Con apenas semanas al frente del flamante Ministerio de Agricultura, Julián Domínguez sintetiza su estrategia: mejorar la competitividad del pequeño y mediano productor, donde machaca en que está trabajando para que reciba el precio pleno por su trigo y su maíz (pusieron una línea de denuncias).
“Hay que corregir asimetrías”, dice. Asimismo, se preocupa por las economías regionales, que le llevan buena parte de su agenda. Y asegura que, además de atender estas dos cuestiones,
-¿Por qué habla de una ‘demanda que es de carácter político’?
-Porque el debate en el sector se salió de cauce, se perdieron las razones motivacionales propias del reclamo sectorial para convertirse en un tema eminentemente político. Y lo primero que hay que hacer, en forma desapasionada, es reencauzar la discusión en la agenda agroalimentaria.
-¿Cuenta con las herramientas para lograr este objetivo?
-Existen dos obstáculos a superar. El primero es instalar la construcción de propósitos compartidos por los distintos actores y de decisiones que se ubican en el ámbito de las definiciones de políticas públicas agroalimentarias y no en espacios ajenos. El segundo obstáculo es que necesitamos crear la confianza de que vamos a trabajar por lo sectorial y que el Ministerio no va a ser instrumento de ninguna otra naturaleza que no sean las políticas públicas agroalimentarias.
-Lo que sucede es que hay una historia previa a esta gestión, ya vivida por el resto de los actores. ¿Cuál es el mensaje en este sentido?
-Mi lenguaje es que estamos acá para que todos los sectores se fortalezcan, que se fortalezcan los espacios de investigación, de construcción de políticas federales, y que todos juntos podamos abordar una agenda común. Yo lo deseo, y trabajo, para que nos vaya bien a todos.
-El productor, particularmente el ganadero, ve en
-Es la concebida pregunta sobre Comercio Interior. Mire,
(La entrevista completa puede leerse en la edición especial de Infocampo Semanario)