Por circunstancias económicas adversas, o por la oportunidad de un mayor crecimiento profesional, miles de profesionales argentinos emigraron en la última década, principalmente, a países como España y los Estados Unidos. La actual crisis de las naciones centrales, sumada al desarraigo por vivir lejos de los afectos, empujan a muchos de ellos a regresar, con el proyecto de armar una empresa propia en la Argentina como motivador.
Diego Verrone se recibió de analista de Sistemas en 1996, en la Universidad Tecnológica Nacional de Rosario y, luego de trabajar en un par de software factories, ingresó a una compañía multinacional especializada en ERP (sistemas de gestión). De esta manera, comenzó a viajar y a pasar más horas en un avión que en su propia casa. Hasta que, en 1999, junto a su mujer, Silvina Frech, farmacéutica de profesión, decidieron trasladarse a Washington, donde la compañía tenía su sede central.
“La idea de volver siempre estuvo latente”, sostiene Verrone, socio de IntelAgro, una compañía de software que fundó con cuatro socios, en 2011, y resultó su excusa para regresar a Rosario. “Todos los años, veníamos para las fiestas y pasábamos enero, disfrutando de la familia y del río. Cuando nuestra segunda hija cumplió cuatro años, empezamos a ver que, trabajando los dos todo el día y teniendo que preparar presentaciones a la noche, no nos quedaba cabeza para armar la mochila de los chicos o revisarles las tareas. No teníamos sostén familiar”, cuenta Verrone.
En el verano de 2011, el emprendedor se contactó con ex compañeros de trabajo y de facultad y, junto a su hermano, que es ingeniero en Sistemas, empezó a desarrollar lo que hoy es IntelAgro, una plataforma de software para el mercado agrícola, que contrasta en tiempo real las cotizaciones en mercados internacionales y permite hacer un análisis predictivo de las operaciones con commodities.
Una vez tomada la decisión, la pareja se contactó con el programa Raíces que ofrece el Ministerio de Ciencia, que ha logrado la repatriación de casi 1.000 científicos. “Nos dieron un subsidio y nos ofrecieron apoyo y orientación para volver”, cuenta el emprendedor. Durante todo 2012, Verrone se dedicó a desarrollar la plataforma junto a sus socios rosarinos.
Con una inversión cercana a los u$s 100.000 propia, salieron al mercado a fines de ese año. El desembarco de Verrone y su familia se demoró hasta marzo de este año, pero el negocio ya estaba en marcha. La compañía vende sus servicios a productores, acopiadores y exportadores en todo el país, y su perspectiva es entrar a los mercados de Paraguay, Uruguay, Brasil y los Estados Unidos, pero desde la ciudad orillas del Paraná.
Fuente: El Cronista

