La productora y exportadora de quesos Pampa Cheese, nacida en 2007 en el interior del país, podría convertirse en la primera víctima de la guerra comercial que se ha desatado en los últimos meses entre la Argentina y Brasil, principales socios del Mercosur.
Pampa es una empresa láctea de capitales nacionales que se fundó hace un lustro para aprovechar el despegue en la demanda mundial de este tipo de productos. Su usina láctea comenzó a funcionar un año después en Progreso, una localidad al norte de la provincia de Santa Fe en la que residen poco más de 2000 personas: 40 trabajan en ella, la única planta fabril del lugar.
Según informa La Nación, el 85% de su producción se exporta a Brasil, en parte porque adaptó sus procedimientos de producción a las demandas de ese mercado.
Las trabas comerciales impuestas por el vecino país, por las cuales caducaron las licencias automáticas concedidas para el ingreso de productos argentinos y por las que deben presentarse nuevas frente a Comercio Exterior, han llevado a que la planta tenga hoy unas 350 toneladas de queso muzzarella especialmente elaborado al gusto brasileño (más firme que el que se consume aquí, para facilitar su corte en fetas), embaladas inútilmente en contenedores para enviar.
Como se trata de mercadería perecedera, debe rotarla y volcar al mercado local parte de lo que tenía previsto exportar y a precios menores para facilitar su colocación, lo que altera sus proyecciones de negocios e ingresos.
“Entendemos que esta situación se genera por negociaciones bilaterales a nivel macroeconómico, en las que ambos países intentan defender sus intereses. Pero nuestro proyecto ha quedado en el medio y si no se liberan las licencias de importación, esto puede traer consecuencias irreparables para nuestra compañía”, dice Matías Aguirre, gerente general de Pampa Cheese, tal vez la empresa más afectada por esta situación.