Luego de casi ocho años al frente del bloque kirchnerista en la Cámara de Diputados, Agustín Rossi asumió en junio pasado el desafío de conducir el ministerio de Defensa y dar continuidad al proceso de transformación de las Fuerzas Armadas que se planteó en 2003 el gobierno de Néstor Kirchner en paralelo al camino de Memoria, Verdad y Justicia que busca poner fin a la impunidad que durante décadas cubrió a los crímenes cometidos por la dictadura cívico militar. Hoy, mientras prepara un libro en el que reunirá sus más importantes discursos de cierre de debate en la Cámara Baja, Rossi asegura que “está claro que estamos ante Fuerzas Armadas distintas”.
En diálogo con minutouno.com, el ministro de Defensa repasó los avances alcanzados en el camino por mejorar el vínculo entre las Fuerzas Armadas y la sociedad civil, analizó los desafíos que enfrenta el kirchnerismo luego de la derrota en las elecciones de medio término y de cara a 2015, la disputa con las corporaciones, la resistencia de algunos sectores a la militancia juvenil y las características de la interna del PJ que se viene, entre otros temas.
– ¿En qué marco se dio el acuerdo con el ministerio de Transporte por el cual el Ejército colaborará en la construcción de vías para el Belgrano Cargas?
– Nosotros llegamos al ministerio con la instrucción de la presidenta de mejorar el vínculo entre las Fuerzas Armadas y la sociedad civil y en ese camino una de las cosas que hablamos con la presidenta era la posibilidad de que el Ejército participara de todo este proceso de repotenciación de los ferrocarriles que está llevando adelante el ministerio de Transporte. Así firmamos con el ministro (Florencio) Randazzo un acuerdo de colaboración que tiene dos aspectos, uno de ellos que prevé la participación del Ejército en la construcción de vías férreas y el otro la venta de vagones de carga que hacemos en la fábrica militar de Río Tercero donde tenemos prototipos de vagones tolva y de vagones porta contenedores. A eso se suma todo lo que estamos haciendo en materia de atención de emergencias como sucedió por ejemplo con los incendios en La Pampa, Neuquén y la provincia de Buenos Aires o durante los cortes de luz en la ciudad de Buenos Aires. Todo esto permite que haya una mirada más integral sobre las Fuerzas Armadas y hemos recibido muy buena respuesta de la gente cuando nos ve trabajando junto a ellos.
– En ese camino por involucrar a las Fuerzas Armadas en actividades más cercanas a la sociedad civil se oyeron en los últimos días desde distintos sectores del arco político la idea de revisar su función y eventual involucramiento en el combate contra la inseguridad ¿Cómo recibió estas declaraciones?
– Con el actual sistema jurídico argentino eso es imposible. La ley de Defensa Nacional tiene prohibido taxativamente a las Fuerzas Armadas realizar tareas de seguridad interior. Ya sea contra la criminalidad común como la organizada. Fíjese usted que se trata de una ley aprobada en la década del ’80 pero que fue reglamentada recién en 2006 con Nilda Garré como ministra de Defensa y Néstor Kirchner en la Casa Rosada. Por eso, con el actual sistema jurídico no hay ninguna posibilidad de eso. Ahora si usted me pregunta mi opinión personal, yo estoy claramente en desacuerdo con esa posibilidad. Las experiencias que se han visto en distintos lugares de América latina no son positivas. Lo estamos viendo en México donde ha generado más violencia y aumentado el número de víctimas inocentes. Además en esos países no existen lo que se llaman “fuerzas intermedias” como son aquí la Gendarmería y la Prefectura que tienen su origen en las Fuerzas Armadas y por eso se les dice fuerzas de seguridad militarizadas. La Argentina tiene un diseño de su sistema de seguridad con policías provinciales, federal y fuerzas intermedias apto para dar lucha al delito narco, por eso no me parece correcto lo que proponen. Por ese camino la Argentina retrocedería muchísimo años.
– ¿Y siendo claro que el sistema jurídico lo impide, a qué atribuye esta clase de propuestas?
– La Argentina ya tiene una idea clara de quienes impulsan estas ideas, estas teorías acerca de las nuevas amenazas. Hay toda una doctrina, hay toda una teoría sobre las nuevas amenazas que quieren direccionar justamente los mismos que lograron que en el pasado las Fuerzas Armadas actuaran de la manera en que lo hicieron durante las dictaduras. Hay un intento por direccionar, reemplazar esa situación que se vivió en las dictaduras, por lo que llaman ahora el combate a las nuevas amenazas. Yo estoy profundamente en desacuerdo con esa idea. Por eso les digo a estos dirigentes, con todo respeto, que se preocupen por hacer funcionar su propia fuerza de seguridad y poner toda su energía en eso. En la Argentina y en general en toda América latina, tenemos nuestras Fuerzas Armadas y nuestras políticas de defensa y no debemos dejarnos tentar con esta teoría de convertir a las Fuerzas Armadas en “fuerzas de seguridad bis”, porque de hacerlo desaparece la política de defensa y si desaparece hay otro de afuera que “te presta” su política de defensa y eso es lo que nosotros no queremos dejar entrar por todos los motivos que ya conocemos.
– Nos decía antes que hay un cambio de paradigma en las Fuerzas Armadas, ¿en materia política cuesta más romper con preconceptos fuertemente arraigados? Le pregunto porque días atrás tuvo un cruce con Horacio Rodríguez Larreta acerca de la participación de los jóvenes en política ¿hay sectores refractarios todavía a esto?
– Hay algunos que prefieren vivir en democracias más contemplativas, con menores niveles de participación. Por eso yo rescato siempre como uno de los valores políticos fundamentales y más destacables de todo lo que es el proceso del kirchnerismo a la participación juvenil. Si se mira la historia se puede ver que la participación juvenil no es una constante. Se da por oleadas. Uno reconoce a la juventud de los ’70 que participó del regreso del general Perón a la Argentina, participación que sufrió luego la persecución de la dictadura. Hay otro escenario de participación de la juventud, después de la guerra de Malvinas, que participa de la recuperación de la democracia y de los primeros años de esa democracia. Yo soy de esa generación. Pero en el ’85 o el ’86 cuando las expectativas de la democracia comenzaron a flaquear también comenzó a flaquear la participación de los jóvenes en la política. Desde ese momento hasta ahora no volvió a haber participación juvenil de forma masiva en la política. Por eso cuando se genera un proceso de participación juvenil como el que genera el kirchnerismo hay que valorarlo en toda su dimensión histórica. Un proceso de participación juvenil como el que tenemos ahora fortalece a la democracia, le da un sentido de trascendencia, un sentido de futuro, oxigena a las instituciones. Que haya chicos de 16 o 17 años que hayan decidido volcarse a la militancia es una cuestión que nos llena de orgullo. A mí me conmueve. Y cuando se los ataca, cuando se los estigmatiza, en el fondo lo que quieren es generar una desazón o mandar un mensaje de desaliento a los jóvenes para que no participen. Aquellos que desdeñan de la participación juvenil se sienten más cómodos en las sociedades más escépticas. Entre las democracias de baja intensidad y las democracias tumultuosas me quedo con las democracias tumultuosas, donde la gente participe, donde la gente debata, donde se posicionen en términos ideológicos y discutan con pasión.
– ¿Y cómo se los sigue enamorando después de 10 años de gobierno? Hay un desgaste lógico al que se le suma un contexto económico complejo que está en el centro de la agenda mediática y luego de un fuerte revés en las últimas elecciones.
– Reafirmando el modelo. No renunciando a ninguna de las cosas que hicimos durante todos estos años. Que un proyecto político enamore a toda una generación de jóvenes muestra la potencialidad de generar sueños, de soñar que se puede vivir en una sociedad más justa, más igualitaria, más tolerante, con oportunidades para todos. Para nosotros desde el peronismo es enorme lo que está pasando ahora, porque en mi generación nosotros nos enamoramos del pasado y ni siquiera del pasado reciente, porque el peronismo después de muerto Perón, del ’74 al ’76 no era para enamorar. Nosotros nos enamoramos del ’45 al ’55, del peronismo de los trabajadores, que introducía una mejoría social. Los jóvenes de hoy se enamoraron del presente, porque Cristina es un liderazgo presente y Néstor, por más que ya no esté, también es un liderazgo presente. Y eso es sustancialmente distinto. Por eso creo que lo que nunca se puede hacer con los jóvenes es que sientan que uno se está desviando del camino que les propuso.
– Usted es un hombre que viene del peronismo, ¿cómo se siente con la máxima que sostienen algunas agrupaciones y que dice que “el peronismo será kirchnerismo o no será nada”?
– (Ríe) No entiendo la posibilidad de ser peronista en esta etapa sin ser kirchnerista. No entiendo como desde el peronismo uno puede ser opositor a un gobierno que ha bajado la desocupación del 26% al 7%, que ha disminuido la pobreza y la indigencia, que instituyó la Asignación Universal por Hijo, que aumentó la inclusión jubilatoria, que reivindica la unidad latinoamericana, que ha recuperado los fondos de jubilación y pensiones, que nacionalizó YPF y Aerolíneas Argentinas ¿cómo se puede estar en contra de todo esto desde el peronismo? Cómo se puede estar en contra de un gobierno que ha mejorado la distribución del ingreso, que ha creado más de 5 millones de puestos de trabajo, que ha sentado las bases para la creación de 350 mil nuevas empresas. Creo que compañeros que comparten un origen peronista o han pasado por el peronismo en algún momento, cuando se ponen en la oposición van adquiriendo de a poco posiciones de derecha y terminan asumiendo las demandas de los sectores corporativos.
– Y aun así algunos de los golpes más duros que recibe el gobierno provienen desde dentro del peronismo, pienso en Hugo Moyano o Sergio Massa por ejemplo
– En el caso de Massa antes de finalizar la campaña electoral dijo que podría modificar la ley de las AFJP, a los empresarios agropecuarios les dijo que quería eliminar las retenciones, después seguramente se reunirá con ADEPA y dirá que hay que modificar la ley de Medios y después se juntará con los banqueros y propondrá modificar la Carta Orgánica del Banco Central. Esa clase de dirigentes termina adquiriendo o transformando su propuesta política que finalmente recoge la totalidad de la demanda de los sectores corporativos en la Argentina. Y uno tiene que elegir, o gobierna para el pueblo o gobierna para las corporaciones. Lo que han hecho Néstor y Cristina todo este tiempo es gobernar para el pueblo y esto es lo que le ha generado tensión con los sectores corporativos. Si uno gobierna para las corporaciones, toma toda su agenda, es imposible que lo haga para el pueblo.
– ¿La disputa no es entonces con la oposición si no con las corporaciones?
– Cualquier dirigente político sabe de qué se trata. La derecha nunca dice lo que realmente piensa, cuáles son sus ideas y sólo ofrecen frases de sentido común. Néstor y Cristina tomaron la decisión de disciplinar a los sectores corporativos y eso despertó toda una serie de ataques y descalificaciones al gobierno que viene desde 2008. Después de la 125 también decían que teníamos fecha de vencimiento, que teníamos los días contados. En 2009 después de las elecciones fue la misma historia, algunos hablaban de la salida anticipada del gobierno y ahora se especula también con eso. Nosotros sabemos que tenemos que gobernar para el conjunto de los argentinos y eso es lo que les preocupa. También somos conscientes de todo lo que hicimos, por eso yo tengo profunda confianza de lo que va a pasar en 2015.
– ¿Y qué va a pasar en 2015?
– Un candidato que represente la continuidad del modelo seguirá al frente del gobierno
– ¿Daniel Scioli? ¿Jorge Capitanich? ¿Sergio Urribarri? ¿Florencio Randazzo?
– No tengo un nombre, pero yo voy a estar trabajando para que gane el que sea que garantice la continuidad de este modelo.

