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Se profundiza la crisis en Entre Ríos Crushing por suba de costos y conflictos gremiales

El presidente de la firma, Juan Martín Echeguía, aseguró que si no hay diálogo con el sindicato la empresa "no volverá a retomar la parte industrial y producirá alimento balanceado".

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Por Infocampo

La única aceitera que funciona en Entre Ríos, la gigante Entre Ríos Crushing, estaría a punto de cerrar a causa de un conflicto gremial que lleva más de cincuenta días, y por los altos costos que el sector enfrenta desde la suba de las retenciones. 

Los conflictos comenzaron tras la implementación de una nueva política fiscal que estableció el incremento del 5% al 25% en los impuestos para la exportación de alimento balanceado que decidió el Gobierno Nacional, lo que siguió con el despido de catorce trabajadores y el inicio de protestas el 7 de marzo pasado por los salarios que encabezan los empleados de la planta, que hasta hoy mantienen tomado el lugar con un campamento en la puerta.

En declaraciones a un programa televisivo, el presidente de la empresa, Juan Martín Echeguía, aseguró que en este momento la fábrica se encuentra “en una especie de cuarto intermedio en las negociaciones, que están bastante trabadas por una posición muy firme del sindicato aceitero local”. 

“Venimos de un proceso de readecuación del negocio de hace más de dos años y en la última etapa tuvimos cambios en el mercado y en la línea de producción en donde hicimos una inversión nueva para hacer una planta de alimentos balanceados de mayor valor. Estamos encarando un proceso de la búsqueda de adaptar nuestra estructura de costos y poder bajarla y hacer más eficiente y rentable la producción”, explicó, al tiempo que aclaró que “después de todo ese proceso, en diciembre del año pasado, le planteamos al presidente de la Federación de Aceitero, y a su cuerpo de delegados que antes de despedir, queríamos hacer un retiro voluntario abierto para todos los empleados de la firma. Aquella persona que quisiera acogerse al programa se iba con un beneficio superior al de un despido, que representaba el 20% más que una indemnización, más la extensión de la obra social a nueve meses. Ese proceso anduvo bien, en su momento unas 30 personas averiguaron cómo era, incluso dos delegados sindicales, hasta que un referente gremial de bastante peso dentro de la planta averiguó por el retiro, y por problemas personales y por diferencias internas con algún otro delegado decidió irse y acogerse al beneficio de retiro voluntario. A partir de ese día el conflicto cambió. Luego de ese episodio la Federación Aceitera se comunicó con nosotros y lo tomaron como un hecho para romper al sindicato. Lejos estamos de cualquier persecución sindical”.

En cuanto a la actitud del Ejecutivo en el conflicto, Echeguía contó que la firma habló “con varias instituciones del sector público que están preocupadas por el tema, entre ellas el Ministerio de Trabajo de la Nación. Como empresario y como representante de un grupo empresarial lo que siento es que uno decide invertir, y cuando la planta comienza a trabajar los derechos pasan para el otro lado. Por ley está admitido poder despedir gente en caso de que la empresa pase por un proceso de reconversión y parece que no se puede y eso viene pasando hace bastante tiempo. Este es un negocio muy grande en donde mucha gente se beneficia: accionistas, empleados, el sector financiero, colegas y nosotros invertimos 32 millones de dólares y en todo el tiempo que hemos estado hemos pagado la misma cantidad de dinero en salarios”. “Desde que comenzamos la actividad, la rentabilidad se convirtió en cero, a raíz de un cambio fiscal del Gobierno nacional. Nosotros nacimos como una empresa aceitera en medio de una industria de gigante”, remarcó.

“En Argentina están las cinco de las seis aceiteras más grandes del mundo, que muelen 20 mil toneladas de soja por día, cuentan con sus propios puertos para exportar; en cambio nosotros somos veinte veces más chicos, molemos mil toneladas de soja al día lo que totaliza 330 mil toneladas en el año. Hoy es la única empresa aceitera funcionando en la provincia, que además de ser aceitera también estamos terminando otra línea de producción para hacer alimentos balanceados de calidad, somos vendedores de proteínas”, continuó el dirigente.

Con respecto a la situación actual de Entre Ríos Crushing, comentó que “hoy el ciento por ciento de los trabajadores administrativos, los empleados que son supervisores de producción, más seis operarios sindicalizados que se incorporaron a la planta, todas esas personas tienen el trabajo asegurado en la medida que no haya más perjuicios económicos, que ya lo estamos teniendo al considerar que en los primeros tres meses del ejercicio fiscal ya acumulamos un 40 por ciento de la pérdida de todo el ejercicio anterior, por lo cual tenemos que encontrar una solución. En la medida en que podamos sentarnos en una mesa a dialogar, todos vamos a tener trabajo; de lo contrario la empresa no volverá a retomar la parte industrial y seguiremos produciendo en la planta de alimentos balanceados. No queremos llegar a eso porque no es la mejor opción económica, lo que queremos es tener la planta integrada para darle el mayor valor posible a nuestros productos”.

“Yo soy el presidente de la compañía pero represento a siete familias. El 86 por ciento del capital accionario de la empresa es de seis familias uruguayas; el 14 por ciento restante lo representan tres argentinos. Estoy en el medio de unos veinte accionistas, 85 trabajadores, tenemos 320 productores sojeros que son proveedores de materia prima, más de 700 transportistas que trabajan para nosotros. En el año 2013 se registraron 825 conductores diferentes que brindaron sus servicios a la empresa. Por cada cien pesos que mueve la empresa, se genera en el entorno 170 pesos, y tenemos que ser responsable y ahora queremos seguir avanzando en la inversión de 8,7 millones de pesos para una nueva línea de producción, he pensado en algún momento en dejar, pero es un pensamiento que sólo dura cinco minutos en mi mente”, finalizó Echeguía.