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La fertilización fosforada, una clave en lotes con alfalfa

Las actividades productivas han ido socavando la disponibilidad de nutrientes en campos forrajeros por lo que se hace necesario reponerlas para que la ecuación productiva sea la misma.

Las actividades productivas han ido socavando la disponibilidad de nutrientes en campos forrajeros por lo que se hace necesario reponerlas para que la ecuación productiva sea la misma.
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Por Infocampo

Nitrógeno, fósforo y azufre son los tres principales nutrientes que limitan la producción de granos y forrajes en nuestro país. Refiriéndonos a fósforo (P) en particular, encontramos que hay zonas con diferentes dotaciones naturales de este nutriente, y que las actividades productivas, tanto las agrícolas como las ganaderas, han modificado -disminuido- esta disponibilidad natural del nutriente, lo cual conlleva a la necesidad de reponerlo de manera de obtener producciones rentables y ser sustentables en cuanto a la nutrición mineral de nuestros suelos.

Esta realidad productiva difiere con la tendencia de muchos productores a no fertilizar los recursos forrajeros, lo que magnifica la brecha entre los aportes vía fertilización y la extracción de fósforo por las forrajeras y posterior exportación como carne o leche. Algunas de las razones que se argumentan para justificar esta decisión son el desconocimiento de los beneficios de la fertilización en pasturas y verdeos, probablemente porque es poco evidente la disminución en los rendimientos de producción de materia seca en sistemas de pastoreo directo, donde es poco común la práctica de medir el rendimiento en forraje producido.

Además, el nivel de manejo general de muchos establecimientos tampoco permite ser eficientes en el aprovechamiento total del incremento en la producción de la pastura. Por otro lado, siempre existió el mito de que la alfalfa es una restauradora de la fertilidad de los suelos lo cual es erróneo desde el punto de vista químico, ya que extrae una gran cantidad de nutrientes. Por ejemplo, para nueve o diez mil kilos de materia seca por hectárea extrae el equivalente a entre 120 y 160 kilos/hectárea de fosfato diamónico.

En cuanto a la productividad de las pasturas en base a alfalfa se consideran niveles muy bajos de fósforo en el suelo aquellos que estén por debajo de las 5 partes por millón de este nutriente en la capa de cero a veinte centímetros de suelo, de seis a quince el nivel es bajo, de quince a veinticinco la calificación es de buen nivel y por encima ya se considera alto u óptimo para este tipo de cultivo.

La respuesta a la fertilización fosforada de esta leguminosa es prácticamente lineal, inclusive a muy altas dosis aplicadas. En ensayos llevados a cabo por Hugo Vivas, especialista en el tema de Inta Rafaela, no ha encontrado inflexión en la curva de respuesta, lo que indica que la respuesta sigue siendo importante con altas dosis de fertilizante aplicado.

Es evidente que la cantidad necesaria de P para la producción de alfalfa es alta pero es importante saber que una gran proporción de lo que se consume puede volver al suelo a través de las heces y orina, de ahí la importancia de la mayor permanencia de los animales en los potreros para facilitar el retorno de los nutrientes. Lo mismo ocurre con el calcio (Ca) y el magnesio (Mg). De la misma manera el retorno del lavado de corrales de tambo a las parcelas ha demostrado ser una forma eficiente de devolver al suelo parte de lo que consumimos en nuestros procesos productivos.

Joaquin Rabasa

Especial para Infocampo

*Responsable de Coordinación

de Regionales Aapresid

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