía de Buenos Aires. Y añadió que el escenario que presenta la macroeconomía no es suficiente, por supuesto, para lograr un desarrollo económico sustentable.

Obviamente, allí empiezan a jugar distintos actores que buscan desde cierta confusión encontrar el camino para interactuar desde la concordancia y hacia un mismo objetivo, una mayor productividad que se sustente en el tiempo focalizada en la obtención de productos con mayor valor agregado. El futuro de la agroindustria dependerá de la sustentabilidad ambiental, agronómica, económica y social.

En los ’90 se logró una fuerte incorporación de innovaciones tecnológicas, cultivos transgénicos, avances en genética animal, el uso de fertilizantes, la práctica de la siembra directa, el desarrollo de sistemas de engorde a corral en ganadería y una nueva difusión de técnicas en lechería. Todas estas prácticas, claro está, apuntan a una mayor productividad. La pregunta es si estamos haciendo lo correcto para poder sostenerlas en el tiempo.

Desde la perspectiva biofísica, Martín Aguiar, de la FAUBA, indicó que para aumentar la sustentabilidad en relación al uso del capital natural se debe tener en cuenta la heterogeneidad de los agroecosistemas. Y remarcó la necesidad de profundizar el desarrollo de la siembra directa, volver a usar la rotación de cultivos, rotaciones agrícolas ganaderas, planificar regionalmente expandiendo las escalas de observación, establecer reservas y corredores como herramienta para la conservación de la biodiversidad y lograr un plan de ordenamiento territorial.

Desde el ámbito productivo, Jorge Romagnoli, presidente de Aapresid, planteó una agricultura sustentable a partir de la adaptación de los cultivos y la tecnología a los recursos naturales para llevarlos a una máxima productividad, buscando el mínimo disturbio del suelo y el aporte constante y sostenido de carbono, y remarcó que “el desafío consiste en transformar los sistemas de explotación en sistemas productivos rentables”.

El aliciente comercial para trabajar por una mayor productividad fue explorado por Francisco Morelli, de Cargill, quien rescató que está asegurada la demanda de productos agropecuarios a nivel mundial debido a una tendencia de crecimiento poblacional, que hoy alcanza los 6.200 M de personas, y de una mejora del nivel de vida que lleva a una elección de alimentos de mayor calidad. Y afirmó que China e India serían los responsables del aumento del consumo.

Dos puntos claves para asegurar la sustentabilidad en la Argentina son la imperiosa necesidad de incrementar la inversión en infraestructura y en investigación y desarrollo. En ese sentido, Fernando Vilella, decano de la FAUBA dijo que “la Argentina invierte en total sólo u$s80 M para investigación en temas agropecuarios, algo menos que el presupuesto de la Universidad de Iowa, en los EE.UU., y nada si se lo compara con los u$s550 M que, por ejemplo, invierte Monsanto”.

Ganas, capacidad y proyectos hay; pero deberán ser acompañados por políticas orientadas a recategorizar a la educación e investigación y que se entienda que la infraestructura no es un gasto, sino una inversión que permitirá la integración económica y social y la salida al mundo.

Por Carmela Obligado

cobligado@infobae.com

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