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Alejandra y Ricardo, los emprendedores que dejaron la gran ciudad para producir nuez pecán

El emprendimiento funciona en un pueblo a 200 kilómetros de CABA. Los productores apuntan a nuez pecán de mayor calidad, pensando tanto en la exportación como en fortalecer el mercado interno.

Lucas Mich
Por Lucas
Mich

A cuatro kilómetros de la localidad bonaerense de Inés Indart, un pequeño pueblo de menos de 2.000 habitantes situado en el norte de la provincia, Layla Pecanes es un emprendimiento de producción de nuez pecán que cuenta con todos las posibilidades para hacer historia.

No sólo por el significado de cultivar este producto en una zona sojera por excelencia, sino también debido a la búsqueda constante de la calidad en los pecanes por parte de sus precursores.

Este sueño familiar nació durante el transcurso del año 2000, cuando Ricardo Risso Patrón junto a su esposa Alejandra Rosato y su hermano Eduardo Rosato, encontraron su lugar en el mundo y fueron a probar suerte a un sitio desconocido, pero que les tenía guardada una historia muy promisoria.

Él, profesor de Yoga y ella, trabajando en una importante compañía, llegaron a esta zona bonaerense, distante a unos 200 kilómetros de Capital Federal, y descubrieron que el amor por la naturaleza y las plantas era el gran tesoro de sus vidas.

LA PRODUCCIÓN DE NUEZ PECÁN

Allí, cuentan con un predio de ocho hectáreas, dotado de un gran parque, donde se advierte la pasión de la pareja por la naturaleza. En ese lugar, unas 500 plantas de pecanes, que en la actualidad se encuentran productivas en su totalidad, exhiben la promesa de éxito para los aventureros.

“La primera producción tuvo que esperar unos años ya que estas variedades de plantas necesitan al menos 10 años para dar frutos”, explicó Risso Patrón a Infocampo, demostrando sus dones de paciencia para esperar el paso del tiempo y convertirse en productores genuinos de la especie.

En este tiempo, comercializan principalmente a través de compradores internos y exportaciones.

La nuez pecán tiene una misión: sumar a China como nuevo mercado

El mercado del pecan está en crecimiento, tanto a nivel interno como externo, lo cual consideran una buena oportunidad. Vale aclarar que en el último tiempo cambiaron su enfoque hacia una producción más biológica y de calidad, utilizando fertilizantes orgánicos y cuidando la sanidad de las plantas con buenas prácticas agropecuarias, acompañados por el ingeniero agrónomo Martín Basso.

“Desde que nos mudamos al campo nuestra relación con la naturaleza fue cambiando. Sentimos que estamos en un proceso de integración con ella”, cuenta el entrevistado, quien asegura que su pareja fue el gran pilar para lograr los resultados que hoy tienen.

“La idea original de este emprendimiento fue de mi esposa. Estábamos buscando algo que generara ingresos para sostener la chacra, y luego ella comenzó a investigar y vio que la producción de nuez pecán era una opción a considerar, lo que nos dio el puntapie para iniciar este emprendimiento”, dijo.

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-¿Cómo evalúa el precio actual de los pecanes en el mercado argentino?
El precio siempre depende de la calidad del producto. Actualmente, el pecán con cáscara se comercializa a aproximadamente tres dólares el kilo. Por su parte, el producto pelado ronda el orden de los 11 dólares. No obstante es un mercado que varía según las circunstancias, pero más que nada pone el foco en la calidad y el tamaño.

LA ESPERA NO DESESPERA

El emprendedor cuenta que, en sus comienzos, fueron a visitar una plantación de pecanes a Entre Ríos, lo que le abrió la visión de cómo encarar su proyecto.

“Comenzamos plantando especies que tardaron 10 años en producir de manera efectiva. Hoy la genética permite que las plantas produzcan a partir de la quinta temporada. En la actualidad contamos con 500 ejemplares  que se encuentran en producción activa y cumpliendo nuestras expectativas”, continuó.

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-¿Cuántas variedades de pecanes tienen implantadas en la finca?
-Hay seis variedades que fueron elegidas por la calidad y de acuerdo a las exigencias de los mercados donde comercializamos la producción. Estamos logrando una buena calidad de frutos, que nos permite exportar las nueces mediante un grupo que nos ayuda a lograrlo. No obstante el fuerte nuestro es el mercado interno y se comercializa con cáscara o pelada, según la demanda.

-¿Cómo observas la actualidad productiva de los pecanes en la Argentina?
-Está bien definido. Hay muchos emprendimientos que están sumando el cultivo a sus actividades cotidianas. Cerca de nuestro campo, hay una estancia agrícola que cultiva unas 60 hectáreas para diversificar su producción. Además, hay productores que hacen oliva o vid y suman al pecan como un complemento. Es un negocio válido, siempre y cuando tengas superficie disponible.

-¿Es una producción que tiene cada día más consumidores en el país?
Sí, desde hace algunos años el pecán está siendo elegido por el consumidor argentino. Hoy, con el paso del tiempo, observamos que fue una muy buena decisión hacerlo, puesto que el mercado tiene mucha demanda. No obstante, hay muchísima gente que no lo conoce, a pesar que hay otros que los están conociendo. Lo bueno es que hay un mercado en crecimiento, pero hace falta más difusión.

UNA RELACIÓN DIFERENTE CON LAS PLANTAS

El entrevistado está convencido que los humanos “somos parte de la naturaleza y tenemos que integrarnos” al ecosistema como tal.

“Junto con mi esposa, descubrimos que las personas realmente pueden mantener una relación con las plantas. Podríamos llamarlo un vínculo. Cada planta tiene una forma, un camino, una necesidad. Interactuamos con ellas de manera individual considerando el ecosistema en el que nos encontramos”, expresó.

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Por eso, desde Layla Pecanes, se realiza un trabajo de manejo minucioso planta por planta, con la finalidad de otorgarle a cada una de ellas los requerimientos necesarios para que puedan producir bien y con sanidad adecuada.

-¿Hubo un gran cambio en esa transición de dejar la gran ciudad por un pueblo del interior?
-Sí, pero la adaptación fue sencilla. Yo diría beneficiosa para nuestra pareja. Es que nos mudamos en medio de la pandemia. No tengo dudas que ahí ganamos vida. Por eso creo que la relación que fuimos creando con cada planta y con el lugar  nos hizo cambiar las perspectivas de la vida y cómo queremos desarrollar y desarrollarnos en este lugar.

-Entonces, además de lo que significa el negocio del pecán para ustedes. ¿Fue una salida a la rutina?
-Más que eso. Nuestro enfoque con este emprendimiento no es tan productivo. Pensamos más en lo biológico. Por ejemplo, con nuestros pecanes no usamos ningún tipo de producto químico, solo adoptamos nutrición orgánica, a través de los productos FFO y Hampi. Eso te da la pauta de lo que significa el ambiente y el ecosistema para nosotros.

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-¿Cuáles fueron los beneficios que notaron con la adopción de estos productos biológicos?
-Incluyendo estos productos que nutren a las plantas y el suelo de manera biológica, creamos un suelo más fértil, aunque en esta zona son suelos muy buenos. Luego, con la fertilización orgánica, las plantas comienzan a absorber los nutrientes más fácilmente. Estos productos se incorporan a través del riego que tenemos en nuestra finca.

-¿Existe algún problema de plagas o sanitarios que pueda generar inconvenientes en la producción?
Hay limitaciones como en cualquier producción. Sin embargo, uno de los problemas más comunes con las nueces pecanas son los hongos, pero estamos resolviendo este problema al volvernos biológicos con lo que incorporamos. Otra desventaja son las cotorras. Sin embargo, sus perjuicios se estabilizaron. El número de cotorras ya no es tan alto como en los primeros años de producción. Aunque no entendemos el motivo de esta disminución, lo atribuimos al equilibrio que fuimos generando en el ecosistema con nuestras acciones. No les voy a decir que ya no comen pecanes, lo hacen, en menor medida.

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