Este proyecto -que se enmarca dentro del Plan Nacional de Seguridad Nacional del Ministerio de Desarrollo Social y es implementado por el INTA- cumple mañana, 3 de agosto, 20 años. Asiste a 3,5 millones de personas, a 630 mil huertas familiares y 148 mil granjas en todo el país.
Carlos Casamiquela -presidente del INTA- destacó que ‘el Pro-Huerta es uno de los proyectos que más se arraigó en la sociedad. Ya con 20 años es un modelo y un ejemplo de cómo se puede ofrecer capacidad para abastecer y ayudar a otros sectores mas desprotegidos de la sociedad y no tradicionalmente vinculados con el INTA’.
Por su parte, Roberto Citadini -coordinador nacional por INTA de Pro-Huerta- recuerda aún con emoción las palabras de uno de los actuales participantes del programa: ‘Vivía cartoneando y ahora vivo de lo que cosecho en mi huerta’. Hoy ya hace 20 años que este plan contribuye a la equidad social mediante la enseñanza de trabajar la tierra con las manos y ver crecer el fruto transformado en sustento diario.
El objetivo del programa es promover una dieta diversificada y equilibrada mediante la autoproducción en pequeña escala de alimentos frescos por parte de sus destinatarios. Estos reciben la asistencia técnica del INTA en forma permanente y comprometida.
Cittadini explicó que ‘el Pro-Huerta llega a lugares en los que no existe institución alguna, reconstruyendo el tejido social de las comunidades y fortaleciendo las redes y organizaciones existentes en el territorio’.
Como resultado de las acciones realizadas, cerca de 3,5 millones de personas de 3.600 localidades, barrios y parajes de todo el país producen sus propias hortalizas, frutas, carne y huevos. Esto permite diversificar y equilibrar su dieta ya que las huertas que producen las familias participantes permiten satisfacer el 72 % de su demanda diaria de vitaminas y minerales (hierro, calcio, fibras, vitamina A y C).
Las acciones que se realizan incluyen la dinamización de redes sociales, la capacitación de promotores voluntarios y la población involucrada, la asistencia técnica, el acompañamiento sistemático de emprendimientos y la provisión de semillas y planteles de granja.
Así, el programa ‘se convierte en una herramienta que va más allá de garantizar la seguridad y soberanía alimentaria de esas poblaciones’, completó.
Por esto es que se desarrollan tecnologías apropiadas y experimentación adaptativa aplicadas a la pequeña producción orgánica: herramientas e implementos con material reciclado, ensayos de comportamiento de distintas especies hortícolas con prácticas orgánicas, diseños de cercos, macrotúneles e invernáculos con materiales locales o reciclados, ensayos y experiencias demostrativas en compostaje y prototipos de desecadores familiares, entre otras.

