A última hora del viernes, los coletazos de la caída de la Ley Ómnibus en Diputados seguían sucediendo: el presidente Javier Milei le pidió la renuncia al ahora exdirector de la ANSES y a la ya exsecretaria de Minería. ¿La razón? Pertenecen a espacios políticos culpados por la caída de la mega ley.
Ante este panorama ya la crisis económica tomó también la forma de una crisis política. Gobernadores de provincias de peso en la producción agropecuaria como Córdoba y Santa Fe son tal vez los principales apuntados por La Libertad Avanza.
— Oficina del Presidente (@OPRArgentina) February 9, 2024
Por esto, y en una semana de las más vertiginosas que hasta ahora vivió el Gobierno desde su comienzo formal el 10 de diciembre, Infocampo buscó la palabra de una de las personas que a diario camina los pasillos del Congreso para evaluar los alcances que podrían seguir aconteciendo tras el freno a la ley.
Manuel Chiappe, director ejecutivo de la Fundación Barbechando, dejó ver la idea de que, más allá de los días de tensión, en el ámbito parlamentario existe por estas horas una necesidad de transmitir optimismo.
“Creo que al margen del de lo que nos guste o no nos guste Milei, este Gobierno está recién comenzando y nos quedan 4 años de este Presidente. El Congreso había empezado a discutir temas que no discutía. Eso es algo bueno”, destacó.
ENTREVISTA
-¿Qué vieron desde Barbechando acerca de la reacción y las distintas posiciones que mostró la Mesa de Enlace en relación a los cambios en la industria de las semillas que planteaba la Ley?
-Creo que meter UPOV 91 no fue la mejor decisión, porque es un tema profundo de debate que venimos atravesando hace mucho en el sector. Entiendo que fue un error estratégico y que no era el momento independientemente de la necesidad de actualizar nuestra Ley de Semillas. La forma invalidó al fondo, lamentablemente. Entonces, me parece que las entidades reaccionaron como cuando a alguien buscan imponerle algo.
-La derogación de la Ley de Tierras no estaba dentro de la Ley Ómnibus, pero también generó polémica.
-Exacto, estaba en el DNU y por el momento se encuentra derogada. Creo que ese es uno de los mecanismos necesarios para destrabar todo lo que es el potencial forestal argentino y la inversión en plantas de procesamiento, por ahí es donde viene el “gancho” para las inversiones. Si queremos desarrollarnos necesitamos inversiones extranjeras, obviamente con sus respectivos controles del caso.
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-No sabemos cuáles serán los planes del Presidente para enviar proyectos al Congreso durante 2024. Pero para el caso de que priorice una gestión más emparentada al dictado de decretos, ¿cuáles serían las consecuencias?
-Es una herramienta para la urgencia y tiene ciertas limitaciones, porque es gobernar sin el consenso de la gran mayoría. Entonces creo que es una herramienta que se puede usar, y se debe usar, pero con sus precauciones.
-¿Cuáles?
-Creo que si hablamos de inversiones a largo plazo, que es lo que verdaderamente necesita el país, quienes apuesten por nosotros necesitan ver un país armónico, no un país en donde los que estamos adentro nos peleamos todo el tiempo. Al margen de los DNU tiene que haber un gran trabajo conjunto entre los tres poderes del Estado y se den señales hacia el Exterior. Recordemos que la economía es una ciencia dura, pero también es una ciencia emocional psicológica, de confianza y compromiso en invertir en un país.
-¿Qué papel juega el campo en ese contexto?
-Es fundamental, pero quiero decir algo con mucha humidad: creo que hay que dejar de tener al campo como uno de los únicos motores de la economía en Argentina. Sino, cada vez que haya un efecto Niña estaremos lamentando todos sus consecuencias porque la economía se desploma.
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-¿Cómo es el caso de nuestros países “competidores”?
-En Brasil, Estados Unidos, Canadá o Australia no sucede de este modo ni con esta magnitud porque tienen una matriz productiva diversificada, en minería, en petróleo, economía del conocimiento, turismo, etc. Si hay mal clima el país funciona perfectamente.
-Retomando el pulso de las discusiones en el Congreso, ¿qué pasó? ¿El oficialismo escuchó menos de lo que debía o la oposición se endureció más de la cuenta?
-Yo lo catalogo en términos boxísticos, como cuando dos rivales suben al ring y empiezan a guantear y medirse. Pero lamentablemente el país quedó en el medio, entrampado en esa pelea. Claramente en el oficialismo deberían haber escuchado un poquito más y ser más flexibles. Pero también del otro lado. Lo positivo fue la dinámica de trabajo que se dio en todos estos días, porque hubo un Congreso muy activo. Faltó ceder desde ambas partes.
-¿Y cómo se recomponen esas relaciones? El Gobierno presiona declarando y acusando vía redes sociales, y las provincias responden.
-Es clave entender que esto se trata de pensar lo mejor para el país y de diseñar las políticas públicas que son mejor para el país. Allí debería estar puesta la mirada. Pero más allá de eso creo que se va a llegar a un consenso más armónico, pero es necesario el diálogo y que no se estén prepoteando todo el tiempo. Las cosas que ocurren en redes sociales son una cosa, pero generalmente cuando hay una reunión privada se liman muchas asperezas. Los gobernadores son fundamentales.
-¿Dónde creen que está el sentir de los productores y su representación política? Porque tanto Gobierno nacional, como provincias y el poder legislativo se atribuyen ese factor.
-Hoy el productor está preocupado por producir, por poner el hombro para que salga una buena una buena cosecha y contribuir de ese modo a esa famosa “inyección de dólares” para el país. Muchas veces las peleas que vemos en los medios son meramente entre los políticos. El productor quiere previsión a largo plazo y que venga una buena racha con el clima.
-¿Cómo incidió el factor retenciones?
-Me parece que ya gran parte de la política entendió que son un mal impuesto, desde el oficialismo, el PRO y las fuerzas de Juntos por el Cambio, aliados, y el Peronismo Federal, pero también en una gran mayoría de Unión por la Patria. Obviamente que eso no habilita a que se bajen inmediatamente porque desfinanciás al Estado pero se puede plantear una reducción programada. Esas fueron muy buenas señales desde la política.
-Ante este nuevo contexto político, ¿les cambió en alguna manera la forma de trabajar parlamentariamente?
-Si Milei va a plantear un Congreso activo bienvenido sea, porque en este escenario de extraordinarias fue de lo que más nos gusta ver. Seguimos trabajando con las provincias para formar un cuerpo de legisladores que trabajen de manera coordinada, en función de las políticas agropecuarias. Se trata del frente legislativo que desde Barbechando queremos plasmar, de adaptar el modelo brasileño.
-¿Es posible aplicarlo?
-Aquí ya tenemos casi 40% de ambas cámaras con legisladores “mapeados”, y que en cierta manera ya estamos trabajando con ellos para desarrollar políticas públicas agropecuarias. Ya sea por UPOV 91, biocombustibles, retenciones u otros temas, los diputados trabajaron todo el período de extraordinarias. Este frente está tomando cada vez más volumen.