Las declaraciones del intendente de San Antonio de Areco, Francisco Durañona, sobre la responsabilidad de la siembra directa por las inundaciones en su distrito, puso al sistema de producción en el ojo de la tormenta.
Para el funcionario, “los campos que usan siembra directa generan una fuerte impermeabilización en el suelo”. Esta afirmación provocó la respuesta de AAPRESID que elaboró un informe técnico sobre los efectos de la siembra directa en el marco de las inundaciones que se vienen registrando en diversos sectores de las provincias del centro del país.
“Las consecuencias del agua que hoy vivimos vuelven a alertarnos sobre el uso y cuidado del suelo.
Esta es una de las mayores preocupaciones que Aapresid intenta poner en primer plano, al punto que el último Congreso realizado la semana pasada en Rosario “Biosapiens, la Era del Suelo” puso el eje en las buenas prácticas agrícolas como premisa fundamental para que los estragos del agua que hoy vivimos puedan evitarse”, dijo la entidad.
Una de esas técnicas es la Siembra Directa. La aplicación de este método ayuda a prevenir inundaciones.
María Beatriz “Pilu” Giraudo, presidenta de Aapresid, explica que este método ayuda a evitar escurrimientos de agua e inundaciones. Este sistema de cobertura mantiene las condiciones de la tierra y “hace que el suelo se convierta en una esponja que absorbe y guarda el agua de lluvia”.
Según el Ing.David Roggero, coordinador de la Regional Laboulaye “Este sistema permite un mejor y más rápido movimiento del agua y el aire a través de los poros del suelo. Al no mover la tierra, los poros son más grandes y estables que en la agricultura tradicional.”
El Ing. José Luis Tedesco, miembro de la Regional Aapresid Chacabuco explica que “la aplicación de la Siembra Directa en el tiempo, fomenta la creación de pequeños canales internos en el suelo por acción de insectos, lombrices, raíces y raicillas formando una especie de “túneles” que permiten la absorción e inflitración del agua de lluvia”.
Por ende, una duda que suele aparecer queda aclarada. La siembra directa NO es un factor que provoque inundaciones, sino por el contrario contribuye a que esto no suceda.
Buscando soluciones
Roggero aclara que la técnica disminuye la probabilidad de que ocurran, pero no es por sí sola la solución definitiva.
Giraudo advierte que “la capacidad de cada suelo tiene un límite”. Por tal motivo, es fundamental contar con obras para el manejo de los excedentes de agua que deben ser planificados a nivel de cuenca y construídos desde el lugar más bajo (que recibe agua) hacia el más alto (que vuelca agua).
Es decir las decisiones políticas firmes para llevar a cabo las obras antes de que lleguen los desastres.
Atender a las alteraciones de las cuencas, planificación urbana ante las edificaciones, control de canales, obras de dragado adecuado,etc
Hacia el fondo del problema
Tedesco, de Aapresid Chacabuco, contextualiza la problemática. El actual modelo productivo con la aplicación de Derechos de Exportación, que comenzó luego de la crisis de 2001 y se profundizó con la aplicación de alícuotas de ese impuesto cada vez más elevadas, hasta llegar a los actuales 35% para la soja, 32% para el girasol, 28% para el trigo y 25% para el maíz, sumado a la aplicación de ROE’s que limitan las exportaciones de trigo y maíz, dejaron como única alternativa viable el cultivo de soja. Así durante la campaña 2014/15 en Argentina ocupó más de 20 millones de hectáreas.
“Pero recordemos que el problema no es la soja, sino que exista su monocultivo; es decir, que se realice año tras año este cultivo de manera prácticamente única”, aclara Tedesco.
Las abundantes precipitaciones que sufrimos en este contexto nos empujan a un “desastre ambiental y agroecológico” con un doble daño. Por un lado, el desaprovechamiento de toda esa agua que podría haberse transformado previamente en grano y generar más riqueza, y por el otro, el efecto negativo directo de estos desbordes sobre las poblaciones y cultivos, con pérdidas directas irrecuperables.
“Pilu” Giraudo, también señala como variable que potencia este problema a las políticas públicas desacertadas de los últimos años favorecieron al monocultivo sojero en detrimento de otros cultivos. “La soja consume aproximadamente 600 mm de agua en todo su ciclo, por lo tanto, mucho menos de lo que llueve durante todo el año en la mayoría de los lugares que se siembra”.
“Los productores lo venimos advirtiendo desde hace mucho tiempo, por ejemplo, hemos pedido que se destraben las intervenciones que impiden que sembremos trigo, para poder consumir más agua y tener suelos más productivos”.
Y otro factor desencadenante de inundaciones que destaca Giraudo son los ciclos climáticos que se repiten a lo largo de los años, acentuados últimamente por los efectos del cambio climático. “Lamentablemente esta adversidad que presenta la naturaleza se profundiza por la falta de obras hidráulicas apropiadas (realizadas con planificación anticipada y/o haciendo mantenimiento)”.