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Néstor Kirchner, la política y el campo

La repentina desaparición del ex presidente Néstor Kirchner me lleva a intentar una reflexión sobre su pensamiento, su gestión y su relación con el campo.

La repentina desaparición del ex presidente Néstor Kirchner me lleva a intentar una reflexión sobre su pensamiento, su gestión y su relación con el campo.
infocampo

Objetivamente estos ocho años han sido bastante positivos en la ecuación de las principales variables globales para que el negocio agropecuario y agroindustrial argentino fueran rentables.

Es muy difícil decir si los buenos o malos indicadores productivos son mérito o culpa de un gobierno. Por caso, Australia tuvo dos campañas donde la producción de trigo cayó a la mitad y sin embargo nadie en ese país culpó al gobierno por ello.

Digamos entonces que a Néstor primero y a Cristina después les ha tocado administrar una situación externa favorable para el agronegocio, también conocido como viento de cola.

“¿Qué tan bien o mal lo hicieron?

Cuando finalmente se haga el balance en forma desapasionada, seguramente nos encontraremos con una serie de indicadores positivos. El chacarero no se endeudó, se incrementó la productividad, los márgenes económicos fueron mayormente positivos y hubo un boom en sectores conexos como maquinaria, insumos o silos.

“¿Por qué entonces se instala al kirchnerismo con un sesgo anticampo?

Es que Kirchner recuperó en la praxis política la idea de un Estado fuerte, lo que el liberalismo interpretaría como “interventor”. Ãsta fue la semilla de la mala relación entre kirchnerismo y campo.

Los primeros indicios ocurrieron ya en 2005/06 con los mercados de hacienda y trigo. El cierre de las exportaciones indicaba que la mala relación se agravaba. La conducción política no dio en ese momento con la herramienta adecuada, ni el sector rural encontró una que también satisfaciera las necesidades de la política.

Y todo estalló con el conflicto de la 125.

Posiblemente haya sido más una cuestión de formas que de fondo, pero la relación que no había sido buena hasta ese momento se quebró en una forma que hasta hoy parece irreversible.

La cuestión económica dejó paso a la político y social, y “el campo” se transformó en una piedra en el zapato para la construcción política del kirchnerismo. Sin embargo, en este balance provisorio se pueden poner varias cosas en el haber.

Primero, lo rural ha tomado una relevancia y una gravitación nacional, tanto en la dimensión económica, como social y política que posiblemente nunca haya tenido antes.

Segundo, como reflejo de esta realidad el área agrícola gubernamental adquirió rango de ministerio. Difícilmente pueda haber marcha atrás en los gobiernos por venir.

Tercero, se reconoce que debe haber una mediación del Estado, por caso para la asistencia de determinados segmentos de la vida rural.

Cuarto, se ha instalado fuertemente la cuestión de la agregación de valor a las materias primas agrícolas como generador de riqueza y mano de obra, en especial cuando se hace en el mismo lugar de origen.

Lógicamente, el tiempo irá poniendo las cosas en su lugar y dándoles la dimensión adecuada, pero lo cierto es que se puede hablar de un campo antes del kirchnerismo y otro después, más allá de las pasiones que el presente impone.

Javier Preciado Patiño
Nota publicada en la edición del Semanario Infocampo

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