Las micorrizas pueden aumentar hasta 1.000 veces la capacidad de absorción de la planta y son efectivas en la restauración de los suelos y los ecosistemas. Estas asociaciones entre hongos y raíces “llevan 400 millones de años sobre la Tierra y son los abonos naturales que las plantas han utilizado desde siempre”, señaló Mónica Sagadin, del Instituto de Fisiología y Recursos Genéticos Vegetales (IFRGV) del INTA.
A pesar de su larga historia en el planeta, existen factores que las amenazan. “El uso excesivo de fertilizantes y fitosanitarios, la sobreexplotación de los suelos agrícolas y la desertificación, las hacen desaparecer”, advirtió Sagadin. “Por eso hay que recuperarlas, reactivarlas y reintroducirlas para devolver a la planta y al suelo el equilibrio natural que han perdido”, agregó.
Según su forma y estructura, las micorrizas se dividen en distintos grupos. Algunas se presentan como un manto externo, que se advierte a simple vista, mientras otras penetran en el interior de la raíz y forman ramificaciones, que se conocen con el nombre de arbúsculos. Estas últimas, conocidas como hongos micorrícicos arbusculares (HMA), tienen una participación destacada en la reforestación y en estrategias de restauración de ecosistemas contaminados.
“La protección brindada por el hongo hace que, además, la planta sea más resistente a los cambios de temperatura y la acidificación del suelo, derivada de la presencia de azufre, magnesio y aluminio”, comentó la especialista.
Dado que interactúan con las raíces de la planta y con otros microorganismos del suelo, “es importante considerar el efecto que pueden tener estos hongos tanto a nivel fisiológico de la planta, como del suelo y, por ende, en la restauración de los ecosistemas”, agregó.
Por su contribución a la tolerancia de la salinidad y la sequía en los vegetales, entre otros estreses ambientales, las micorrizas mejoran la aclimatación y la nutrición de diferentes especies importantes para la agricultura y la recuperación de suelos. Con su ayuda, “la planta es capaz de explorar más volumen de suelo del que alcanza con sus raíces”, dijo Sagadin. A esto se suma que el hongo absorbe con mayor facilidad el agua y ciertos elementos, como fósforo, nitrógeno, calcio y potasio, esenciales para la vida del vegetal.